martes, 12 de enero de 2010

El decano que quiere ser presidente


ENTREVISTA. JOSÉ ÑIQUE DE LA PUENTE
El decano que quiere ser presidente
José Antonio Ñique de la Puente juró anoche como flamante decano del Colegio de Abogados de Lima (CAL).
Según él, ese fue el premio a su persistencia y experiencia, que le han enseñado a nunca rendirse.
Anteriormente, postuló en cuatro ocasiones al cargo y, pese a no haber tenido suerte en esas oportunidades, se animó por una quinta, que finalmente fue la vencida. Conozcamos sus planes al frente del gremio más importante del país.
¿Qué diferenciará su gestión de la de su predecesor, Walter Gutiérrez?
Una diferencia con la anterior es que yo vengo de una vida de cátedra universitaria, pero con ejercicio profesional. O sea, tengo una visión teórica y práctica.

La defensoría, la seguridad social o el policlínico para el abogado son algunas de sus propuestas…Mis planteamientos pueden resumirse en que el CAL recupere su posición como institución rectora de la conciencia jurídica del Perú; en reforzar la defensa gremial; en brindarles a los abogados cursos de actualización y enseñanza de idiomas a nivel básico, como se hace en otros países. También buscaré mejorar la jubilación del abogado porque el colegio no es un sistema estatal ni una AFP (administradora de fondo de pensiones), que la mesa de partes del Poder Judicial sea informatizada y terminar con la morosidad procesal.
¿Cómo piensa sacar adelante estos cambios?
A través de convenios con universidades o estudiando sistemas utilizados en otros países.
¿Y todo podrá hacerlo en el año que estará al frente del CAL?
Las bases sí. Hay cosas que son difíciles, pero no dejaremos de agarrar al toro por las astas.
Usted viene de una larga tradición de izquierda…Claro, pero de una izquierda democrática, tipo la de Luiz Inácio Lula da Silva.

¿Apoyó a Ollanta Humala en el pasado?
Jamás. Ni lo conozco.
Eso lo dijeron para que no ganara [la elección como decano del CAL].
Más bien, yo soy rival de Humala.

¿Por qué lo dice?
Porque yo también quiero ser presidente del Perú.
¿Y cuándo va a postular a la presidencia?
Si es posible en el 2011.
¿Está utilizando su cargo de decano del CAL como plataforma?
Claro, pero primero yo voy a cumplir con mi tarea gremial, que no se opone con la política.
¿Ya tiene partido?
Tengo una agrupación que se llama Alternativa Perú, aunque la recolección de firmas está detenida. Pero hay un sector que me está ofreciendo su kit electoral y que ya tiene bien avanzado el recojo de firmas. Pero eso es independientemente del CAL.

Los candidatos de AGP

Enero 2010 Por: Santiago Pedraglio

El presidente de la República ha comenzado a jugar a las elecciones.
Falta algo más de un año para las presidenciales y las parlamentarias y parece que considera que ha llegado el momento de comenzar a actuar.
Él pretende aparecer como el gran elector.
Hace unos meses declaró que, como presidente, es capaz de impedir la victoria del candidato que le cae mal, que no lo convence.
Hablaba con conocimiento de causa: en 1990 impidió el triunfo de Mario Vargas Llosa.
Esta semana ha dado pasos más audaces para hacerse notar como manejador de la escena electoral: no solo hizo las veces de analista electoral en una entrevista en RPP, sino que anunció que tenía en sus manos una súper encuesta con una muestra de 27 mil encuestados, mandada a aplicar por su partido y no por el Gobierno, según aclaró días después.¿Cuáles son los objetivos electorales de Alan García, aunque no necesariamente del Apra?
El primero, conseguir una votación presidencial y parlamentaria por encima del 10%. Un 15% le resultaría perfecto porque conseguiría tres objetivos: a) su partido no quedaría mal (porque un pésimo resultado es también un balance de su gestión); b) el candidato (o la candidata) obtendría una buena votación pero no pasaría a la segunda vuelta (el Apra pasa a la segunda vuelta solo con él); y c) obtendría una bancada parlamentaria respetable para defender su gestión de cualquier acusación y tendrá, a su vez, posibilidades de negociar con el candidato ganador.
Si esos son sus objetivos generales, ¿cuáles serían son objetivos más específicos? El primero, que no gane Ollanta Humala, Marco Arana o alguien parecido. ¿De los restantes, a cuál prefiere? A Luis Castañeda, sin duda.
Las señales de simpatía entre ambos son cautas, pero evidentes.
El presidente jamás se ha querido comprar ningún pleito con el alcalde de Lima y viceversa. Lourdes Flores y Alejandro Toledo son solo males menores para Alan García; y Keiko Fujimori, a pesar de todos los acercamientos entre apristas y fujimoristas, no confía en cómo reaccionará el fujimorismo contra él, si acaso llega al poder.
¿Y en su partido, cuál será el elegido?
A pesar de la fidelidad que le mostró Del Castillo durante los difíciles años que García vivió durante el fujimorismo, él no es de su agrado: creció mucho sin su consentimiento.
Sin embargo, Del Castillo tiene fuerza propia y la peleará, aunque tendrá que superar el trauma Rómulo León. ¿Mercedes Cabanillas? ¿Mauricio Mulder? Muy difícil.
Sus respectivas convocatorias electorales son limitadas y conocidas.
La candidata del presidente García puede ser, más bien, la actual ministra de Vivienda, Nidia Vílchez: es mujer, de familia aprista y bastante articulada para argumentar.
Ella puede ser la “outsider” de la que habló García en su entrevista radial. Ojo con ella. Él, mientras tanto, recargará energías para el 2016

