domingo, 31 de enero de 2010

Mejoran las economías latinoamericanas, salvo dos

Por: Jorge G Castañeda Ex canciller Mexicano
31 Enero 2010

Mientras buena parte de América Latina parece estar emergiendo exitosa, aunque lentamente, de la crisis financiera y económica de 2008-2009, destaca un par de grandes excepciones.
La región verá un crecimiento de entre 3 y 4% este año, y sus mayores economías, México y Brasil, recuperarán parte (México) o casi todo (Brasil) el terreno que perdieron el año pasado.
Pero Argentina y Venezuela parecen estar arruinando sus oportunidades de regresar al crecimiento y estabilidad, en ambos casos por razones políticas similares.
La situación argentina quizá sea la menos inquietante, en parte porque el país ha acostumbrado a los mercados mundiales, los inversores extranjeros y sus propios habitantes a una economía llevada a extremos peligrosos de un tipo que rara vez se ve en otras partes, incluso en América Latina.
Después de haber suspendido los pagos de su deuda en 2002, experimentando una hemorragia financiera masiva posteriormente en esa misma década, redescubrió la ruta hacia tiempos mejores gracias a un auge mundial de las materias primas o “commodities” (particularmente soya), una macrodevaluación de su moneda y una rebaja marcada en los pagos a sus acreedores.
Pero hizo todo esto al precio de manipular el índice inflacionario, imponer impuestos sobre las exportaciones de las empresas agrícolas e interferir con la autonomía del Banco Central. A últimas fechas ha estado haciendo algo más que interferir.
La presidenta argentina Cristina Fernández y su esposo, el ex presidente y ahora aspirante a futuro presidente Néstor Kirchner, son sumamente ambiciosos, pero enormemente impopulares hoy en día. Esperan perpetuar su sociedad de relevos en la presidencia, y para lograr esto tienen que gastar mucho dinero internamente.
Para hacer lo anterior —sin elevar excesivamente los impuestos— necesitan acceso renovado al crédito exterior y, para obtenerlo, deben resolver sus problemas con acreedores a quienes no han pagado, los que no cedieron, y estar en condiciones de cumplir cómodamente sus obligaciones extranjeras este año.
La única forma de cuadrar estos círculos era saquear las considerables reservas de divisas duras del Banco Central y obtener US$6.500 millones. Pero el gobernador rehusó, Fernández lo despidió, un juez suspendió su despido y el caos hizo erupción. Casi seguramente, “los K”, como son llamados los Kirchner en Buenos Aires, ganarán esta batalla, pero a un precio muy alto. Estarán poniendo el peligro una recuperación que estaba en proceso pero no garantizaba su supervivencia indefinida en el poder. Así pues, recurrieron a un manejo estrictamente político de las finanzas de la nación. Esto podría funcionar, pero ciertamente resultará costoso a la larga.
Por su parte, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, sin duda ha descubierto lo costoso que puede ser, y no precisamente a la larga. Ha mantenido un tipo de cambio sobrevaluado durante años, en parte para mantener modestamente feliz a sus clases medias alienadas —gracias a importaciones baratas de todos colores y tipos— y ha podido financiar la subsecuente profunda brecha comercial mediante sus enormes ingresos petroleros. Pero finalmente se le ha acabado el margen de maniobra.
El diferencial entre el tipo de cambio oficial, previamente de 2,15 bolívares por dólar, y el tipo de cambio del mercado negro, que en ocasiones alcanzó los 7 bolívares, así como la fuga de reservas, llegó a ser inmanejable. El 8 de enero finalmente se vio obligado a devaluar la moneda —algo que había prometido repetidamente que nunca pudiera hacer— lo que provocó un torrente de protestas, preocupaciones y conflictos a lo largo y ancho de Venezuela.
Hizo esto, además, en una forma tradicionalmente populista y política. Chávez creó un sistema de tipo de cambio de dos niveles, con una tasa para las importaciones “esenciales” (2,60 bolívares por dólar) y otra para todo lo demás (los llama “bienes de lujo”) de 4,30 bolívares por dólar. Este mecanismo, que ha sido intentado antes en casi todos los países de América Latina en uno u otro momento, siempre fracasa.
Las filtraciones de un tipo de cambio a otro, el brote de transacciones en el mercado negro, la reetiquetación de bienes de una lista a otra y la inevitable corrupción que genera en la burocracia encargada de administrar el sistema consistentemente han llevado al desastre.
Lo que es aún peor es que cualquier devaluación en América Latina, y particularmente en un país que importa prácticamente todo lo que consume y está acostumbrado a consumir mucho —se rumora que Venezuela encabeza al mundo en importaciones per cápita de whisky escocés—, genera una espiral inflacionaria fuera de control.
Esto ocurrió de la noche a la mañana en Caracas, cuando la gente entró en pánico y recurrió a compras masivas de bienes electrónicos, temerosa de que se elevaran de precio (como casi seguramente sucederá). Chávez trató de impedir el alza de precios con discursos y después envió a los militares a las tiendas para tratar de hacer que los precios recuperaran sus niveles del tipo de cambio anterior. Sobra decir que esta estrategia está condenada al fracaso. Si el Ejército realmente emprende la tarea de controlar los precios, todo lo que hará será expulsar los bienes de las tiendas hacia la calle y el mercado negro.
Chávez probablemente sobrevivirá a esta devaluación, que junto con los cortes de electricidad y la caída de su popularidad representan la peor crisis que ha enfrentado desde la huelga de 2003 en la empresa nacional petrolera. Pero, como los Kirchner en Argentina, pagará un precio por sobrevivir, y por haber politizado la política económica a tal grado que se necesitará mucho tiempo y dinero para reconstruir lo que ha destruido.
Hay dos formas de manejar una crisis económica: la forma correcta y la forma Chávez/Kirchner, esta última un contraste marcado con la de otros países de América Latina hoy en día.

