martes, 16 de febrero de 2010

IGUALDAD DE OPORTUNIDADES EN CAMPAÑA ELECTORAL

Martes 16 de febrero de 2010

En las últimas elecciones presidenciales del 2006, El Comercio hizo un llamado especial a los partidos y organizaciones políticas para que, voluntaria e internamente, tomen la iniciativa de renovar sus cuadros, convocar a más jóvenes y mujeres en sus organizaciones e incluirlos en sus respectivas listas de postulantes a cargos públicos.
La realidad ha demostrado que, salvo contadas excepciones, estas incorporaciones beneficiosas para la democracia interna no se han cumplido, lo cual solo ha abonado a favor de la criticada y consabida debilidad de organizaciones reacias a modificar o dar un giro en el modo de hacer política en el país.
Varias han sido las estratagemas empleadas para “sacar la vuelta” a las leyes electorales vigentes que norman la igualdad de oportunidades y que obligan a que el 30% de los miembros de una lista sean mujeres. Así, en las últimas elecciones municipales, algunos partidos incumplieron la cuota de género, lo cual evidentemente motivó tachas y afectó el desarrollo normal del proceso. Igualmente, en una muestra de total intemperancia y falta de equidad, otras agrupaciones que cumplieron con las cuotas de género lo hicieron con intencionada desventaja para las mujeres: ellas no solo participaron en minoría, sino que se las ubicó en la segunda mitad de las listas o al final, sin mayores posibilidades de ser elegidas.
Un balance con respecto a quién pierde con este tipo de prácticas señala que no solo son las lideresas rezagadas, sino, sobre todo, la ética partidaria menoscaba por la miopía de agrupaciones incapaces de reconocer que el porcentaje de mujeres en el Perú está prácticamente equilibrado con el de los varones; que desde los ámbitos de lo social y lo cultural, ambos pueden competir en igualdad de condiciones y aportar a la agenda pública.
En segundo lugar, todo indica que estas exclusiones explicarían la falta de profundidad de ciertas propuestas partidarias para articular agendas de gobierno, en las que no se incluye temas de género. Se trata, evidentemente, de un grave vacío, cuando en el escenario internacional estos asuntos no solo ocupan y concentran desde hace tiempo las preocupaciones de gobiernos y poderes públicos, sino también de organismos mundiales como Naciones Unidas y la sociedad civil representada por las ONG.
Por ello, si estas tendencias discriminadoras continúan, y las organizaciones políticas siguen subestimando la participación de la mujer, habrá que buscar otras salidas. Por ejemplo, estudiar la posibilidad de apoyar la alternancia por sexo, iniciativa presentada por un colectivo de mujeres que propone modificar las leyes electorales regionales y municipales para que el orden de candidatos en las listas se establezca alternando hombres y mujeres, desde el primer lugar hasta el último que corresponda. Se trata de una medida temporal para promover la inclusión en el país; una propuesta extrema y probablemente innecesaria si los partidos reconocieran que la democracia es para todos.
Sin duda, no estamos proponiendo que la participación partidaria sea a mérito solo de las cuotas de género, aun cuando los candidatos no tengan méritos para ello. Estamos reclamando que se respete la igualdad de oportunidades que nuestra Constitución garantiza en el papel, pero que en la práctica no existe.

