viernes, 28 de mayo de 2010

LA CORRUPCIÓN ESTRUCTURAL EN EL PERÚ

LA CORRUPCIÓN ESTRUCTURAL EN EL PERÚ
Por: José Ramos Bosmediano,
Educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública

Como ya ocurrió en el pasado y desde el siglo XIX en el Perú, cada gobierno de turno opaca al anterior o a los anteriores en los actos de corrupción descubiertos, aun cuando los no descubiertos o no divulgados, precisamente por la recurrente corrupción para ocultar delitos, los descubiertos hoy ponen en la penumbra de la memoria colectiva, si no todas, casi todas las tropelías gubernamentales de esta república que dentro de 10 años más cumplirá dos siglos de descalabrada existencia.

Resulta que el segundo gobierno aprista que fenece el 28 de julio del 2011 ha vuelto a reproducir las atrocidades de su primer fracaso de 1985-1990. Frente a lo que ocurre hoy, el de Toledo aparece como “poco corrupto”, y hasta la charca fujimorista, con decenas de procesados y condenados del conjunto esa hidra de la corrupción gubernamental, parece esfumarse de esa memoria históricamente acostumbrada a no saber amar ni odiar.

LA IDEOLOGÍA DE LA CORRUPCIÓN

La corrupción en el Perú no tiene vallas ideológicas en un vasto sector de ciudadanos, votantes arrastrados por el clientelismo político o por la ideología militarista que se prosterna ante cualquier dictador con uniforme militar.

Esa ideología, históricamente construida por las clases dominantes y su historiografía laudatoria, se sintetiza en el “apotegma” del dictador Manuel A. Odría, ex gobernante del “ochenio” (1948-1956): “hechos y no palabras”, reforzado con el eslogan “salud, educación y trabajo”, muy similar al de “educación, tecnología y trabajo”, de la dictadura fujimorista.

Pero la propia narración de nuestra historia republicana a través de textos y no pocos tratados de historia para la educación superior, ha contribuido con la ideología de la justificación del robo oficial, de la coima administrativa y te todo tipo de maniobras para apoderarse de no menos del 30% del presupuesto nacional en cada nivel gubernamental. En los textos aludidos figuran los gobernantes con “sus obras”, una larga relación de caminos, parques, puentes, edificios, escuelas, calles, etc., cuya exuberancia define su éxito y, por tanto, su derecho a pasar a la historia patria como “el mejor gobernante” del Perú.

En las últimas décadas esta ideología, como percepción falseada de la realidad, se ha extendido y sofisticado en los procesos políticos electorales, desde las elecciones generales hasta las regionales y municipales. El gobierno municipal de Lima es un ejemplo concreto y el más significativo, por su dimensión y por ser el centro de la administración municipal del país. Difícil es calcular la cantidad de dinero estatal que el Alcalde gasta en su propia propaganda, sin mencionar la duplicación inexplicable del presupuesta de la vía “El Metropolitano” y, probablemente, de otras obras públicas ejecutadas o en ejecución. La propia duplicidad del servicio de la salud con los “hospitales de la solidaridad” forma parte de esa propaganda que refuerza la ideología de la corrupción.

La reelección de Castañeda Lossio y su campaña actual por la presidencia de la república se basa en ese sedimento ideológico, sistemáticamente administrada en tiempos y propaganda.

Castañeda Lossio, a través de la publicidad política y de una prensa venal y coludida con la ideología de la corrupción, es presentado como un administrador eficaz, pues logró privatizar gran parte de la Seguridad Social por encargo de la dictadura fujimorista, proceso considerado como “modernización”, pero cuyos resultados no han cambiado la pésima situación de esa institución denominada “EsSalud. Los cargamentos de cemento, arena y fierros depositados en Lima Metropolitana son considerados otro “éxito” de Castañeda, aunque el sistema de transporte no haya mejorado en lo más mínimo.

Si trasladamos el modelo Castañeda a todos los gobiernos regionales y municipales en el Perú, no encontramos sino la misma estrategia para sembrar esa ideología que justifica cualquier manejo irregular de los recursos a cambio de las obras que, supuestamente, significan progreso, desarrollo, eficacia, éxito y derechos adquiridos para seguir gobernando. Desde luego, no es Castañeda Lossio el creador de esta forma criolla de hacer política. La historia republicana es pródiga en comportamientos similares.

Ante tantas carencias que tiene la población peruana pobre y oprimida, cualquier camino, escalera, puente, parque de recreación o edificio público, puede significar un “buen gobierno”, aunque los problemas básicos del país continúen irresueltos, o, lo que es más lamentable, la corrupción actuada por el gobernante y su administración se haya producido, reforzándose la permisibilidad moral, la doble conducta y la anomia ética.

