Dom, 14/03/2010 - 05:53
Veinticuatro horas han pasado desde que el juez César Vásquez ordenara la detención de José Enrique Crousillat por corrupción de funcionarios del INPE, cuatro días de la declaración del presidente García de la posibilidad de anular el indulto, cinco días de la amenaza –a nombre del gobierno– del ministro de Justicia Aurelio Pastor contra América TV, seis días de que el mandatario se declarara “sorprendido” y “burlado” por su indultado, siete días del montaje mediático del abogado de Crousillat contra canal 4 manipulando las declaraciones del ex banquero Bertini, cuatro meses del indulto trafa, y pocas horas de que el mismo jefe del Estado lo deje sin efecto, el ministro Pastor, como en el cuento de Monterroso, todavía está allí.
La pregunta es por cuánto tiempo seguirá en Justicia el responsable de desmontar la procuraduría anticorrupción –con el aval del presidente García–, el ministro que sacó a los abogados y a los procuradores adjuntos de la lucha anticorrupción bajo el pretexto de que la carga procesal había bajado, el aprista que en el año 2000 renunció al partido de Haya para convertirse en asesor de la comisión de “fiscalización” que presidía el congresista fujimorista Rolando Reátegui. Renuncia que hizo en momentos en que la descomposición y la corrupción del régimen de Alberto Fujimori y su socio Vladimiro Montesinos eran cosa pública y notoria y cuando miles de peruanos, entre ellos los apristas, luchaban por la caída del fujimorismo y el retorno de la democracia.
El indulto a Crousillat se ha convertido para el gobierno en un nuevo escándalo político de similar impacto al de los petroaudios. García lo sabe y por eso no tuvo ningún reparo en declararse sorprendido, en pedir la revisión del indulto y hasta en llegar a anular la gracia que le otorgó al ex empresario televisivo que vendió la línea editorial de América TV por varios millones de dólares a Montesinos y Fujimori.
En el Apra saben también el búmeran que constituye el indulto. Ayer en Trujillo el secretario colegiado Omar Quezada anunció que la Comisión Política de su partido se reunirá para tomar una decisión y agregó que si hay responsabilidad, los funcionarios públicos deben renunciar. Mauricio Mulder, ex secretario general y congresista, ha sido más claro y contundente. Pidió la anulación del indulto y la renuncia del ministro Pastor.
En el Congreso, tres bancadas –Partido Nacionalista, UPP y UN– han presentado una iniciativa para interpelar y, llegado el caso, censurar al titular de Justicia. ¿Y Pastor? Tan locuaz y sonriente en su última conferencia de prensa, ha optado por huir de la prensa. La orden de captura contra su indultado lo ha dejado en estado de shock y lo ha enmudecido. Tal vez cuando recupere el habla anuncie su renuncia. Será su mejor acto como ministro de Justicia. Hasta el próximo domingo.
Veinticuatro horas han pasado desde que el juez César Vásquez ordenara la detención de José Enrique Crousillat por corrupción de funcionarios del INPE, cuatro días de la declaración del presidente García de la posibilidad de anular el indulto, cinco días de la amenaza –a nombre del gobierno– del ministro de Justicia Aurelio Pastor contra América TV, seis días de que el mandatario se declarara “sorprendido” y “burlado” por su indultado, siete días del montaje mediático del abogado de Crousillat contra canal 4 manipulando las declaraciones del ex banquero Bertini, cuatro meses del indulto trafa, y pocas horas de que el mismo jefe del Estado lo deje sin efecto, el ministro Pastor, como en el cuento de Monterroso, todavía está allí.
La pregunta es por cuánto tiempo seguirá en Justicia el responsable de desmontar la procuraduría anticorrupción –con el aval del presidente García–, el ministro que sacó a los abogados y a los procuradores adjuntos de la lucha anticorrupción bajo el pretexto de que la carga procesal había bajado, el aprista que en el año 2000 renunció al partido de Haya para convertirse en asesor de la comisión de “fiscalización” que presidía el congresista fujimorista Rolando Reátegui. Renuncia que hizo en momentos en que la descomposición y la corrupción del régimen de Alberto Fujimori y su socio Vladimiro Montesinos eran cosa pública y notoria y cuando miles de peruanos, entre ellos los apristas, luchaban por la caída del fujimorismo y el retorno de la democracia.
El indulto a Crousillat se ha convertido para el gobierno en un nuevo escándalo político de similar impacto al de los petroaudios. García lo sabe y por eso no tuvo ningún reparo en declararse sorprendido, en pedir la revisión del indulto y hasta en llegar a anular la gracia que le otorgó al ex empresario televisivo que vendió la línea editorial de América TV por varios millones de dólares a Montesinos y Fujimori.
En el Apra saben también el búmeran que constituye el indulto. Ayer en Trujillo el secretario colegiado Omar Quezada anunció que la Comisión Política de su partido se reunirá para tomar una decisión y agregó que si hay responsabilidad, los funcionarios públicos deben renunciar. Mauricio Mulder, ex secretario general y congresista, ha sido más claro y contundente. Pidió la anulación del indulto y la renuncia del ministro Pastor.
En el Congreso, tres bancadas –Partido Nacionalista, UPP y UN– han presentado una iniciativa para interpelar y, llegado el caso, censurar al titular de Justicia. ¿Y Pastor? Tan locuaz y sonriente en su última conferencia de prensa, ha optado por huir de la prensa. La orden de captura contra su indultado lo ha dejado en estado de shock y lo ha enmudecido. Tal vez cuando recupere el habla anuncie su renuncia. Será su mejor acto como ministro de Justicia. Hasta el próximo domingo.