2010 Jorge G. CastañedaDistribuido por The New York Times Syndicate Exclusivo para El Comercio en el Perú

¿Quo vadis, Haití?

ANÁLISIS

Por: Farid Kahhat Internacionalista *
31 Enero 2010


Las citas que siguen provienen de la segunda página de la edición del 21 de enero de este Diario: “El director ejecutivo del FMI, Dominique Strauss-Khan, sugirió algún tipo de Plan Marshall a favor de Haití”. Acto seguido, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, sostuvo que “no es suficiente con reconstruir el país tal como estaba antes, ni caben los arreglos cosméticos. Hay que ayudar a construir un mejor Haití”. Por último, al referirse al envío de un nuevo contingente de tropas hacia Haití, el vocero del Departamento de Estado, George Adams, dijo lo siguiente: “El presidente Obama ha dicho que estamos comprometidos con Haití a largo plazo. Entonces, supongo que vamos a estar años; todo lo que tome recuperarse”. ¿Cuál es el problema con esas declaraciones? Que en todas ellas se pretende avizorar el futuro de Haití, sin mayor referencia a los haitianos.
Podría alegarse que la absoluta incompetencia de la élite política haitiana explica el hecho de que ese país se haya convertido en un protectorado de la ONU. Podría añadirse, además, que ese mandato coexiste desde el 2006 con un gobierno elegido por voto popular al cual se consultan las decisiones fundamentales.
Pero esos argumentos tienen algunos bemoles. En primer lugar, EE.UU. no es del todo inocente en lo que a Haití se refiere: sus tropas ocuparon ese país entre 1915 y 1934, y sucesivos gobiernos estadounidenses mantuvieron luego buenas relaciones con la satrapía de los Duvalier, la que dispuso a discreción del país durante 28 años. En segundo lugar, la presencia de fuerzas internacionales fue precedida en el 2004 por lo que habría sido una pantomima: la pretensión de que Jean Bertrand Aristide, el presidente electo de Haití, había renunciado al cargo, cuando múltiples indicios (incluido el testimonio del propio Aristide) indicaban que había sido derrocado. En tercer lugar, ¿qué atribuciones puede ejercer un gobierno que tiene en la cooperación internacional su principal fuente de ingresos y que no ejerce ningún control sobre las Fuerzas Armadas que operan en su territorio? ¿Y qué condiciones estaría en capacidad de imponer a la presencia internacional tras un terremoto que ha destruido incluso el palacio presidencial?
En cualquier caso, los nuevos contingentes de soldados estadounidenses no son parte de las fuerzas que operan bajo mandato de las Naciones Unidas. De hecho, han privado manu militari a la ONU de algunas de sus atribuciones: en la misma página antes citada de este Diario se indicaba que “el escuadrón de socorristas peruanos se quejaba de que no había podido salir porque les habían informado que los vehículos ya no debían solicitarlos a Naciones Unidas sino al mando estadounidense. Nunca les enviaron uno”. Y esas tropas fueron enviadas con base en información cuando menos discutible sobre la situación en Haití: según declaraciones del jefe interino de la misión de la ONU para Haití, Edmund Mulet, “no ha habido saqueos generalizados ni bandas de jóvenes atacando y controlando la ciudad, como algunos medios han difundido de forma irresponsable”.
Todo ello dista de ser trivial desde que en el 2004 la administración Bush creara la Oficina de Coordinación para la Reconstrucción y Estabilización. Diseñada para operar en países devastados por guerras o desastres naturales, su mandato incluía hacer de ellos estados “democráticos con economía de mercado”. Aun si uno considera deseables esos objetivos, hay dos razones por las cuales los precedentes no son promisorios: primero, por la voluntad de aprovechar momentos de conmoción social para adoptar reformas estructurales bajo el menor escrutinio público posible. Lo decía con una candidez inusual un documento del Banco Mundial tras la destitución de Aristide: “El Gobierno de Transición provee la oportunidad de implementar reformas en materia de gobernanza económica [...] que le sería difícil desmantelar a un futuro gobierno”. La segunda razón podría tener nombre propio: Halliburton. Es decir, una empresa con conexiones políticas que obtuvo unos 10.000 millones de dólares en contratos entre Afganistán e Iraq, la mayoría de ellos en procesos sin licitación.