La expresión mejor elaborada por la ideología de la corrupción hoy es: “ha robado, pero ha hecho obras”, que en estos años vienen mencionado diversos estudiosos de lo que estamos llamando ideología de la corrupción. Esta ideología puede definirse como un pensamiento que falsea la percepción de la realidad objetiva en aras de un supuesto interés práctico, inmediato y efectivo, marcadamente individual y desligado de la percepción de conjunto de esa realidad. Quienes se benefician de esta ideología, y la promueven, son los gobernantes, la burocracia que los secunda en cada período y no pocos empresarios que se han acostumbrado a los métodos de la coima para lograr ganancias.

(Cuando el señor Luis Bedoya Reyes dijo que el robo cometido por su hijo al recibir dinero del Estado de manos de Montesinos era sólo “un pecadillo”, estaba falsificando la realidad, confundiendo una categoría teológica con una categoría ético-jurídica (delito). Y no olvidemos que ese señor es asesor y jefe de la “decente” Lourdes Flores Nano, quien, dicho sea de paso, fue Rectora de la universidad del señor Raúl Diez Canseco, Vicepresidente defenestrado del Gobierno de Alejandro Toledo por actos de corrupción, ex gerente de un empresario que cambió de identidad para escapar a los juicios por narcotráfico. La misma Flores nano, en 1998, apoyó el Tratado de Itamaratí que Fujimori firmó con el Brasil. Como las trapacerías de Alex Kouri son más recientes y más repugnantes, tiene las de perder frente a Flores Nano, que posee la ventaja del olvido colectivo y sintomático de una enfermedad social muy arraigada en el Perú).

CRISIS HISTÓRICA Y ESTRUCTURAL Y CORRUPCIÓN EN EL PERÚ

Se puede hacer una historia social de la corrupción, mejor dicho, una sociología de la corrupción en el mundo desde que se formaron los estados como expresiones de las sociedades clasistas; y se puede encontrar ciertas regularidades en el comportamiento de los gobernantes y de las clases sociales oprimidas, regularidades entre las crisis sociales y las manifestaciones de corrupción pública y privada en las clases gobernantes. El ejemplo más claro es el caso del Imperio Romano, cuando el sistema esclavista entró en crisis durante los primeros siglos de la era cristiana y los gobernantes y las clases privilegiadas relajaron su comportamiento público y privado. En medio de esta crisis social actuaron las rebeliones de los esclavos y la incursión de los llamados “bárbaros”, luego los turcos, que finalmente destruyeron el Imperio. Un caso similar, pero no igual, ocurrió en la Francia de los Luises en los siglos XV, XVVI, XVII y XVIII, siglos de desintegración del feudalismo y el relajamiento de las costumbres cortesana, sobreviniendo las rebeliones campesinas y luego la lucha de la burguesía por el poder hasta el triunfo de la Revolución en 1789. Estas regularidades en el desarrollo de las sociedades antiguas y modernas debemos de tener en cuenta para evaluar la corrupción actual en el Perú.

En el Perú las regularidades del proceso histórico se producen en un contexto histórico diferente a los casos mencionados y a los de otras sociedades y etapas históricas.

En el caso peruano tenemos la mayor desventaja de que “nuestra” corrupción republicana es una de las peores herencias de la sociedad virreinal, no eliminadas por las clases dominantes de la República porque ellas mismas la necesitaban para seguir perpetuando su dominio. Desde la cúspide del aparato estatal han promovido ese comportamiento hasta convertirlo en un modo de pensar, de vivir y de lograr beneficios “para la familia y los hijos”. Así, un político como el hermano de Alex Kouri realizaba sus negocios sucios con dinero del Estado para dotar a su familia de comodidades y aparecer como un “buen padre”. ¿Cuántos aprovechadores de los recursos del Estado no actúan con los mismos procedimientos y propósitos, con la misma lógica y justificación de sus actos corruptos? ¡Véase el caso Croussillac, con padre e hijo juntos! Hay, pues, una corrupción de origen histórico, que ha ido conformado esa lacra ideológica a la que nos hemos referido. En los países europeos la corrupción no tiene las connotaciones ni las expresiones tan frondosas y generalizadas como ocurre en nuestro país, pues su historia moderna vivió un proceso de cambios revolucionarios que eliminaron, en gran parte, la ideología de la corrupción. Quienes, entre nosotros, denigran del papel que desempeñó el gobierno revolucionario de Maximiliano Robespierre, buscan esconder su miedo ante una salida radical para transformar el orden social que fundamenta la corrupción.