Por Alfrredo Guzmán : El seguro contra las negligencias médicas

Martes 16 de febrero de 2010

El mal llamado SOAT médico (Ley de Seguro Obligatorio de Responsabilidad Civil Médica) vuelve nuevamente al debate luego de dos años de haber sido discutido y archivado. La razón: los casos documentados de mala praxis ocurridos en un hospital de Essalud.
Se cree que esta iniciativa permitiría la rápida indemnización de los pacientes afectados por casos de negligencia médica, error, omisión, impericia o imprudencia. Sin embargo, esto puede no ser cierto.
En primer lugar, porque para que sea efectiva la indemnización se deberá determinar la responsabilidad individual y que esta haya sido una negligencia, todo ello por vía judicial; el pago se realizará en el momento de una sentencia penal y solo para indemnización. No contempla daño emergente y lucro cesante.
Asimismo, esto no supone o garantiza una mejora de la calidad en el futuro, pues la institución solo pagaría el seguro y listo.
Colateralmente, esto incrementaría el costo en salud, que lo pagaría el Estado (todos nosotros) en el caso de las instituciones públicas o los usuarios en el caso de las privadas. Por ello, más que pensar en un seguro contra las negligencias médicas, que a los únicos que beneficiarían serían a las aseguradoras privadas, lo que debe trabajarse es el fondo del asunto: mejorar la calidad de la atención en salud que se brinda en las instituciones sean estas públicas o privadas.
En el sector público se ha avanzado bastante en crear nueva infraestructura, se ha mejorado el equipamiento y los insumos, pero no los procesos ni los recursos humanos.
En el lamentable caso de la amputación equivocada, sencillamente, no se siguió el protocolo ni la guía rápida de chequeo de la OMS (Lista de Verificación de la Seguridad de la Cirugía), que se debería revisar antes de la inducción de la anestesia, antes de la incisión cutánea y antes de que el paciente salga del quirófano. Es un instrumento sencillo introducido en junio del 2008 en todos los hospitales del mundo y que con simples ‘checks’ a una lista corta de preguntas impide errores como el que comentamos.
El año pasado hubo una serie de reuniones para difundir el protocolo tanto en establecimientos del Ministerio de Salud como de Essalud y, al parecer, no llegó a donde debería de seguirse. Otros culpan a la aplicación en Essalud del llamado bono de productividad, que incentiva el realizar más atenciones, más procedimientos y más intervenciones quirúrgicas al personal médico.
Una forma equivocada de incentivos cuando lo que debería premiarse es la eficiencia y eficacia a través de indicadores de calidad en salud, como puede ser el porcentaje de complicaciones, infecciones o estadías prolongadas.
Creemos que de haberse creado el aseguramiento universal en salud, pero con una verdadera reforma del sector, otra sería la historia. La aplicación de protocolos e indicadores trazadores de los procesos y resultados, así como la creación de una superintendencia nacional de salud, permitirían una mejor calidad y vigilancia en los establecimientos de salud.
Con respecto a responsabilidades y determinaciones, contamos con una ley de salud que establece responsabilidades en el caso de negligencias y las denuncias correspondientes. Y desde octubre del 2009, con la Ley 29414 sobre derechos de las personas usuarias de los servicios de salud, una norma moderna y más integral que contempla mejoras en la calidad, responsabilidades no solo individuales sino institucionales y, por lo tanto, no solo el pago de indemnizaciones. Sin embargo, esta ley no puede ser aplicada por falta de un reglamento.