CATEDRÁTICO DE LA PUCP

"Cantar victoria es el peor riesgo", dice Porter

31.01.2010

Por. Porter
CATEDRÁTICO DE HARVARD BUSINESS SCHOOL

El experto se reafirma en sus críticas a la economía peruana


El hecho de que el Perú haya mejorado su rendimiento económico resulta indiscutible y alentador. Con la implementación de sólidas políticas macroeconómicas, el país ha dado grandes pasos durante la década pasada hacia la superación de su larga historia de inestabilidad económica. Esto le ha permitido capear la crisis global actual y convertir su economía en una de las más resistentes del hemisferio occidental en los últimos años.
Sería fácil declarar que el Perú es un éxito económico; sin embargo, cantar victoria puede convertirse en el mayor riesgo de cara al país y sus líderes. De ningún modo se puede asegurar que se mantendrán las tasas de crecimiento obtenidas recientemente, ello ni siquiera es probable. Si bien el “boom” de los “commodities” ha llevado a un crecimiento en el corto plazo, la prosperidad por ciudadano se mantiene a niveles bajos, el desempleo persiste a pesar del rápido crecimiento, y cerca del 60% de la población rural vive por debajo de la línea de pobreza.
La recuperación de precios de los “commodities” desde su desplome ocurrido en el 2008 es ciertamente bienvenida, pero el verdadero trabajo para crear un futuro auspicioso para el Perú recién ha comenzado. El país debe mejorar sustancialmente su competitividad o la economía no tendrá un crecimiento sostenido, no generará empleos, ni mejorará el nivel de vida de la población. Si se continúa dependiendo de los “commodities” como impulsadores de la economía, se acabará en un callejón sin salida. El Perú debe, en lugar de ello, adoptar una estrategia económica y social integral para lograr transformar la economía, basándose en las ventajas únicas del país.
PROGRESO ECONÓMICONinguna economía nacional puede avanzar sin estabilidad macroeconómica, la cual crea condiciones de inversión tanto para empresas nacionales como para inversionistas extranjeros. El Perú ha progresado bastante en su gestión macroeconómica, incluyendo un fuerte compromiso para reducir la deuda pública, lograr el equilibrio presupuestal y crear un fondo de estabilización. Asimismo, el país ha liderado a la región en la apertura de la economía hacia el comercio y la inversión extranjera y en la protección de inversionistas. Según el Banco Mundial, el Perú es el primer país latinoamericano en protección de inversión extranjera, lo cual ha generado un significativo incremento de flujos de capital en la economía, que han superado los US$6 mil millones tan solo en el año 2009.
La estabilidad macroeconómica del Perú sigue siendo excesivamente dependiente de los “commodities”; de hecho, un tercio del ingreso fiscal proviene de fuentes relacionadas con estos.
El país ha logrado además importantes progresos en ciertas áreas del ámbito empresarial, particularmente con relación a la solidez de sus bancos y mercados financieros, la protección de los derechos civiles, la libertad empresarial y la propiedad privada. Asimismo, ha realizado algunas mejoras de infraestructura, incluyendo la Carretera Interoceánica, cuyo fin es aumentar el volumen de comercio entre el Perú, Brasil occidental y el norte de Bolivia. Una emergente clase media está cada vez más consciente de la calidad de los productos y demanda altos estándares en términos de servicios.
RETOS MÁS PROFUNDOSA pesar de este progreso, el país sigue siendo muy poco competitivo en muchos campos, lo cual limitará seriamente su capacidad para continuar creciendo económicamente y, especialmente, de mejorar el nivel de vida de su población.
Las compañías peruanas tienen que asumir costos extremadamente altos para hacer negocios, desde lidiar con un sistema impositivo ineficiente y con la dificultad de hacer cumplir los contratos hasta enfrentar retos para contratar a sus trabajadores. La carga impositiva y las regulaciones laborales, por ejemplo, se encuentran entre las más pesadas del mundo: el país figura en los puestos 135 y 158, respectivamente, según la medición de la publicación “Doing Business” del Banco Mundial.
Si bien se ha logrado cierto progreso, los negocios peruanos se encuentran atados de pies y manos por la baja calidad de la infraestructura física (aire, tierra y mar), así como por un inadecuado suministro de electricidad y agua. El Gobierno del Perú necesita invertir una mayor proporción de su PBI en infraestructura pública, como también debería alentar al sector privado para que tenga una mayor participación en temas de infraestructura. El Perú sufre además de servicios públicos de baja calidad y de falta de independencia en el Gobierno.
