15/03/2010 - 00:00
La pandilla de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos está de regreso, de la mano de Alan García. En vísperas de las elecciones, arremeten sin pudor.
El intento de José Enrique Crousillat de asaltar América TV es un nuevo hito en la escalada de la mafia que gobernó y saqueó el país la década de 1990. Panamericana TV ya está en manos de la familia Shutz y, según el diario La Primera, los hermanos Winter están afanados en volver a capturar Frecuencia Latina.
Se trata de algo más que los negocios particulares de cada uno de esos grupos. En la antesala de las elecciones, los medios de comunicación se vuelven centrales para las pretensiones del fujimorismo de regreso al poder.
Lo más importante es que no están solos. Tienen un ángel de la guarda en Palacio de Gobierno.
Roba pero hace obra
Fue evidente desde el comienzo del gobierno la alianza entre Alan García y el fujimorismo. Esa sociedad va mucho más allá de la necesidad táctica de contar con sus votos en el Congreso. El Apra maneja a su antojo un Parlamento corrupto y mediocre, el peor de la historia reciente, y podía haberlo hecho sin necesidad del fujimorismo o, en el peor de los casos, negociando pequeñas concesiones.
Las cosas han ido tan lejos porque García así lo ha querido. Se trata, en primer lugar, de una apuesta política de más aliento que el de manejar el Congreso, y en segundo lugar, de una empatía que trasciende sus maniobras políticas.
García ha desarrollado una secreta admiración por Fujimori y Montesinos, por su manejo inescrupuloso y corrupto del Estado, y por la popularidad que aún mantiene el ex dictador. Por eso García trata de imitarlo. Ahora se ha dedicado a hacer obras, inaugura hospitales por todas partes, remodela las antiguas Uni-dades Escolares del general Manuel Odría, dice que entrega agua para todos.
En suma, se ha convencido de que tiene que seguir el ejemplo de Fujimori y Odría: hacer obra. De esa manera, cree que a nadie le importará si encabezó un gobierno corrupto; la gente lo recordará por sus obras. Y podrá volver a la presidencia el 2016.
El jefe y el acólito
El indulto a Crousillat se basó en una patraña evidente, pero nadie sorprendió a García con esa simulación. Él trabajó pacientemente el operativo, como han recordado Paola Ugaz y Jacqueline Fowks de IDL Reporteros. La hija de Crousillat, Marisol, entró a trabajar en el canal del Estado (IRTP) con Ricardo Ghibellini, antiguo empleado y socio de los Crousillat e íntimo de García, que lo acaba de nombrar embajador en Brasil.
García los condecoró a ambos con la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos.
Es decir, García, que se vinculó a los Crousillat desde tiempo atrás, indultó a José Enrique a sabiendas de que no estaba grave ni moribundo y, por supuesto, no es ajeno a la maniobra de asaltar América TV.
Lo que no calculó fue el rechazo tan fuerte al intento y el hecho de que algunos apristas, temerosos de que fracase la maniobra y ellos queden enfrentados con poderosos medios de comunicación en la antesala de las elecciones, se desmarcaran rápidamente.
Eso ha ocurrido con Jorge del Castillo, Mercedes Cabanillas y otros dirigentes.
En el caso del Tío George hay que añadir su enconada disputa con un sector del fujimorismo.
Finalmente, el operador del indulto, el ministro de Justicia Aurelio Pastor, se quedó solo en la defensa de lo indefendible.
Pastor no le hace ascos al fujimorismo. De hecho él renunció al Apra en agosto del 2000, cuando parecía que Fujimori se quedaba, y entró a trabajar como empleado de un congresista fujimorista. Pero cuando la dictadura se derrumbó, regresó corriendo al Apra apadrinado por Del Castillo.
Ahora hay un amplio consenso de que debe renunciar. Pero él no lo hará porque carece de vergüenza y dignidad.
Será necesario que García lo eche, cosa que eventualmente podría ocurrir si el presidente estima que, para calmar el vendaval, debe entregar la cabeza de su acólito.
Nefasta asociación
Otro detalle inesperado que complicó a García fue la descarada exposición de Crousillat y su asociación con un facineroso que es el que le puso al abogado y preparó la demanda.
Solo un desequilibrado puede tratar de encausar a 56 personas, como solicita la demanda penal de Crousillat. No es difícil rastrear al autor si pone en el centro de la acusación al ex procurador José Ugaz.
El malhechor en cuestión ya había tenido una relación delincuencial con Crousillat cuando servía como funcionario a la dictadura de Fujimori. Y ahora se ha asociado con él en el asalto a América TV, con la perspectiva de obtener una participación si la maniobra tiene éxito.
Pero su torpe accionar ha estorbado el propósito del titiritero de Palacio.