Por César Hildebrandt : MATAR A LA MADRE

“El amor es bueno, pero el dinero es mejor”, ha dicho Elizabeth Espino Vásquez, asesina de su madre, Elizabeth Vásquez Marín.
No sólo se trataba del seguro de vida por 100,000 dólares, que la esperaba a la vuelta del crimen, sino del disfrute de un patrimonio creciente que ella había decidido rematar apenas pudiera.
Hipócritas, algunos fabricantes de editoriales llaman “horror” al crimen de la Espino, “espantosas” a las circunstancias que lo rodearon, “escalofriante” a la confesión de la matricida.
Pero hace muchos años que la señorita Espino construyó, para ella y para sus coetáneos de generación, un paradigma perverso de sociedad y de mundo: aquel en el que la ética está desterrada, la generosidad resulta aburrida, la decencia es una incomodidad y el amor puede ser una frase bien dicha “un 14 de febrero”.
Tuvimos a Sendero, la guerrilla más salvaje y radical de América latina. La tuvimos porque la merecíamos y porque a un país anacrónico tenía que infectarlo una guerrilla anacrónica.Para combatir a Sendero, entonces, construimos a Fujimori, cabecilla de uno de los regímenes más infames del continente.
Es decir, combatimos el crimen con el crimen, el maoísmo mutante con los Colina.
De todo eso bebió la señorita Espino. Pero eso no sería lo peor.Lo peor sería la impunidad, esa nube de asbesto que nos corrompe por dentro.
¿Un ladrón evidente podía regresar a la presidencia? Sí, podía.
Tanto podía que hasta llegaría a trabajar junto a Mario Vargas Llosa en un proyecto altruista.
¿Un Fujimori reciclado podía obtener la amnesia de muchos y el voto de no pocos en las elecciones? Sí, podía.
¿Un alcalde y presidente regional ladrón y fascista podía evitar la cárcel y ampliar, al infinito, sus aspiraciones? Sí, podía. Podía y puede.
¿Y podía jurarse “por Dios y por la plata” y seguir asistiendo al Congreso? Claro que se podía.¿Y podía, desde el municipio de Lima, robarse caudales públicos en sobrevaloraciones cuantiosas y seguir ostentando un índice de popularidad y aprobación estratosférico? Desde luego que sí.
¿Y podía un lobista con pasaporte americano hacer dinero negro desde el cargo de primer ministro al lado de un presidente que se había ido de putas e inhalado cocaína según un documento policial? Definitivamente, se podía.
¿No abundaba la dignidad en el Perú? No, no abundaba.Y si todo se podía,
¿también se podía ser como Robinson González y no morir (civilmente) en el intento? Sin duda.
¿Y se podía ser como los Wolfenson, como los Winter, como el señor Crousillat, el que se moría del corazón y ahora se va a Buenos Aires a pegarse los tiros del crepúsculo? Se podía.
Y los que trabajaron con Umberto Jara en “Hora 20”, el inodoro del tardoFujimorismo, ¿podían luego reciclarse y aparecer en Canal 2 haciéndose los posmodernos y los machos cabríos sin memoria? Hombre, ponga usted Canal 2 a las 11 de la noche y ya verá.
¿Y se podía ser Lúcar y volver como líder de opinión? Sin lugar a dudas.
Y mientras eso sucedía, la televisión, que se había vuelto pupila de “Las Cucardas” y cobraba la felación a destajo, sólo sacaba cadáveres violentos, huérfanos de incendios, violaditas de arenal, desbarrancamientos multitudinarios.De modo que la señorita Espino creció viendo la sangre de la Musiris, primero, y la sangre de la Fefer, después, y, en medio, la sangre de la mamá de la Llamoja, la sangre que los marcas dejaban en cada hazaña, para no hablar de la sangre memoriosa de Tarata, de las fosas comunes llenas de inocentes acribillados, del niño de 8 años asesinado en Barrios Altos.Como marco de toda esa lección, como pedagogía general, digamos, vino después el “sálvese quien pueda” del liberalismo en dosis de truhán, el “vale todo” de la vieja cultura combi, el “arriba las manos” de los que “la hacen” rematando el país a quien pueda pagarlo (aboliendo todo concepto de Estado, de estrategia nacional, de industrialismo propio).Y ahora vienen a decirnos qué horrible, oiga usted, alguien que mata a su madre por dinero.
No, hombre, nada de qué horrible. La señorita Espino hizo lo que el sistema de valores aconseja. Que su madre estuviera de por medio resulta una incómoda anécdota, es cierto, pero aquí el asunto es que vivimos en un país persuasivamente anético.
El Congreso, el Poder judicial, el Tribunal Constitucional, los partidos políticos: todo en el Perú parece estar pudriéndose y ser parte del problema.
El matricidio es, al final de cuentas, un hecho personal y diminuto frente al crimen de haber matado al Perú como identidad posible de todos.
--------------------------------------------------
Posdata: ¿Creerá el señor Martín Tanaka que su ideología es invisible, sus adhesiones discretas y sus sesgos sutiles? Pobre señor Tanaka: hace tiempo que, contra lo que él cree, aparece con todo al aire en su papel de fan del sistema “realmente existente”. El señor Tanaka cree que las ciencias sociales son un búnker de concreto que lo protege del escrutinio público. El señor Tanaka cree que ser ambiguo y sibilino es ser aristotélico. No, señor Tanaka: haga usted lo que, con todo derecho, hicieron alguna vez Bernard Henri-Lévy o André Glucksman (siguiendo la tradición de Aron o Maurras): muestre la camiseta por la que juega y sufre. Nadie se lo va a reprochar. Lo que es patético es que se vista de negro y pretenda ser árbitro.