El sistema educativo está quebrado. Sin una educación y sin un sistema de capacitación de mano de obra eficientes, los peruanos jamás serán capaces de lograr mejores salarios. En regiones pobres lidiar con la falta de educación, salud y nutrición resulta especialmente urgente si se quiere reducir las disparidades en el desarrollo humano y crear oportunidades económicas equitativas para todos los grupos socioeconómicos. Además de las debilidades relacionadas al capital humano, se invierte de manera insuficiente en ciencia y tecnología.
La corrupción sigue significando una importante desventaja para los negocios. Resulta esencial enfrentar la perversa corrupción en todos los niveles de gobierno si se aspira a un crecimiento empresarial más allá de la minería; asimismo, se debe contar con una eficiente inversión del capital de la nación y un gobierno eficaz. Igualmente importante resulta proteger de manera decidida los derechos de propiedad (tanto física como intelectual), algo esencial para impulsar la inversión y la innovación. La estabilidad política del país se ve desafiada por el crimen organizado en la forma del tráfico de drogas y por el predominio de la delincuencia común.
Las iniciativas de desarrollo a nivel sectorial deberán tener un rol protagónico en la política económica del país con el fin de fomentar ese nuevo desarrollo económico que se necesita de manera tan urgente. En lugar de escoger ganadores, el sector empresarial y el Gobierno deben colaborar para ayudar a crecer a todas las industrias existentes y emergentes en el Perú, a través de regulaciones menos engorrosas, mejorando sus capacidades e impulsando su internacionalización.
Cada región del Perú necesita una estrategia clara para construir una economía propia y única basada en las fortalezas locales. La descentralización y una mayor responsabilidad en el ámbito local son el camino correcto para enfrentar las inequidades sociales y económicas entre la sierra y la costa. Optimizar los vínculos físicos a lo largo del país mejorando la infraestructura logística entre las diferentes regiones y elevar la capacidad de planeamiento, diseño e implementación de políticas de desarrollo por parte de los gobiernos locales son pasos esenciales dentro de este proceso.
El Perú necesita fomentar relaciones más cercanas con sus vecinos para coordinar políticas de desarrollo económico más allá de sus fronteras. En una región que se consume en debates ideológicos sobre los beneficios de la integración internacional, el Perú está posicionado para convertirse en el trampolín de todas aquellas empresas sudamericanas que deseen acceder a los mercados norteamericanos y asiáticos. Por lo tanto, debe continuar con su agenda de liberalización comercial, pero entendiendo que los acuerdos de libre comercio por sí solos no hacen que un país sea competitivo. Los acuerdos de libre comercio generan oportunidades para que las compañías productivas logren acceder a otros mercados y para que las empresas extranjeras inviertan en el país, pero esto solo ocurrirá si el Perú puede ofrecer un ambiente competitivo para los negocios.
ESTRATEGIA ECONÓMICAEn estos tiempos de transición económica, la prioridad nacional para el Perú es crear e implementar una estrategia económica nacional. La nación no puede resolver todos sus retos de competitividad de inmediato, pero debería crear una agenda estratégica priorizada para la próxima década, que sea entendida por todas las partes de la sociedad y en relación con la cual se pueda medir el progreso.
Una estrategia económica para el Perú debería basarse en las fortalezas únicas del país, mientras enfrenta las dificultades que limitan su productividad. La nación no debe imitar las políticas de otros países, sino crear su propio camino a seguir.
El Perú es un país de gran potencial, pero se necesitará una nueva relación entre los sectores público y privado para poder cumplir con esta promesa. La tarea del Gobierno es generar un entorno empresarial en el cual el sector privado pueda competir y prosperar. La comunidad empresarial, por su parte, deberá asumir un rol mucho más importante, dirigiendo y apoyando la mejora de la competitividad; la misma tarea tienen los sindicatos y universidades.
La única forma de crear un futuro más promisorio para todos los peruanos consiste en elevar la competitividad del Perú. Con estabilidad, ímpetu y una creciente confianza en sí mismo, este es el momento para que el Perú enfrente el reto de la competitividad.

