jueves, 14 de enero de 2010

Gobierno trata de lavarse la cara con retiro de juez Barreto´

Jue, 14/01/2010 República

Fernando Rospigliosi señaló que el pedido del Gabinete ministerial al Poder Judicial para destituir al juez Jorge Barreto, quien investiga el caso de los llamados "Petroaudios", es una maniobra del Ejecutivo para "limpiarse la cara".
“El gobierno ahora está tratando de evadir su responsabilidad a sabiendas de que el Ejecutivo no puede cambiar a un juez. Eso sólo le corresponde al poder judicial”, afirmó el analista político Fernando Rospigliosi.
En comunicación con CNR, afirmó que el anuncio formulado por el ministro de Justicia, Aurelio Pastor, “es una maniobra para hacer creer que ellos no tienen nada que ver en la obstaculización de la investigación de los petroaudios”.

En realidad desde el principio el gobierno ha tratado de ocultar toda la corrupción que había alrededor de los petroaudios y hasta ahora se están saliendo con la suya. Aunque parezca increíble, el juez Barreto ha desechado todos los elementos de prueba que habían. Los audios, en primer lugar, y los informes de Contraloría. Después de eso, lo único que le quedaba prácticamente era liberar a los delincuentes”, dijo.
Rospigliosi Capurro precisó que, a más de un año desde que estalló el escándalo de corrupción, no se ha avanzado con la investigación.


Entonces todo ha sido una maniobra del gobierno para evitar que se conozcan más casos de corrupción y que se destape toda la podredumbre en la cual los petroaudios eran sólo una parte, eran la punta del iceberg”, finalizó.
Ayer, Pastor invocó al Poder Judicial en nombre del Ejecutivo que consulte con la Sala Plena de la Corte Suprema la posibilidad de cambiar al juez anticorrupción del proceso sobre interceptaciones telefónicas.


“Hago un llamado como ministro de Justicia, como miembro del Gabinete y en representación del Consejo de Ministros para hacer una invocación y una solicitud al presidente de la Corte Suprema, Javier Villa Stein, a fin de que consulte con su Sala Plena la posibilidad de cambiar al juez (Jorge) Barreto de la conducción del proceso que lleva a cabo”, declaró. (Con información de CNR)

El perverso negocio del salario mínimo

14.01.2010

Por : Carlos Urrutia

Pocas cosas se han tomado, en el Perú, con tanta disciplina y rigidez como el carácter mínimo del sueldo mínimo.
La idea de este pago por el trabajo hace referencia al nivel que debe tener el salario para permitir que los trabajadores vivan en una pobreza decente y con esperanza. ¿Por qué el Perú se ha destacado por pagar sueldos miserables? ¿Será por nuestro pasado colonial o por nuestro presente de aguda desigualdad social?
Seguramente por los dos: lo primero se expresa en una cultura de servidumbre que construyó una clase dominante insolidaria acostumbrada a pagar mal a sus trabajadores, lo segundo, se ve en nuestra cotidiana incapacidad de incluir en el desarrollo a los sectores menos favorecidos.
Ya se ha demostrado hasta el cansancio que la estructura de salarios en el Perú no permite seriamente pensar en una masa laboral, sana, educada, comprometida con los valores de la democracia, y que es causante de la inadecuada relación de los trabajadores con su centro de trabajo, en el cual no ven realizarse la aspiración de todo ser humano a tener un futuro mejor.
La Organización Internacional del Trabajo ha señalado en el “Panorama Laboral 2009” que en nuestro país se han vivido varios años de bonanza económica que no se ha reflejado en el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores peruanos.Nuestro crecimiento económico ha superado el 7% y el de los salarios del 0% en los últimos dos años.
Sin duda la extendida informalidad ayuda poco a superar este problema pero un gobierno más preocupado por hacer crecer la producción que el bienestar de la gente ayuda menos a sacar al Perú de hoyo.Un salario bajo propicia la desnutrición, el analfabetismo y los bajos niveles de salud en la población de menos recursos, asimismo incentiva la poca identificación con los resultados de la empresa en que trabaja.
Si además, tiene que soportar una inflación que eleva los precios de la canasta básica, el horizonte de los trabajadores peruanos no es promisorio. Sinceramente, con este nivel salarial, excluyendo el de los ejecutivos, ¿creen ustedes, queridos lectores, que se puede hacer un Perú democrático, moderno y solidario?

HAITI Y LA HIPOCRESIA.....

