Por Sinesio López Jiménez
¡Ahora o nunca! parece ser el grito de guerra que ha lanzado el capital internacional para imponer el modelo neoliberal y echarse abajo el Estado de Bienestar en Europa.
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Impresionan su agresividad y su voracidad en la hora actual.
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Llama la atención también que algunos organismos financieros internacionales inútiles para prever y enfrentar la crisis del 2008 –como el FMI– hoy se presenten como salvadores de los países agobiados por la crisis.
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No hay felizmente una salida única de la crisis europea.
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Joseph Stiglitz (Nobel de Economía) ha señalado hasta tres soluciones posibles.
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Adam Przeworski, destacado politólogo y profesor de la NY University, sostuvo que era posible una alternativa socialdemócrata al neoliberalismo en la solución de la crisis del capitalismo de los 80 y los 90 del siglo pasado.
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Las diversas salidas de la crisis dependen, sin embargo, de la gravedad de la misma, por un lado, y de las relaciones entre las diversas fuerzas sociales y políticas tanto nacionales como internacionales, por otro.
¿Podrá sobrevivir el Estado de Bienestar europeo a la crisis del capitalismo y a la ofensiva del neoliberalismo? Mi hipótesis es que va a sobrevivir porque los países europeos, a diferencia de los latinoamericanos, tienen una sociedad más organizada que constituye un firme contrapeso de las fuerzas que impulsan el mercado autorregulado y orquestan la ofensiva neoliberal.
¿Podrá sobrevivir el Estado de Bienestar europeo a la crisis del capitalismo y a la ofensiva del neoliberalismo? Mi hipótesis es que va a sobrevivir porque los países europeos, a diferencia de los latinoamericanos, tienen una sociedad más organizada que constituye un firme contrapeso de las fuerzas que impulsan el mercado autorregulado y orquestan la ofensiva neoliberal.
El goce de los derechos sociales es ya una tradición. Ellos constituyen una especie de pacto social que todos respetan. Existen sindicatos y movimientos sociales (nuevos y viejos). Las sociedades civiles son vigorosas y los partidos políticos son instituciones que representan a las diversas clases sociales y que canalizan sus demandas. Cualquier intento de imponer a la mala el modelo neoliberal extremo será respondido, sin duda, por la movilización de millones de ciudadanos.
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El Estado social que sobreviva será, sin embargo, más light, menos pesado y menos costoso. Como son ya los Estados sociales de los países nórdicos, de Inglaterra y de Nueva Zelanda. Es muy probable que los Estados sigan financiando los derechos sociales, especialmente los de salud y educación y sigan limitando más aún el seguro al desempleo. Pero es muy probable también que la gerencia y la gestión de los mismos sean manejadas por terceros (tercerización) o por la sociedad civil (publicización). Esto último depende de la tradición y de la experiencia de la sociedad civil en cada país europeo. Lo que ya no podrá sobrevivir es el Estado de Bienestar clásico construido sobre la base de un conjunto de equilibrios complejos. Un primer equilibrio es el que existe entre la promoción de la acumulación privada y la atención de los derechos sociales. Un segundo equilibrio es el que procede del contrapeso entre la economía de mercado y la sociedad organizada. Un tercer equilibrio es el que existe entre el proceso de acumulación y el proceso democrático. Un cuarto equilibrio se basa en la tributación que ofrece el sistema económico al Estado y la legitimación que éste recibe de la sociedad.
Todos estos equilibrios operan si la mercantilización funciona, esto es, si todo lo que se produce se vende y se compra en el mercado. Esto sucede cuando existe un crecimiento económico sostenido como el que experimentó Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando la mercantilización entra en crisis, los equilibrios se rompen. Estos funcionan sobre todo como resultado de un firme compromiso entre los empresarios y los trabajadores de cada país europeo. Los trabajadores reconocen la legitimidad de la acumulación capitalista y los empresarios aceptan que los trabajadores participen en la distribución de la riqueza que ellos producen. El Estado de Bienestar se construye sobre la base de este compromiso de clases, como bien lo ha subrayado Przeworski. Los sistemas de partidos contribuyen a la organización y funcionamiento de ese compromiso.
Todos estos equilibrios operan si la mercantilización funciona, esto es, si todo lo que se produce se vende y se compra en el mercado. Esto sucede cuando existe un crecimiento económico sostenido como el que experimentó Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando la mercantilización entra en crisis, los equilibrios se rompen. Estos funcionan sobre todo como resultado de un firme compromiso entre los empresarios y los trabajadores de cada país europeo. Los trabajadores reconocen la legitimidad de la acumulación capitalista y los empresarios aceptan que los trabajadores participen en la distribución de la riqueza que ellos producen. El Estado de Bienestar se construye sobre la base de este compromiso de clases, como bien lo ha subrayado Przeworski. Los sistemas de partidos contribuyen a la organización y funcionamiento de ese compromiso.