Mejor Estado Por: Mario Saldaña

12 de Enero del 2010

El parecido que algunos encuentran entre el proceso político de 1990 y éste que se inicia en el 2010 no es mera casualidad.
Me atrevería a decir que frente a la catástrofe económica, política y social que multiplicó el primer gobierno de García, hoy, ese mismo gobernante debería entregar un país en crecimiento y diferente al de fines de los 80.
Pero si cabe identificar un elemento similar al de las crisis de esos años, es la de un Estado que no cambia en su estructura básica de lentitud e ineficiencia.
En efecto, en los últimos 20 años, el rostro del Perú es otro.
Muchas cosas han cambiado: las relaciones económicas, el mapa de la pobreza (o de la riqueza, para ser más exactos), aparecen nuevos elementos "de lo peruano" (o de identidad nacional), la forma de hacer empresa, hay nuevos paradigmas sociales de lo que significa "el éxito", y un sinnúmero de etcéteras.
Pero si hay un emblema de lo que no ha cambiado en el país, eso es (en orden de prioridades) tres entidades básicas de nuestra sociedad: el Estado, la Iglesia católica y el fútbol.
En este último caso, se podría hablar incluso de una degradación.Alberto Vergara, en Ni Amnésicos ni Irracionales (Solar, octubre del 2007), introduce, precisamente en una dimensión histórica y dinámica, cuál es el rol que cumple y ha cumplido el Estado en ayudar a forjar aquello identificado como "la Nación peruana" (entendida en su diversidad de acepciones e interpretaciones), y cómo los resultados electorales de los últimos 30 años tienen en el concepto de "existencia o no de Estado-Nación" para varios millones de peruanos la llave maestra para entender el comportamiento de la mayoría de votantes y el desenlace de cada uno de los procesos eleccionarios.
Siguiendo a Vergara, no me cabe la menor duda de que en el 2011 se volverá a repetir la historia.
Ganará aquel candidato (a) que logre asegurar, entre un sinnúmero de ofertas, un mejor (no necesariamente más) Estado; entendido éste como un mecanismo (acaso el único para muchos peruanos) de inclusión nacional