(*) CATEDRÁTICO DE HARVARD BUSINESS SCHOOL

EsSalud, al banquillo

Dom, 31/01/2010 Por Federico Salazar

EsSalud destituyó a dos traumatólogos del Hospital Alberto Sabogal. Amputaron la pierna sana a un paciente al que tenían que haberle operado la otra pierna. Al final, el paciente, un anciano de 86 años, quedó sin ninguna pierna.
Jorge Villanueva Morales había advertido a los médicos que la pierna que se disponían a intervenir era la que estaba bien. No le hicieron caso. No pudo insistir por efectos de la anestesia.
Tenemos que saber qué pasó exactamente en esa sala de operaciones. Hay que verificar las versiones de los que estuvieron ahí.
Los médicos tendrán que ser sancionados. Si no son sancionados, haremos que sea muy fácil cometer semejante barbaridad.
Los médicos debieron verificar, antes de operar, la historia clínica. Ahí tenía que decir qué pierna debía ser operada. Es elemental.
Más aún, un pie ulcerado o necrosado se ve y hasta se huele. Los traumatólogos Álex Tapia Tarifa y Rubén Dulanto Santa Cruz cometieron la negligencia de no fijarse.
La sanción no sólo debe ser drástica en el ámbito penal. También lo debe ser en el profesional. El Colegio Médico ha dicho que podrían retirarles el título profesional.
Si se verifican los hechos y la negligencia, tiene que ser así. No se ha dicho, sin embargo, qué sucederá con EsSalud. No sabemos cuál va a ser la sanción o el cambio radical que tiene que suceder en esa institución.
Los traumatólogos negligentes son hijos de un sistema negligente. Se programan operaciones sin el tiempo suficiente para que el médico converse con el paciente o los familiares.
Los pacientes son tratados, muchas veces, como ganado. Eso no viene de los médicos, sino de la institución. ¿Qué esfuerzos ha hecho EsSalud para que eso cambie? ¿Qué modificación institucional ha prometido después de este caso?
En los hospitales debe haber protocolos de procedimiento quirúrgico. Deben ser publicados para que los pacientes y contribuyentes puedan acceder a ellos. De esa manera podemos saber si las cosas van bien o no.
¿Ha revisado EsSalud si se siguió el protocolo? ¿Nos ha mostrado el protocolo del Hospital Sabogal? ¿Tiene EsSalud un protocolo escrito y detallado para las intervenciones quirúrgicas en general?
Si lo tiene, ¿qué ha hecho EsSalud para que los asegurados lo conozcamos? ¿Qué ha hecho, después de esta tragedia, para mejorar todo el proceso de atención?
Hay que enjuiciar a los médicos, pero también a EsSalud. De manera ejemplar. Si no lo hacemos, se seguirá convirtiendo a los médicos en funcionarios de la inhumanidad.

“La transición inconclusa” y Humala

Dom, 31/01/2010 Por Martín Tanaka

La semana pasada comenté el reciente libro de Alberto Adrianzén, La transición inconclusa, y terminaba diciendo que es inevitable relacionar los planteamientos del mismo con el reciente respaldo del autor, junto a otros profesionales de izquierda, a la candidatura presidencial de Ollanta Humala.
Si el diagnóstico es que de lo que se trata en el Perú de hoy es de romper con la continuidad neoliberal y de refundar la política mediante una asamblea constituyente plenamente soberana; si es que se piensa que la candidatura de Humala es la única opción “realmente existente” y viable después del fracaso de las candidaturas de izquierda en 2006; y si es que se confía en que esta vez se superarán los problemas de una candidatura improvisada, entonces ese respaldo parece lógico.
Lo que suena extraño para mí es que muchos de quienes apoyan hoy a Humala antes trabajaran en los gobiernos de Valentín Paniagua y de Alejandro Toledo (haciéndolo muy bien, dicho sea de paso). ¿Cómo se entiende esto? En su libro Adrianzén señala que con Paniagua habríamos vivido la posibilidad de una “refundación republicana”, un pacto antiautoritario que expresara la “nueva mayoría política” forjada en el combate al fujimorismo; mientras que con Toledo habríamos tenido la continuidad tanto del modelo económico como de viejas prácticas políticas (p. 187-189). Así, de las potencialidades de la transición se justifica el apoyo a Paniagua o Toledo, y de las limitaciones aparecidas conforme avanzó el gobierno de Toledo se justifica el alejamiento de este y el actual apoyo a Humala.
Sin embargo, ¿no suena ingenuo el haber pensado que Toledo haría el tipo de cambios que ahora plantea Ollanta Humala? No me parece justo acusar a Toledo de “traicionar” un programa radical que nunca fue suyo. Esto solo es posible mediante la construcción, un tanto artificiosa, de un “programa de la transición”, respaldado por una ‘mayoría política” que me parece solo existió como proyecto en la cabeza de algunos, pero no en la realidad ni en las intenciones de Paniagua o Toledo. En realidad, me parece que el respaldo a Humala no se deduce de la “transición inconclusa”, sino de la radicalización que han experimentado algunos en los últimos años, al calor de la oposición al actual gobierno de García.
El problema con esto es que parece confirmar un patrón según el cual la izquierda, incapaz de crear partidos propios mínimamente viables, según las coyunturas ingresa y trata de controlar e imponer sus agendas a liderazgos y grupos ajenos, pero los abandonan cuando se debilitan, para buscar nuevos. ¿No sería mejor para la izquierda apostar por un proyecto propio, aunque fuera de largo plazo? Y si no, ¿no habría sido más consecuente integrarse y apostar por fortalecer el Partido Nacionalista? Respaldar una candidatura, pero no un partido, no contribuye a reducir el caudillismo ni a fortalecer nuestras precarias instituciones.