Por Nelson Manrique : Los colores de Europa

16/02/2010

Estuve en Europa por primera vez en 1987 y una vez más me encuentro en el viejo continente y quiero compartir algunas impresiones con los lectores.
En París, me ha sorprendido el gran incremento de la población inmigrante. París siempre fue una ciudad cosmopolita, pero la presencia de los inmigrantes y sus descendientes hoy es inmensamente mayor que hace dos décadas. Vivo en un departamento cerca de la Gare du Nord y apenas fui a tomar el metro tuve la impresión de que la población africana era claramente mayoritaria en relación con la francesa blanca. No pude menos que pensar en la selección francesa de fútbol, pero rectifiqué luego esta primera impresión viendo la composición social de otros barrios. Es claro, sin embargo, que en determinadas zonas de París la población europea es minoritaria. Algo que ha cambiado significativamente, a nivel psicológico, es que los inmigrantes africanos han formado comunidades y el hecho de no ser individuos aislados, como hace un par de décadas, les da aplomo y seguridad. Están aquí para quedarse y, guste o no, ocupan su espacio.
Desciendo del metro La Fourche, en el barrio 17, en una zona donde la presencia árabe es grande desde hace tiempo, y me encuentro con grupos de varones con grandes barbas, vestidos con la túnica y el gorro habitual en los países musulmanes más tradicionales. Entiendo el miedo de los franceses que, gracias a los medios de comunicación, identifican este atuendo con los grupos islámicos fundamentalistas y el terrorismo.
La convivencia multicultural a primera vista es pacífica y armoniosa, aunque a nivel de piel se siente una sensación de tensión, que puede ayudar a comprender qué sucede en el terreno político. La derecha gana posiciones movilizando el miedo de los europeos a la invasión de los condenados de la tierra. Sarkozy llegó al poder de esa manera (lo mismo hizo Berlusconi, y acabo de ver que la derecha hace lo mismo en Viena) y, ya instalado en el Palacio del Eliseo, buscó ampliar su apoyo con medidas como la creación del “Ministerio de la Identidad” –para “defender la cultura francesa”–, y la implementación de políticas antiinmigratorias que violan derechos básicos.
Conversando con amigos franceses estos me narran escenas brutales, como las de ilegales deportados a quienes han drogado previamente para que no ofrezcan resistencia al momento de embarcarlos en el avión. Una amiga profesora, que radica en el interior, decidió dar clases a los niños con mayores problemas de aprendizaje, puesto que por ley existen salones especiales para atenderlos. Tuvo apenas siete matriculados, lo cual le indigna, porque sabe que son muchos los hijos de inmigrantes que requieren este tipo de ayuda. Sucede que sus padres tienen miedo de enviarlos porque la policía ha recurrido a esperarlos a la salida de la escuela, como una manera de ubicar a ilegales, para expatriarlos. Este método provoca sombrías asociaciones entre los franceses: lo mismo hacía la policía del gobierno colaboracionista de Vichy, durante la segunda guerra mundial, para ubicar a los judíos que permanecían escondidos, y así poder entregarlos a los ocupantes nazis. Por fortuna, estas medidas encuentran resistencia dentro de la propia población francesa, y no solo aquí. Leo que ayer 12 mil manifestantes impidieron la conmemoración que intentaban realizar grupos neonazis del bombardeo de Dresden (Alemania).
Un caso peculiar se ha presentado recientemente en España. Un juez decidió negar el permiso para que una niña de 12 años viaje a Nigeria acompañando a su madre. La razón que el magistrado invoca es que sospecha que el viaje tiene por objetivo someter a la niña a la ablación del clítoris. Se trata de ese tipo de situaciones que inevitablemente van a provocar controversia, porque se simpatiza con la defensa de una niña contra una mutilación, pero, por otra parte, el juez no tiene cómo comprobar que en efecto ese es el objetivo del viaje, mientras que la madre protesta porque es pobre, le es imprescindible viajar a su país, y no tiene cómo, ni con quién, dejar a la niña en España.
Posiblemente tome una generación reconocer que es imposible una globalización con circulación de mercancías y capitales a nivel mundial que excluya la de los humanos.