La pifia a Vargas Llosa

12.10.2010 Por César Hildebrandt

El abucheo a Mario Vargas Llosa en Santiago, Chile, es el cierre del círculo y el final de la jornada.
Durante todos estos años el novelista ha pretendido mantenerse en una línea de centro aunque sus opiniones estuviesen más cerca de la derecha y sus iras se dirigiesen invariablemente en contra de todo aquello que pudiese contrariar al establecimiento.
Brillante para jugar a las escondidas, Vargas Llosa logró en los últimos tiempos mantener, en España por ejemplo, una reputación de moderado.Pero ese viaje del peregrino engañoso acaba de terminar.
El apoyo explícito, entusiasta y compadreril de Vargas Llosa a Sebastián Piñera acabó con el carnaval de las máscaras.
Y las pifias de ayer, provenientes de partidarios del gobierno de Bachelet –es decir de socialdemócratas más bien tibios- confirman que ya no sólo en el Perú, donde las pasiones domésticas pueden distorsionarlo todo, sino en crecientes sectores de la región, el papel de Vargas Llosa es visto como el de un funcionario del sistema de dominación y engaño que se ha instalado en el mundo desde 1980.
Vargas Llosa no necesitaba apoyar a Piñera.
Digamos que bastaba con continuar prestando su respaldo a la Concertación para cumplir con el rito de no atizar ningún fuego.
Al fin y al cabo, nada más moderado y reflexivo que la Concertación.
Ningún servicio mejor prestado que el que le ha hecho el socialismo chileno posallendista a la españolizada transición chilena.
Porque si España tuvo a un González Chile tuvo necesidad de cuatro.
Y cada uno de ellos ha cumplido, con placer como en el caso de Frei o con reticencias como en el caso de Lagos, su rol de contención.
De modo que apoyar a Piñera es una manera ruidosa de romper con el centro y apostar por el reaganismo andino –que eso es, si la abreviatura es permitida, el señor candidato de la vieja y sanguinaria derecha chilena-.
Hace poco dijimos en esta columna que Vargas Llosa terminaría –era una figura un tanto impía, lo admitimos- pensando como su padre y escribiendo como su hijo.
Lo primero se está cumpliendo.
Lo segundo, felizmente, no.
Vargas Llosa sigue brillando como prosista.
Pero cuando dijimos lo que dijimos no nos referíamos al estilo y a la estética, sino al fondo, a los contenidos.
El salto de Vargas Llosa desde el difícil equilibrio hasta el clavado olímpico en la piscina de la derecha latinoamericana es una vuelta de tuerca decisiva en su evolución.
Comunista de célula, sartreano curioso, castrista declarado, excastrista en nombre de la libertad, camusiano converso, conservador belaundista en los 80, antisartreano hasta la difamación en los 90, aldea-globalista al arrancar el milenio, cronista que contempla todos los matices en muchos de sus artículos, antiindigenista rivaagüerino, aldeaglobalista cada vez más entusiasta, Vargas Llosa ha terminado este largo y quizá muy explicable viaje en las sentinas de una nave que zarpó del Callao en los años 50.
La derecha, con sangre en las manos y pólvora siempre a mano, ha terminado de reclutar a su más eximio espadachín.
Que le aproveche.
Construyéndole un museo a Alan García y patrocinando a Sebastián Piñera, Vargas Llosa demuestra por qué el Fredemo –el frente que lideró en 1990- tuvo en Francisco Pardo Mesones a su mayor representante.

Pitágoras del Jirón Azángaro

12/01/2010 Por Augusto Álvarez Rodrich

Encuesta RIP: ¿Confía en Alan García?: n Sí n No n NS/NO

Cada vez que Alan García vuelve a hablar de encuestas, se refuerza la preocupación creciente de si está realmente en sus cabales, o si ya decidió ponerse a lanzar barbaridades sin parar ni considerar la peligrosa consecuencia para el país de la constatación de que el presidente pueda mentir con tanta convicción como entusiasmo.
Lo volvió a hacer el domingo, en Panorama, al proclamar, ligerito nomás, como en carrera sin obstáculos, poniendo cara de gerente de Alan Opinión y Mercado o –peor aún– de Idice, que “cualquiera puede hacer encuestas”.
Y ayer, en el Estadio Nacional, continuó la danza con esta otra iniciativa lamentable: “Me parece justo que, en adelante, todo candidato o partido político o autoridad sobre la cual se haga una encuesta tenga derecho de acreditar un veedor en ese sondeo para verificar si, en efecto, se hace, cuál es el número de personas encuestadas, en dónde se hace la encuesta y de qué manera se distribuye geográficamente la encuesta”.
Es una barbaridad que, sin embargo, se agrava cuando la dice quien, precisamente, acaba de ser ampayado mintiendo de un modo tan descarado con la encuesta bamba a un supuesto universo de 27,000 entrevistados, cuya autoría ha cambiado tantas veces como él ha aparecido en público para comentarla o ha delegado dicha tarea a alguien de su partido, siendo la más asombrosa e increíble la “Red de Informática del PAP” (RIP).
Alguien de su equipo debiera contarle a este Pitágoras del Jirón Azángaro que no cualquiera hace una encuesta, pues para eso se requiere, para empezar, metodología y equipos entrenados para esa función.
Es decir, que una encuesta no es salir a preguntar por la calle a ver qué nos comenta la gente, salvo que se quiera lanzar, como acaban de hacerlo, una encuesta donde la aprobación presidencial ya llegó al 50 por ciento.
El problema, sin embargo, es que su propio equipo le fomenta tonterías como que hay que romper el monopolio de las encuestadoras –¿no es que había muchas encuestas? ¿Sabe García qué es ‘monopolio?– con el aporte de enfoques novedosos. Y que, encima, estén inventando y difundiendo encuestas bamba que hasta el gerente de Idice tiene que salir a desmentir.
Lo mejor que el presidente García debiera hacer con su encuesta bamba, por su propio bien, es no volver a mentir para defenderla. Cada vez que lo hace, mella la poca credibilidad que le queda y que tanto daño le producen a él y al sistema político pues no es bueno para el país tener la sensación justificada de que su presidente miente con entusiasmo y convicción.
Para empezar, podría hacerse caso a sí mismo cuando dice que “está bien mentir pero no tanto”.