Proliferación de partidos debilita a la democracia

31.01.2010 Por Sinesio Lopez

“Desde 1989 los partidos políticos en el Perú se encuentran en crisis”, dice López.

El sociólogo Eduardo Toche apunta que las agrupaciones políticas pasajeras es consecuencia de la crisis y el desprestigio que afecta a los grandes partidos.
“Desde 1989 los partidos políticos peruanos se encuentran en crisis. Lo que existe ahora son membretes, sin vida institucional y sin verdaderas organizaciones de partido”, manifestó.
Añadió que esta situación ha llevado a que los partidos que antes eran nacionales, dejen de serlo, y que los frentes regionales crezcan como “hongos”.
“No hay ningún partido que tenga en estos momentos una vigencia nacional ni pueda reclamarse como una fuerza nacional, ni siquiera el APRA”, dijo. López consideró que este estado de cosas, de crisis en los partidos y donde lo que más abunda son las organizaciones regionales, atenta contra la democracia misma, que exige más bien un pluralismo limitado, con no más de tres o cuatro grandes partidos a través de los cuales se pueda expresar la población.
En opinión del también sociólogo Eduardo Toche, de Desco, la crisis y el desprestigio que afectan a los grandes partidos ha dejado mucho espacio para el surgimiento de opciones pasajeras, efímeras, sobre las cuales después no se pueden hacer grandes controles.
No olvidemos, dijo, que en los últimos 20 años han ganado la presidencia de la República personas carentes de trayectoria política.
“Esta no es una buena señal”, estimó.
Ahora, lo que vemos es una falta de oferta electoral de los partidos, pero también una gran falta de institucionalidad.
En el contexto descrito, el sistema electoral no ayuda a corregir esta distorsión, sino que la facilita y fomenta, continuó analizando Sinesio López. Por ejemplo, esto ocurre con la instauración de una segunda vuelta electoral para la elección de los presidentes regionales, promovida por el gobierno, que multiplica enormemente el número de los movimientos que aspiran alcanzar ese cargo.
Todos quieren competir, alentados por la ley, porque piensan que si no la agarran en la primera vuelta, la agarran en la segunda, dijo.
Ley 29740 La ley 29740 promulgada en diciembre pasado, establece una segunda vuelta electoral en las elecciones regionales, en caso de que ningún candidato obtenga el 30 por ciento de los votos, y la norma motivó el rechazo de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales, por considerar que tiene la clara intencionalidad de influir en el próximo proceso de los comicios regionales. López vaticinó que las elecciones para renovar los cargos regionales que tendrán lugar el 3 de octubre serán entonces enormemente competitivas, pues muchos movimientos regionales tratarán de pasar a la segunda vuelta.
Esvieta
Topovich Redacción