Por Pedro Francke : Respuesta ante los desastres

Mar, 16/02/2010


Frente a los desastres ocurridos en el sur del país, en Cusco y Puno, y en otras regiones, hemos visto la nula capacidad de respuesta del Estado. El Movimiento Tierra y Libertad, del que formo parte, se ha pronunciado y presentado alternativas frente a esta situación, que me permito en esta oportunidad reproducir parcialmente, porque creo resultan muy pertinentes y correctas.
De cara a la situación humanitaria en el país, es necesario considerar los cuatro temas críticos que se darán en los próximos días y semanas:
I. Manejo de albergues.
II. Acciones de recuperación temprana.
I. Disponibilidad de recursos financieros que cubran las necesidades de los próximos seis meses
iv. Manejo de los riesgos secundarios post desastre.
Del mismo modo, deberá irse definiendo modificaciones en el Sistema Nacional:
I. Modificar la ley del Sistema Nacional de Defensa Civil vigente para mejorar la eficiencia y eficacia de las acciones de prevención y atención de desastres.
II. Definir e implementar una estrategia nacional que permita fortalecer la red de monitoreo de lluvias a nivel nacional, hasta un nivel de cuencas.
III. Garantizar el financiamiento y asistencia técnica para la recuperación de las comunidades afectadas por desastres, en el medio y largo plazo.
IV. Destinar inmediatamente recursos financieros para reabastecer los almacenes de defensa civil que se encontraban desabastecidos en diversos casos, y para prepararnos para los nuevos escenarios de desastre que se prevén ante la continuidad de las lluvias de acuerdo a la información del SENAMHI.
V. Brindar asistencia técnica para la recuperación temprana, apoyando el diseño de los proyectos de inversión pública ante emergencias, para su rápido financiamiento por el Ministerio de Economía y Finanzas.
VI. Desarrollar capacidades en esta fase humanitaria, no solo en las poblaciones, sino en las autoridades bajo una estrategia de acciones y decisiones prácticas que deben ser certificadas por la defensa civil.
VII. Establecer mecanismos de participación y vigilancia social en la fase de atención y recuperación post desastre.
VIII. Definir una estrategia de recuperación post desastre que se integre con el desarrollo local, teniendo en cuenta el respeto a los derechos, particularmente de niños, niñas y adolescentes, el enfoque de género, el respeto por la cultura local y el enfoque de reducción de riesgos.
IX. Lograr que los planes de operaciones de emergencia y de contingencia sean aprobados solo cuando cuenten con financiamiento para su rápida implementación.
Las medidas a tomarse deben contar con la participación ciudadana y ajustarse a sus necesidades y demandas, atendiendo a las prioridades señaladas.
Toda responsabilidad en la no ejecución de las acciones requeridas para la recuperación de las zonas afectadas, vulnerables sobre todo por su pobreza, será estrictamente y por encima de cualquier otro implicado del gobierno central. La indiferencia ante la desgracia de nuestro pueblo, por inoperancia o por indiferencia como hasta ahora, será otro baldón de quienes –desde el gobierno que ocupan– solo piensan en el Perú como fuente de lucro. Si su fondo no alcanza para una pensión igual o mayor al monto de una RMV se le devolverá el 50% de sus aportes.

Por Nicolás Lynch : El compromiso intelectual

Mar, 16/02/2010
No suelo meterme en polémicas ajenas, pero cuando los errores abundan y de paso se menciona el nombre de uno no cabe sino pedir la palabra. En el intercambio entre Alberto Adrianzén y Martín Tanaka este último se permite establecer una diferencia, en el campo de las ciencias sociales, entre los intelectuales que se mantienen en el ejercicio académico y aquellos que, además, buscan asumir un compromiso político. Hasta allí todo estaría bien si el mencionado colega no insinuara luego que de los segundos habría que dudar porque se ven obligados a defender posiciones partidistas.
El compromiso de los intelectuales no es un asunto nuevo sino tan antiguo como el ejercicio intelectual mismo. En una época se pensó que el compromiso político le daba un status especial al trabajo intelectual, me refiero al “intelectual orgánico” del que hablaba Antonio Gramsci. El devenir de los acontecimientos ha demostrado, sin embargo, que la calidad del trabajo intelectual no depende necesariamente del compromiso con una opción política sino, además, de la capacidad para operativizar un determinado enfoque teórico y metodológico en el análisis de un problema específico. Es decir, de tener al menos compromiso académico.
Lo que pasa con Tanaka es que plantea una suerte de relativismo conceptual que les huye a las definiciones y que, por ejemplo, lo hace sostener en diversas intervenciones que el fujimorismo no fue dictadura ni democracia sino “autoritarismo competitivo”. O, más recientemente, en debate con Nelson Manrique, que los enfoques epistemológicos se escogen de acuerdo al problema que uno tiene por delante y no –sobre todo– como una opción académica e incluso ideológica en el curso de un proceso de investigación. Es decir, convierte la epistemología en una gira por el supermercado.
Paradójicamente, entonces el problema de Tanaka es anterior a la discusión del compromiso político mismo. En su visión, si así podemos llamarla, no hay tampoco compromiso académico con determinado punto de vista, forjado por él o por otros, para obtener ciertos resultados. Tanaka, así, en su temor a cualquier compromiso, predica la malagua para terminar, sin querer queriendo, comprometido en la defensa del orden existente