sábado, 13 de febrero de 2010

Uiel Gacia: Hazañas de la Sabiduría y de la Mala Práctica

Opinión :::: Por URIEL GARCIA CACERES
Hazañas de la Sabiduría Y de la Mala Práctica

Las disciplinas destinadas a prevenir, curar y preservar la salud de los humanos en el Perú han estado en constante progreso, desde el momento que se instaló la ciencia llamada biomedicina.
Esta es una rama de la biología que está destinada a explicar con exactitud los fenómenos que ocurren en los organismos vivientes con evidencias verificables y reproducibles.
En el ámbito nacional, al igual que en el mundial, los profesionales de la salud nacionales demuestran un excelente estado de progreso y de eficacia.
Baste con recordar que sin las contribuciones de la biomedicina de altura realizada por científicos médicos peruanos, hubiese sido imposible para los científicos de países como Estados Unidos de América o Rusia, poner hombres en las alturas siderales.
Así mismo que los aviones modernos, los de pasajeros o los de guerra, deban tener cabinas con aire interno a presiones atmosféricas que hagan posible la vida de pilotos y pasajeros. Después de la II Guerra Mundial, en la inauguración del gran Armed Forces Institue of Pathology, en Washington, Alberto Hurtado, médico investigador de la biología de la altura fue invitado para dictar una conferencia magistral, con asistencia del presidente Eisenhower. Esta es solo una de las tantas muestras de los numerosos aportes con que los médicos peruanos han contribuido al bienestar de la humanidad.
Por otro lado, es innegable que, como producto secundario del deterioro económico de los recursos para la salud, hay un creciente y peligroso aumento de una práctica médica carente del respeto por los derechos humanos, tanto contra los trabajadores de la salud como, especialmente, contra los usuarios de sus servicios.
Esto ocurre a todo nivel, desde la formulación de las leyes y del concepto que los políticos, los partidos y gobernantes deberían tener sobre la estructura del Estado para atender la salud integral de la población.
Hay que recordar, por ejemplo, que los pacientes de los servicios de salud del MINSA y de EsSalud, que pagan tarifas por los servicios que otorga cualquier hospital, no están protegidos por Indecopi.
No pueden quejarse o ser resarcidos como ocurre con cualquier consumidor de un servicio contratado.
Las leyes de defensa del consumidor no distinguen la calidad de los servicios. Sin embargo el paciente sin dos piernas, una amputada por error, no puede acudir a los servicios de defensa del consumidor para exigir que, por el resto de su vida tenga una enfermera las 24 horas del día, y un estipendio que le permita vivir con decencia. Eso y mucho más está establecido como mandato constitucional peruano, desde que nuestro Estado ha incorporado la Carta de los Derechos Humanos en nuestra Carta Magna.