Los felinos de Castañeda

Por Cesar Hildebrandt

El señor Luis Castañeda Lossio está convencido de que no pasará nada, así su segundo de a bordo se aparezca con un sorprendente BMW azul cuando el sueldo no le alcanza ni para comprarse el Hyundai que también tiene.El señor Castañeda Lossio tiene metido en la cabeza el ejemplo de Fujimori, a quien sirvió en el Seguro Social. Y el ejemplo de Fujimori es claro: en el Perú, robar no es un problema. La lasitud moral del peruano promedio permite que un Castañeda desaparezca 21 millones de soles, sustraídos de Relima, y siga con una aprobación de ochenta y tantos por ciento; o que un García regrese cual hijo (o papá) pródigo; o que un Kouri dé lecciones de civismo y aspire a suceder, precisamente, a Castañeda, con un apoyo mercenario que te da ganas de vomitar.El Perú se descompone y por eso buena parte de su política tiene ese aspecto violáceo y muerto que a tantos extranjeros sorprende. Es en ese espacio gangrenado donde Castañeda y Kouri compiten con denuedo por el segundo puesto. El primer puesto pertenece, sin discusión alguna, a Alan García.Dicho esto, sólo me cabe informar a mis lectores que tengo en mis manos, gracias a fuentes anónimas, dos Acuerdos de Concejo del municipio de Lima.Gracias al primero, fechado el 2 de abril del 2009, me entero de que el señor Castañeda se endeuda, como alcalde y en nombre de la corporación edil, con el Banco de Crédito del Perú.En efecto, según el documento, la Municipalidad de este mudo que algún tendrá que cantar aprueba el préstamo que le ha ofrecido el Banco de Crédito del Perú y que alcanza el increíble monto de 134 millones de soles.El préstamo que los Romero le hacen por lo bajo a Castañeda –por lo bajo porque todo esto tiene los visos de una operación secreta- tendrá que ser reembolsado en dos años –o sea a la velocidad del usurero- y supone un interés de 10 por ciento anual.Es decir que Castañeda le hace ganar al BCP más de 26 millones de soles en intereses en un lapso de 24 meses, plazo que vence en marzo del 2011.¿Y por qué Castañeda dispone así de los dineros que sólo debería administrar con pulcritud y disponer con respeto?Primero, porque Cas tañeda hace lo que le da la gana. Segundo, porque es un buen negocio entre él y el BCP y no tengo duda de que el alcalde de Lima obtendrá de este modo su enésima tajada. Tercero, porque tiene adormecidos, a punta de dietas suculentas, a todos los regidores y regidoras del municipio metropolitano (incluyendo a apristas y a humalistas). Y cuarto, porque se sabe impune ante la prensa, que recibe lo suyo en publicidad muchas veces innecesaria.¿No le alcanzan a Castañeda los impuestos que cobra, lo que recauda la Banda del SAT, las transferencias del gobierno de García a través del MEF, los flujos de Invermet, el chorro inagotable de Emape, los préstamos del Banco Mundial, el saqueo a las notarías y ciudadanos en relación a la alcabala, el financiamiento de la Corporación Andina de Fomento?No, no le alcanzan. Por eso acude en secreto al BCP, su banco de confianza, y a la luz de una vela, cerca de una maritornes, en una posada, se deja tentar por la suma de 138 millones, 489 mil y veintiocho soles.El acuerdo que cito ni siquiera especifica qué obra vital, que urgencia de Defensa Civil o de transporte se afrontaría con el dinero usurario del BCP. Se dice apenas que esa plata se aplicará “en obras viales y no viales”, lo que resulta tenebrosamente general.Sin embargo, unas manos igualmente mágicas me consiguieron un segundo documento. Tiene fecha del 22 de diciembre del 2009 -cerquita de Papá Noel, los reyes magos y el siempre dadivoso Alibabá- y da cuenta de uno de los proyectos beneficiados con la plata del préstamo del BCP.Ese proyecto se llama “Construcción de los Ambientes de Hábitat, Exhibición y Refugio de los Felinos en el Parque de las Leyendas”, o sea algo así como “jaulas para tigres y leones”.El Acuerdo del 22 de dieciembre del año pasado señala que ese proyecto, que ocho meses atrás valía 5’996,401.56 soles, ha subido de precio y ahora cuesta 6’591,000 soles, “es decir –dice el propio texto- un incremento del 9.92%”.El texto, que firman el judiciable Parra y el interrogable Danos –teniente alcalde y secretario general del municipio respectivamente- no dice por supuesto por qué demonios el proyecto se ha incrementado en 10%, desde su fecha de presentación en abril del 2009, ni en qué consiste esta maravilla tan cara ni a qué reserva keniana se parecerá ni qué extensiones abarcará en el perímetro no precisamente grandioso del Parque de las Leyendas.Tampoco dice por qué una cifra tan agudamente exacta como 5’996,401.56 soles ha sido engordada y redondeada a 6’591,000, así, sin centenas ni centavos ni pormenores.Lo que dice el documento municipal da vergüenza ajena. Dice que las modificaciones encarecedoras del proyecto –las que justificarían los 594,599 soles adicionales- han sido revisadas por la Oficina de Programación e Inversiones...”concluyendo que al no ser sustanciales no se requiere verificación de viabilidad y que dichas modificaciones no alteran la rentabilidad del proyecto”. Es decir, que adelante con el asunto y sin pestañear.¿Seis y medio millones de soles para los nuevos ambientes de los felinos en ese Parque de las Leyendas bajo administración de Castañeda?Como algunos de ustedes saben, amo tanto a los animales que a veces hasta siento que no soy demasiado justo con los seres humanos.Pero ante una inversión así, me pregunto: ¿Esta ciudad, que en muchos sectores apesta a orina y a excremento, no tiene otras demandas más dramáticas de gasto? Y si el felinario de Castañeda cuesta dos millones trescientos cincuenta mil dólares, ¿cuánto nos costarán –pregunto- las comisiones de las ratas?