Pero la corrupción en el Perú no tiene solamente un origen histórico. Es la misma estructura económica y social imperante la que reproduce esa herencia histórica. El contenido patrimonialista del Estado, el carácter marcadamente privatizado de ese aparato de dominio de unas clases sobre otras, dirige y promueve la tendencia a apropiarse de todo lo que sea posible en cuanto se asume una posición de poder. Así, en una economía atrasada, las clases dominantes promovieron el gamonalismo entre ellas mismas, arrinconando cada vez más a las masas indígenas hasta convertirlas en aparceros, yanaconas y arrendires, cuando no en absolutos desposeídos de sus tierras.

Llegó la oportunidad de extraer y vender el guano y el salitre, las mismas clases en el poder se enriquecieron, asociándose a los capitalistas extranjeros.

¡Qué no podemos decir, en lo que atañe a Loreto, con la explotación del caucho y la concentración de la propiedad de las “tierras de montaña”.

Con el neoliberalismo esa mentalidad patrimonialista se ha profundizado con la tendencia privatizadora de la economía y de los servicios sociales. Lo que el presidente Alan García pretende hacer con las tierras de la Amazonía es venderlas y, como lo demuestra el caso Cofopri bajo su mando (¡Qué no estará bajo su mando!), serían ventas con apropiaciones de recursos bajo la manga, en caso de que el pueblo y los indígenas bajen la guardia.

LOS CAMBIOS JURÍDICOS NO ACABARÁN CON LA CORRUPCIÓN

En el Estado actual, con una derechización generalizada de la sociedad y el avance del neoliberalismo en las políticas gubernamentales y en la propia mentalidad de la gente de todos los estratos sociales, no es posible, acaso, ni erosionar la corrupción. Las instituciones llamadas a combatirla no cuentan con contingente suficiente de personas honestas como para imponer condiciones de honestidad en el juzgamiento de los delincuentes. Son los corruptos los que manejan esas instituciones, abierta o subrepticiamente. El revés sufrido por el Fiscal Avelino Guillén cuando postuló a un cargo en el aparato judicial, es la prueba más evidente de que hay una corrupción de tipo estructural, vale decir, institucional del Estado, de un Estado en crisis irreversible dentro de los moldes del capitalismo y, en particular, del modelo neoliberal.

Las propuestas de reforma jurídica constitucional y penal que está presentando el candidato a la presidencia Ollanta Humala, especialmente la no prescriptibilidad de los delitos de hurto en agravio del Estado y la no aplicación de los privilegios penitenciarios a estos delincuentes “de cuello y corbata”, son importantes, pero insuficientes para terminar con el flagelo que corroe al viejo Estado peruano, que requiere una remoción total de su actual estructura económica y social. Hasta su aprobación en el propio Parlamento peruano es bastante improbable, pues esa institución también es la guardiana del orden social actual en descomposición.

Nuevamente volvemos a la regularidad histórica en el Perú de hoy: a la crisis profunda de la sociedad peruana, corresponde la profundización de la corrupción. ¿Cuándo nos convenceremos de la necesidad de transformar de raíz el Perú?

Es el pueblo el que, con su lucha consciente y organizada, la que decidirá no solamente la erradicación de la corrupción, sino, como condición sine qua non, la creación de un nuevo Estado en el Perú.

Email: amazonayahuascaramos@yahoo.es

Próximo gobierno destapará olla de la corrupción aprista

Régimen de García está acorralado por denuncias, señala congresista y ex ministro Carlos Bruce.

