Por Alberto Adrianzén M. (*)
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Frente a la campaña histérica que vienen haciendo algunos sectores políticos, candidatos municipales, medios de comunicación y periodistas contra Susana Villarán, uno debe preguntarse si serán posibles unas elecciones limpias y libres este año y el próximo. Es tal el nivel de mentiras y de macartismo que la única conclusión posible es decir que la ultraderecha ha perdido la razón en los laberintos de un fascismo criollo de la peor calaña. Incluido, como dice Caretas, al nuevo doctor Menguele.
Así como circularon publicaciones, correos y mensajes contra Ollanta Humala durante la campaña del 2006, hoy han comenzado también a circular en contra de Villarán, distribuyéndose masivamente en colegios y barrios de clase alta advirtiendo que votar por ella es votar por Abimael Guzmán y las FARC.
Estamos viviendo un clima de intolerancia comparable al que se vivió en las elecciones anteriores, cuando esa misma ultraderecha y sus mastines de siempre, lanzaron también una feroz campaña contra Ollanta Humala. Lean ahora la cantidad de falsedades y hasta de locuras que publican Correo, Perú 21, La Razón y Expreso. Incluso, El Comercio se ha sumado sibilinamente a esta campaña de demolición cuando publica el día jueves y con grandes titulares: “Susana Villarán retira de su lista a candidato acusado de agitador”. El decano sabe perfectamente que ese titular es tendencioso puesto que legitima, en la práctica, la campaña que se está haciendo contra Villarán. Están, pues, desesperados.
Queda claro que la ultraderecha hará todo lo posible para que en este país no exista ni un polo progresista ni una izquierda. Ni tradicional ni moderna, ni radical ni reformista, ni popular ni clasemediera, ni tampoco nacionalista o caviar. No quieren simplemente ninguna, es decir a nadie que cuestione aunque sea mínimamente el statu quo.
Personalmente tengo muchos desacuerdos con Patria Roja. No me parece conveniente ni lo mejor que sigan aparentando que el partido (Patria Roja) es algo diferente del frente (MNI). También que se sigan autoproclamando Partido Comunista cuando la vida y la historia han demostrado que dicha concepción ha fracasado. Sin embargo hay que reconocer que el Movimiento Nueva Izquierda –frente político de PR–tiene una gran actividad partidaria, incluso más que otros partidos, y está legalmente inscrito ante el JNE y, por lo tanto, tiene todo el derecho, como cualquier otra organización legal, de participar en estas y en las próximas elecciones como ha venido haciendo en años anteriores. Tratar de eliminarlo de la competencia electoral es un comportamiento autoritario.
Por eso me parece realmente deplorable que la mayoría de candidatos al sillón municipal en lugar de pedir mesura y tranquilidad para un desarrollo normal de estos comicios, se hayan sumado oportunistamente a este carnaval macartista. Su falta de imaginación y de talante democrático es la mejor expresión de su propia decadencia. No quieren debatir ideas ni programas, solo esparcir miedo que a lo único que conduce es al desarrollo de una cultura autoritaria que los convertirá, más temprano que tarde, de victimarios, como son ahora, en víctimas.
Por eso la pregunta en este contexto es si el progresismo –y por ello entiendo a las diversas izquierdas y al nacionalismo– será capaz de abrirse un espacio, con una identidad propia, para convertirse en un actor relevante en el país, y cómo abrirá y creará ese espacio. Lo peor que le puede pasar a la democracia es que la izquierda, el progresismo y el nacionalismo o desaparezcan o terminen pidiendo permiso a la ultraderecha para sobrevivir. Es decir, firmando una suerte de carta de sujeción como ahora pretenden. Lo que demuestran estos últimos hechos es que la posibilidad de una democracia para todos en el Perú, depende de que el progresismo vuelva a ser protagónico en la vida política nacional y de que exista una derecha pluralista. Por eso apoyar a Susana Villarán no es solo promover una candidatura: es también defender la democracia.
(*) albertoadrianzen.lamula.com
Así como circularon publicaciones, correos y mensajes contra Ollanta Humala durante la campaña del 2006, hoy han comenzado también a circular en contra de Villarán, distribuyéndose masivamente en colegios y barrios de clase alta advirtiendo que votar por ella es votar por Abimael Guzmán y las FARC.
Estamos viviendo un clima de intolerancia comparable al que se vivió en las elecciones anteriores, cuando esa misma ultraderecha y sus mastines de siempre, lanzaron también una feroz campaña contra Ollanta Humala. Lean ahora la cantidad de falsedades y hasta de locuras que publican Correo, Perú 21, La Razón y Expreso. Incluso, El Comercio se ha sumado sibilinamente a esta campaña de demolición cuando publica el día jueves y con grandes titulares: “Susana Villarán retira de su lista a candidato acusado de agitador”. El decano sabe perfectamente que ese titular es tendencioso puesto que legitima, en la práctica, la campaña que se está haciendo contra Villarán. Están, pues, desesperados.
Queda claro que la ultraderecha hará todo lo posible para que en este país no exista ni un polo progresista ni una izquierda. Ni tradicional ni moderna, ni radical ni reformista, ni popular ni clasemediera, ni tampoco nacionalista o caviar. No quieren simplemente ninguna, es decir a nadie que cuestione aunque sea mínimamente el statu quo.
Personalmente tengo muchos desacuerdos con Patria Roja. No me parece conveniente ni lo mejor que sigan aparentando que el partido (Patria Roja) es algo diferente del frente (MNI). También que se sigan autoproclamando Partido Comunista cuando la vida y la historia han demostrado que dicha concepción ha fracasado. Sin embargo hay que reconocer que el Movimiento Nueva Izquierda –frente político de PR–tiene una gran actividad partidaria, incluso más que otros partidos, y está legalmente inscrito ante el JNE y, por lo tanto, tiene todo el derecho, como cualquier otra organización legal, de participar en estas y en las próximas elecciones como ha venido haciendo en años anteriores. Tratar de eliminarlo de la competencia electoral es un comportamiento autoritario.
Por eso me parece realmente deplorable que la mayoría de candidatos al sillón municipal en lugar de pedir mesura y tranquilidad para un desarrollo normal de estos comicios, se hayan sumado oportunistamente a este carnaval macartista. Su falta de imaginación y de talante democrático es la mejor expresión de su propia decadencia. No quieren debatir ideas ni programas, solo esparcir miedo que a lo único que conduce es al desarrollo de una cultura autoritaria que los convertirá, más temprano que tarde, de victimarios, como son ahora, en víctimas.
Por eso la pregunta en este contexto es si el progresismo –y por ello entiendo a las diversas izquierdas y al nacionalismo– será capaz de abrirse un espacio, con una identidad propia, para convertirse en un actor relevante en el país, y cómo abrirá y creará ese espacio. Lo peor que le puede pasar a la democracia es que la izquierda, el progresismo y el nacionalismo o desaparezcan o terminen pidiendo permiso a la ultraderecha para sobrevivir. Es decir, firmando una suerte de carta de sujeción como ahora pretenden. Lo que demuestran estos últimos hechos es que la posibilidad de una democracia para todos en el Perú, depende de que el progresismo vuelva a ser protagónico en la vida política nacional y de que exista una derecha pluralista. Por eso apoyar a Susana Villarán no es solo promover una candidatura: es también defender la democracia.
(*) albertoadrianzen.lamula.com