13.01.2010

Haití y la hipocresía César Hildebrandt

Todo el mundo habla ahora de Haití.
Claro, su terremoto llama la atención.
Sus casas destruidas son fotogénicas, su palacio presidencial en escombros es espectacular, sus negros quejumbrosos tienen buena voz.
Y, además, están los aviones y las tropas de Obama, aviones y tropas que Haití conoce muy bien en otras circunstancias nada telúricas.Y los socorristas de todos los países, que llegan de todas partes con su humanitarismo en ristre y sus perros especialistas en distinguir a vivos de muertos.
Con eso y los ayes de los sobrevivientes se harán los noticieros de los próximos días.
Porque Haití puede haber sido semidestruido, pero con sus ruinas se harán periódicos y televisiones. Siempre hay un lado bueno en las desgracias.Porque Haití ahora sí que es noticia.Gracias a lo que el periodismo de entrecasa llama “las fuerzas de la naturaleza”, Haití es hoy noticia.Ha necesitado un terremotazo de grado 7 y con epicentro a 15 kilómetros de Puerto Príncipe para volver a ser noticia.Digamos que Haití ha pagado el peaje tarifario para ser noticia: miles de muertos, miles de viviendas y edificios en el suelo, gente aturdida por doquier, réplicas que no parecen acabar, una polvareda humeante que amenaza su cielo siempre azul.
Pero este país espectral que ahora se luce en las pantallas de cristal líquido es el mismo de siempre: 400 dólares de ingreso anual per cápita, más de nueve millones de habitantes sobre una superficie de apenas 27,000 kilómetros cuadrados, 50 por ciento de analfabetismo, una derecha presocrática empeñada en brutalizar a quien se atreva a intentar cambiar las cosas.
Hundido en la pobreza extrema y crónica, demostración plena de que hay países inviables, Haití es, más allá de males propios, el producto degenerado de años de intervencionismo militar estadounidense.Estados Unidos lo tuvo bajo la bota de su imperio desde 1915 hasta 1934. No parecía ese un destino muy justo para un país que Francia había inventado como fábrica de esclavos desde el año 1697, tras arrebatarle a España parte del territorio colonial de la isla La Española, y que en una gesta sin precedentes, había sido liberado gracias a una guerra liderada por dos esclavos que terminaron derrotando a los franceses el 1 de enero de 1804, el año de su precoz independencia.
Esos dos Espartacos exitosos, esos dos gigantes de la epopeya anticolonial en el Caribe se llamaron Toussaint-Louverture –que moriría en Francia vejado y torturado- y su discípulo Jean Jacques Dessalines, que aplastó a las tropas imperiales francesas en la decisiva batalla de Vertierres.Quizá los problemas de Haití empezaron cuando Dessalines, el primer guerrillero heroico de América Latina, se proclamó, para sorpresa de muchos, emperador.
La trayectoria circular pudo empezar en ese momento.
Papá Doc, esa bestia sanguinaria y rapaz que se proclamó “Presidente Vitalicio” a partir de su elección en 1957, fue un ahijado de Washington. Y lo fue también su hijito y sucesor Jean Claude, el llamado Baby Doc.Cuando eso ya no pudo sostenerse, entonces vinieron las elecciones supervisadas internacionalmente.Y cuando las elecciones encumbraron a Jean Bertrand Aristide, un curita respondón y de izquierdas, entonces Washington frunció el ceño.Pero Aristide no hizo mucho por justificar su fama de cura salesiano expulsado de la Orden por subversivo.
De modo que Washington lo toleró.Lo toleró tanto que hasta ayudó a reponerlo en la silla presidencial tras haber sido depuesto por el golpe del general Raoul Cédras.
Fue en el segundo mandato constitucional de Aristide cuando las cosas se pusieron feas.Aristide restableció relaciones con Cuba, se acercó a la Venezuela de Chávez y propuso algunas tímidas reformas.
Estados Unidos respondió como siempre, aunque esta vez el golpe de Estado fue encubierto y tuvo una pincelada de sofisticación: en febrero del 2004 Aristide se vio obligado “a renunciar a su cargo” y fue embarcado en un avión bajo la vigilancia de una misión multinacional. Se exilió en la República Centroafricana y, más tarde, en Sudáfrica.
Ayer Aristide, lamentando la tragedia de su país por lo del terremoto, reiteró lo que todos sabíamos: que Estados Unidos estuvo detrás de su derrocamiento y que aquella “renuncia” fue una farsa.Pero ese es el Haití que no es noticia.
Porque ni la violencia imperial ni el hambre ni la miseria como norma ni la corrupción como endemia ni el dolor silencioso de los miserables son noticia.¿Haití ha sido destruido por un terremoto?
No lo creo.
Haití vive en estado de cataclismo institucional y nadie dice nada