Próximo gobierno destapará olla de la corrupción aprista

Sostienen que este gobierno será recordado como uno de los más corruptos.
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Carlos Bruce sostuvo que las numerosas corruptelas denunciadas en los últimos tiempos, en las cuales están involucrados ministros, congresistas, funcionarios y dirigentes del Partido Aprista, sólo son la punta del iceberg del entramado de negociados y “faenones” que se han realizado en el segundo mandato presidencial de García.
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El partido de gobierno está envuelto en una espiral de corrupción que no tiene límites y quiere dar el mensaje de que estos hechos contra la ley ocurrieron en todas las gestiones, lo cual no es cierto, señaló ayer el congresista Carlos Bruce, en diálogo con este diario. “El gobierno que venga en el 2011 recién va a destapar la gran olla de corrupción que hay en la administración de Alan García”, afirmó.
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El ex ministro toledista de Vivienda sostuvo que las numerosas corruptelas denunciadas en los últimos tiempos, en las cuales están involucrados ministros, congresistas, funcionarios y dirigentes del partido aprista, sólo son la punta del iceberg del entramado de negociados y “faenones” que se han realizado en el segundo mandato de García.
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Sin embargo, dijo, la real dimensión de la corrupción de este régimen está por descubrirse, pero no será en esta administración en que las instituciones de control están copadas y las mayorías en el Congreso establecen una correlación de fuerzas que impiden a esta institución cumplir con su rol fiscalizador.
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“La corrupción de estos días no tiene precedentes. Las pillerías se conocen día tras día y no hay semana en la que no salte a la luz un gran escándalo”, subrayó Bruce y mencionó que ayer nomás (el miércoles), el Ministerio del Interior tuvo que anular una compra de portatropas por las graves irregularidades de la operación y que fueron denunciadas por la prensa independiente.
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Las revelaciones de nuevos “faenones” aparecen en todos los sectores, pero casi siempre vinculadas a gente del partido de gobierno, manifestó.
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“El Apra es quizá el único partido que ha tenido que licenciar a sus dos secretarios generales por estar envueltos en denuncias de corrupción”, remarcó. No somos iguales Bruce, quien fue ministro de Vivienda durante el gobierno de Alejandro Toledo, sostuvo que el actual es un régimen acorralado por la corrupción, pero ahora los representantes del Apra pretenden hacer creer a la opinión pública que eso ha ocurrido en todos los gobiernos. Pero eso no es verdad y no tengo ninguna duda que están tratando de crear una cortina de humo al denunciar que el hermano del ex presidente (Luis Toledo) también fue favorecido por Cofopri.
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Es un caso muy distinto, señaló, en este caso se trata de un agricultor pobre que trabaja la tierra que le fue adjudicada legítimamente, “no como los sapazos apristas que se adjudican tierras al precio de un sol el metro cuadrado”, expresó.
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El escándalo de Cofopri es gravísimo, indicó el ex ministro, porque se ha traficado con más de 1,400 hectáreas para enriquecer a gente del gobierno de turno. El reino de la impunidad.
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También el congresista Edgard Reymundo opinó, por su parte, que el actual es un gobierno sitiado por la corrupción que nace de sus propias filas y que pretende salir de esta situación haciendo denuncias que pueden ser valederas, pero más tienen un sabor a “escandalote”.
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Es una vieja táctica del Apra eludir la acción de la investigación con una serie de argucias y que tienen ahora al ex secretario del Apra, Mauricio Mulder, en el papel de escudero de aquellos que lo secuestraron (durante los comicios internos apristas), precisó el parlamentario de Bloque Popular (BP).
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“Es que los apristas tienen un sentido confesional de la política”, añadió. Esta actitud partidaria ha llevado a que la mayoría en el Congreso limite la acción de fiscalización dejando inconclusas las investigaciones sobre actos de corrupción en el Estado. Por ejemplo, dijo, la investigación de los Petroaudios es una deuda pendiente que tienen las bancadas parlamentarias, pero hay otros casos en que se ha frustrado el hallazgo de la verdad.
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Uno de ellos es la paralización de toda investigación sobre la participación de la secretaria personal de Javier Velásquez en negocios con el Estado. “Aparentemente es un problema pequeño, pero se trata del premier”, señaló y agregó que la investigación del chuponeo que tomó largas horas de trabajo al Parlamento fue al final un “saludo a la bandera”.
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El congresista Reymundo dijo que hay un malestar generalizado en la población que no percibe que hay resultados concretos en la lucha contra la corrupción y por ello no confía ni en el Congreso, ni en el Ministerio Público ni en el Poder Judicial que son instituciones que no cumplen tampoco con su papel de control del delito.
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El caso de Jorge del Castillo es increíble, pues se archivó la investigación sin realizar un estudio prolijo y detallado de las denuncias.
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“El Ministerio Público ahora ha quedado en ridículo, porque ha tenido que iniciar una nueva denuncia con elementos que ya se conocían”, expresó. Control debilitado.
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A su vez, el representante de Unidad Nacional, Juan Carlos Eguren, recordando las palabras del pensador González Prada, apuntó que actualmente “donde se pone el dedo salta la pus”.
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La corrupción está sumamente generalizada y los escándalos saltan a la luz porque están bajo la lupa de las unidades de investigación de los medios de comunicación, pero no porque funcione el sistema de control.
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El legislador sostuvo que en el actual gobierno se ha debilitado la acción de la Contraloría que sólo está en capacidad de controlar hasta el 30 por ciento de los recursos públicos del país. Como un cáncer El parlamentario nacionalista Fredy Otárola manifestó que ese mal es como un cáncer que está destruyendo al país.
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“Todo el crecimiento económico que se puede haber alcanzado es destruido por la corrupción”, expresó. Tras asegurar que nos encontramos ante un Estado cómplice de la corrupción, reveló que la bancada del Partido Nacionalista ha presentado 10 proyectos de ley para fortalecer la lucha contra la corrupción, que duermen en el Congreso.
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Entre ellos citó el que introduce la imprescribilidad de los delitos cometidos por los funcionarios públicos, el que prohíbe la doble nacionalidad de los presidentes de la República y el que establece que los presidentes no pueden abandonar el país durante los cinco años posteriores a su mandato.
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Esvieta TopovichRedacción

