Vie, 13/08/2010 - 05:00
Por SinesioLópez Jiménez
Analistas y políticos han discutido siempre el carácter de las elecciones municipales.
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Ellos se preguntan si las elecciones municipales tienen un carácter puramente vecinal o asumen también un sentido político.
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Es necesario distinguir dos aspectos: uno objetivo y otro subjetivo.
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Desde una perspectiva objetiva, las elecciones municipales son siempre políticas toda vez que en ellas se eligen a las autoridades que administran los poderes locales (que constituyen uno de los niveles del poder del Estado).
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Desde el punto de vista subjetivo, esto es, del sentido que los ciudadanos les otorgan a las elecciones municipales, el carácter político o vecinal de estas depende del nivel de institucionalización del sistema de partidos.
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Si este tiene un alto nivel de institucionalización, las municipales tienden a ser políticas en todos los niveles; pero si ese sistema tiene un bajo nivel de institucionalización, estas tienden a ser vecinales en los distritos, pero tienden a ser políticas en las provincias. Las primeras se orientan por relaciones cara a cara y por criterios de eficiencia, de prestigio, de clientela de los candidatos mientras las segundas (que implican relaciones a distancia) involucran algún criterio político (corrupción, vinculación u oposición al gobierno, relación con grupos políticos, caudillismo político).
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En el caso de Lima Metropolitana las elecciones municipales son políticas al cien por ciento. Sus características más saltantes provienen de su sentido político: la fragmentación electoral, la polarización entre Lourdes y Kouri, el despunte muy claro de la candidata de UN-PPC, el repliegue del Apra y sus conflictos internos, el despegue de Susana Villarán.
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En primer lugar, la fragmentación se explica por la inexistencia de un sistema de partidos.
En segundo lugar, el parteaguas de la polarización entre Lourdes y Kouri es la corrupción. ¿Se mantendrá hasta el final esta polarización que se da en el campo de la derecha? Todo indica que el criterio (la corrupción) y el campo (derecha) de polarización pueden amenguar, pero se van a mantener.
En tercer lugar, en esa polarización, Lourdes saca una notable ventaja. Ella, a diferencia de Kouri, tiene una identidad y una organización política que ha sabido cultivar y que ha obtenido un alto nivel de aceptación en el electorado limeño relativamente conservador que valora mayoritariamente, sin embargo, la honestidad en el manejo de los asuntos públicos.
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De no mediar garrafales metidas de pata ni denuncias explosivas contra ella, Lourdes se va a mantener en la punta hasta el final.
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En cuarto lugar, esta polarización ha suscitado dos tipos de respuesta política. La primera, la del Apra, particularmente de García y de su dirección política, que la acepta y se acomoda a ella, retirando a su candidato y aprestándose a respaldar a Kouri. No sorprende esta apuesta si se tiene en cuenta que los vicepresidentes de García son dos connotados fujimoristas y que ha recibido el apoyo permanente del fujimorismo en el Congreso.
En cuarto lugar, esta polarización ha suscitado dos tipos de respuesta política. La primera, la del Apra, particularmente de García y de su dirección política, que la acepta y se acomoda a ella, retirando a su candidato y aprestándose a respaldar a Kouri. No sorprende esta apuesta si se tiene en cuenta que los vicepresidentes de García son dos connotados fujimoristas y que ha recibido el apoyo permanente del fujimorismo en el Congreso.
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Este respaldo a Kouri ahora anuncia también el respaldo a Keiko en las elecciones del 2011. Esa apuesta de la dirección aprista abona las aspiraciones de retorno de García en el 2016 y choca frontalmente con Carlos Roca, candidato democráticamente elegido, y las bases apristas que lo respaldan.
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Roca ha levantado las banderas de la centroizquierda, de la honestidad y de la democracia en el partido.
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Habría que preguntarse si el candidato aprista tiene la fuerza política suficiente para defender y desarrollar sus puntos de vista. Porque voluntad y calidad tiene y son indiscutibles.
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La segunda respuesta a la polarización temprana entre Lourdes y Kouri proviene de Susana Villarán y su deseo de sacarla del campo de la derecha para colocarla entre la derecha y la izquierda moderada combinando eficiencia, honestidad y democracia. Si se congela la polarización en los niveles actuales, Susana puede avanzar como ya señalan las encuestas.
La segunda respuesta a la polarización temprana entre Lourdes y Kouri proviene de Susana Villarán y su deseo de sacarla del campo de la derecha para colocarla entre la derecha y la izquierda moderada combinando eficiencia, honestidad y democracia. Si se congela la polarización en los niveles actuales, Susana puede avanzar como ya señalan las encuestas.