La presión del Apra sobre el Poder Judicial para que acelere los procesos vinculados a sus militantes va a aumentar. Alan García ya lo había reclamado un par de veces. Pero ahora el tema se vuelve casi un asunto interno del partido.
García ha actuado en base a una presunción de culpabilidad apoyada en indicios preocupantes, pero no sancionados por una investigación judicial. Los acusados del Apra van a exigir celeridad a un Poder Judicial que ha venido arrastrando los pies.
Como los audios con denuncias van a seguir saliendo al mercado, el Apra se va a enfrentar a un tema de equidad, en la forma de un reclamo de trato igual para situaciones iguales. Es decir que todo denunciado con indicios tendría que dejar su cargo dirigente o suspender su militancia.
No es nada descartable que lo sucedido produzca una aceleración del proceso de destapes dosificados en curso. Más todavía ahora que al efecto de demolición de la imagen del gobierno se ha añadido su conversión en mecanismo de zanjamiento de diferencias internas del Apra.
La atención del público se ha trasladado rápido de los destapes mismos a los efectos que estos van a ir teniendo sobre la marcha del aprismo, y por extensión del gobierno. El pedido de vacancia presidencial de los nacionalistas y el rumor de un adelanto de elecciones son sintomáticos de esto.
El escenario electoral del partido ha quedado comprometido. Se fortalece un poco la posibilidad de que el Apra simplemente no presente candidato al 2011 y se concentre en su campaña parlamentaria. Cada vez menos compañeros sienten deseos de candidatear en octubre.
No es descartable que estos sucesos les terminen de dar el margen de victoria a candidatos regionales no apristas en varios lugares donde la competencia está ajustada. No solo por el descrédito implícito, sino por la silenciosa división entre bandos apristas ahora más enconados que antes.
A pesar de que García es el obvio ganador de la jornada, hay facetas pírricas en su triunfo. Por ejemplo, se ha hecho mucho más evidente su dependencia respecto de sectores externos al Apra, algo que de acusarse tendrá efectos impredecibles sobre su imagen.
La caída en desgracia de Jorge del Castillo y Omar Quezada arrastra otras, no publicitadas pero efectivas, de un grupo de dirigentes debajo de ellos. Lo cual va a exigir un reacomodo de todos los actores por la vía asambleística, a la brevedad posible.
La conformación de un nuevo gabinete con rostros nuevos de independientes, que estaba en los planes de García, asume un rostro de castigo a los apristas, y en esa medida se vuelve más difícil de llevar adelante. Sobre todo si las cosas no se han terminado de arreglar para julio