LA DERECHA EN EL PERÚ

Enero 2010 ..................Por Sinesio López Jiménez

¿Qué significa ser de derecha en el Perú? ¿Cuál es el perfil de un derechista peruano? ¿Qué filosofía la inspira? ¿Qué organizaciones, qué líderes, qué fuerzas políticas integran el campo de la derecha, qué corrientes de opinión? ¿Tiene algún programa? ¿Cómo opera?

Voy a ensayar algunas respuestas provisorias a este conjunto de preguntas.
En el Perú no existen investigaciones históricas y empíricas que ayuden a definirla mejor.
La peruana es una derecha difusa, borrosa, sin perfiles claros.
Ella alberga a conservadores y a reaccionarios, a los defensores de la tradición y del statu quo, a los promotores del autoritarismo (la mano dura) y a los arribistas de toda laya.
Cuando son católicos pertenecen al Opus Dei o al Sodalitium y, por eso mismo, son fundamentalistas pues fusionan la religión con la política.
Son endogámicos: estudian en los mismos colegios, pertenecen a los mismos clubs exclusivos, se divierten en las mismas playas de moda, leen los mismos best sellers y, desde luego, a Vargas Llosa, su novelista favorito.
Son liberistas (adoran al liberalismo económico) más que liberales.
Aman la molicie rentista y odian el esfuerzo industrial.
Son hispanistas, anglófilos o pro yanquis y, por eso mismo, excluyentes y racistas.
Buscan la unanimidad y rechazan el pluralismo.
Los mueve el miedo a los otros que pueden desbordarlos (los indios, los cholos, los amazónicos).
Prefieren el orden al cambio y a la libertad.
Son elitistas y están contra toda participación de las masas.
Sus sectores ilustrados se inspiran en el pensamiento reaccionario de Louis de Bonald, Joseph de Maistre, Edmund Burke, Lammenais, Donoso Cortés, Carl Schmitt, Bartolomé Herrera, Riva Agüero.
La derecha peruana ilustrada de hoy, sin embargo, no ha alcanzado las cumbres de la generación del 900.
Son sólo modestos libretistas de ese viejo pensamiento reaccionario, de la Escuela Austriaca de economía (von Wieser, von Misses, von Hayek) en su versión gringa (la llamada Escuela de Chicago) y de la Escuela de Viena (Mach, Bühler, Gomperz, Popper).
Son partidarios de la versión extrema del neoliberalismo (sólo mercado y
nada de Estado, exportación primaria sin industrialización, apertura total al libre comercio sin protección de los intereses nacionales, autorregulación del mercado sin protección de la sociedad, libre movimiento de capitales sin regulación, explotación del trabajo sin derechos del trabajador, puro chorreo y nada de distribución equitativa).

Son hermanos-enemigos del estatismo.
Por eso aman y odian a Chávez.

Creen ingenuamente (¿o maliciosamente?) que el estatismo es la única alternativa a su pensamiento único conservador.
Son monótonos y monocromáticos.
Están incapacitados para pensar otros modelos de desarrollo que se ubican entre el neoliberalismo extremo y el estatismo.
No perciben los matices que dan tono y color a la compleja vida social.
La derecha está integrada por los poderes fácticos (los organismos financieros internacionales, la Confiep, los medios de comunicación, las FF.AA., la iglesia católica conservadora), algunos caudillos y sus entornos (Fujimori, García), algunos partidos (PPC, ¿el Apra?) y corrientes de opinión alimentadas por los medios nacionales e internacionales.
Carece, sin embargo, de un liderazgo preciso.
Tampoco tiene una representación política definida.
Sólo cuenta con representaciones sociales.
Está desarticulada y sometida a ambiciones incontenidas y a una competencia exacerbada.
Los operadores políticos y algunos publicistas y periodistas de los medios pretenden superar ese déficit.

Lo que unifica a la derecha dispersa, sin embargo, es el enemigo al que tienen que combatir porque pone en peligro sus intereses y su modelo neoliberal extremo: Ollanta Humala y su entorno.
Para asesinarlos moralmente han alquilado a sicarios mediáticos, Tirifilos del insulto, la mentira y la calumnia.