Mar, 04/05/2010
La nueva crisis gubernamental de corrupción, que aún no se resuelve, tiene sin embargo un alcance desconocido en crisis recientes.
La nueva crisis gubernamental de corrupción, que aún no se resuelve, tiene sin embargo un alcance desconocido en crisis recientes.
Ya no se trata de una crisis de gabinete, que fue el cauce que le dio Alan García a la crisis de los petroaudios en octubre de 2008, sino de una crisis en las alturas que engloba a todo el Estado y divide al bloque neoliberal en el poder.
La crisis no para por más que García entrega cabezas.
Es más, en su desesperación por distanciarse del asunto nos hace ver que ya no maneja ni ese ni otros asuntos y ahonda las dudas sobre su propio involucramiento en el tema.
La crisis trasciende el gobierno y permite empezar a ver también una fisura del bloque en el poder que se transparenta de cara a los procesos electorales venideros.
Esta fisura coloca a García cercano a Fujimori y quizás a Montesinos, lo que se expresa en su también cercanía a Keiko y Kouri, separándolo de personajes como Alejandro Toledo y Lourdes Flores, que han compartido hasta hace poco con él esa forma perversa de manejar la relación entre economía y política que se denomina capitalismo de amigotes.
Paradójicamente estos últimos se alejan reprochándole a García el liderazgo de un modelo que secreta corrupción pero cuya continuidad Lourdes y Toledo han considerado fundamental para el futuro del Perú.
Estas distancias y de repente pronto ya peleas entre los representantes del bloque neoliberal nos hacen ver que estamos pasando de una crisis de gobierno a una crisis en las alturas. Este pasaje se caracteriza porque el desorden en el gobierno lleva a que la oposición leal al modelo tome distancias de los que manejan directamente el poder.
Esto sucede tanto para no verse incluidos en el desmanejo como para constituirse en una alternativa de relevo eficaz al liderazgo de García que estaría siendo arrastrado por la marea de corrupción.
Si se ahonda la división señalada y se consolida la crisis en las alturas estamos ante un hecho político grave que pone en peligro la conducción de la hegemonía neoliberal y que podría empezar a poner en la discusión no solo el problema del gobierno y de las alturas sino de la crisis de régimen.
Me refiero a un cuestionamiento de fondo a la actual precariedad democrática por parte de algún o algunos actores políticos que tenga una alternativa creíble a la misma.
Podría estar empezando así a distinguirse la oportunidad de la crisis de régimen, pero la pregunta es si existen los actores que levanten la alternativa indispensable.