¿Sobrevivirá el Estado de Bienestar?

Vie, 28/05/2010 -
Por Sinesio López Jiménez

¡Ahora o nunca! parece ser el grito de guerra que ha lanzado el capital internacional para imponer el modelo neoliberal y echarse abajo el Estado de Bienestar en Europa.
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Impresionan su agresividad y su voracidad en la hora actual.
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Llama la atención también que algunos organismos financieros internacionales inútiles para prever y enfrentar la crisis del 2008 –como el FMI– hoy se presenten como salvadores de los países agobiados por la crisis.
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No hay felizmente una salida única de la crisis europea.
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Joseph Stiglitz (Nobel de Economía) ha señalado hasta tres soluciones posibles.
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Adam Przeworski, destacado politólogo y profesor de la NY University, sostuvo que era posible una alternativa socialdemócrata al neoliberalismo en la solución de la crisis del capitalismo de los 80 y los 90 del siglo pasado.
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Las diversas salidas de la crisis dependen, sin embargo, de la gravedad de la misma, por un lado, y de las relaciones entre las diversas fuerzas sociales y políticas tanto nacionales como internacionales, por otro.
¿Podrá sobrevivir el Estado de Bienestar europeo a la crisis del capitalismo y a la ofensiva del neoliberalismo? Mi hipótesis es que va a sobrevivir porque los países europeos, a diferencia de los latinoamericanos, tienen una sociedad más organizada que constituye un firme contrapeso de las fuerzas que impulsan el mercado autorregulado y orquestan la ofensiva neoliberal.
El goce de los derechos sociales es ya una tradición. Ellos constituyen una especie de pacto social que todos respetan. Existen sindicatos y movimientos sociales (nuevos y viejos). Las sociedades civiles son vigorosas y los partidos políticos son instituciones que representan a las diversas clases sociales y que canalizan sus demandas. Cualquier intento de imponer a la mala el modelo neoliberal extremo será respondido, sin duda, por la movilización de millones de ciudadanos.
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El Estado social que sobreviva será, sin embargo, más light, menos pesado y menos costoso. Como son ya los Estados sociales de los países nórdicos, de Inglaterra y de Nueva Zelanda. Es muy probable que los Estados sigan financiando los derechos sociales, especialmente los de salud y educación y sigan limitando más aún el seguro al desempleo. Pero es muy probable también que la gerencia y la gestión de los mismos sean manejadas por terceros (tercerización) o por la sociedad civil (publicización). Esto último depende de la tradición y de la experiencia de la sociedad civil en cada país europeo. Lo que ya no podrá sobrevivir es el Estado de Bienestar clásico construido sobre la base de un conjunto de equilibrios complejos. Un primer equilibrio es el que existe entre la promoción de la acumulación privada y la atención de los derechos sociales. Un segundo equilibrio es el que procede del contrapeso entre la economía de mercado y la sociedad organizada. Un tercer equilibrio es el que existe entre el proceso de acumulación y el proceso democrático. Un cuarto equilibrio se basa en la tributación que ofrece el sistema económico al Estado y la legitimación que éste recibe de la sociedad.
Todos estos equilibrios operan si la mercantilización funciona, esto es, si todo lo que se produce se vende y se compra en el mercado. Esto sucede cuando existe un crecimiento económico sostenido como el que experimentó Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando la mercantilización entra en crisis, los equilibrios se rompen. Estos funcionan sobre todo como resultado de un firme compromiso entre los empresarios y los trabajadores de cada país europeo. Los trabajadores reconocen la legitimidad de la acumulación capitalista y los empresarios aceptan que los trabajadores participen en la distribución de la riqueza que ellos producen. El Estado de Bienestar se construye sobre la base de este compromiso de clases, como bien lo ha subrayado Przeworski. Los sistemas de partidos contribuyen a la organización y funcionamiento de ese compromiso
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