miércoles, 16 de diciembre de 2009

QUE ES LA CORRUPCIÓN ..........SERIE

16.12.09

CORRUPCIÓN POLÍTICA Wikipedia

En términos generales, la corrupción política es el mal uso público (gubernamental) del poder para conseguir una ventaja ilegítima, generalmente secreta y privada. El término opuesto a corrupción política es transparencia.
Por esta razón se puede hablar del nivel de corrupción o transparencia de un Estado.
Todos los tipos de gobierno son susceptibles a la corrupción política.
Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el USO ILEGÍTIMO DE INFORMACIÓN PRIVILEGIADA, EL
TRÁFICO DE INFLUENCIAS, EL PUCHERAZO, EL PATROCINIO, SOBORNOS, EXTORSIONES, INFLUENCIAS, FRAUDES, MALVERSACIÓN, LA PREVARICACIÓN, EL CACIQUISMO, EL COMPADRAZGO, LA COOPTACIÓN, EL NEPOTISMO Y LA IMPUNIDAD.
La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el tráfico de drogas, el lavado de dinero y la prostitución ilegal; aunque no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros crímenes.
El concepto de corrupción difiere dependiendo del país o la jurisdicción.
Lo cierto es que algunas prácticas políticas pueden ser legales en un lugar e ilegales en otros.
En algunos países, la policía y los fiscales deben mantener la discreción sobre a quien arrestan y acusan, y la línea entre discreción y corrupción puede ser difícil de dibujar.
En países con fuertes intereses de grupos políticos, las prácticas de corrupción se dan con más facilidad.
La corrupción política es una realidad mundial; su nivel de tolerancia o de combate evidencia la madurez política de cada país.
Por esta misma razón existen entidades nacionales e internacionales, oficiales y privadas, con la misión de supervisar el nivel de corrupción administrativa internacional.

La corrupción, contrariamente a lo que podría pensarse inicialmente, no es sólo responsabilidad del sector oficial, del Estado o del Gobierno de turno, sino que incluye muy especialmente al sector privado. En muchos países, como en los de
Latinoamérica, dicho sector tiene una gran influencia estatal y por lo tanto el nivel de corrupción presente en esos países tiene mucho que ver con la manera en la que se comporta el sector privado en conjunto con los sistemas políticos

QUE ES CORRUPCIÓN ????? (redescolar.ilce.edu.mx/)
La corrupción es un acto ilegal que ocurre cuando una persona abusa de su poder para obtener algún beneficio para sí mismo, para sus familiares o para sus amigos.
Requiere de la participación de dos actores: uno que por su posición de poder pueda ofrecer algo valioso y otro que esté dispuesto a pagar una "mordida" o soborno para obtenerlo.
Estos actos los observamos diariamente desde que abordamos cualquier transporte, en el mercado, al realizar trámites oficiales, etc; puede suceder en los lugares menos pensados y con las personas menos esperadas.
En la escuela, por ejemplo, la corrupción puede producirse entre profesores y alumnos (venta de calificaciones), entre padres y maestros (compra de notas aprobatorias para sus hijos) entre directores y padres de familia (venta del derecho de ingreso a una escuela), entre directores y profesores (venta de plazas), entre autoridades de las escuelas (compra de permisos), etc.
Aunque ilícita, hay quienes piensan que la corrupción puede ser útil.
Argumentan que ayuda a esquivar las reglas excesivas, a acelerar los trámites y a ahorrar tiempo. Así, por ejemplo, dicen que sirve a los alumnos que tienen problemas con una materia para poder aprobarla, pues gracias a la corrupción pueden comprar al profesor.
También dicen que sirve para establecer un criterio para determinar quiénes ingresan a las escuelas con mayor demanda. Sin embargo, los partidarios de este argumento no se dan cuenta de que en el largo plazo, la corrupción nos perjudica a todos. Por ejemplo, si en una escuela es común que los profesores acepten sobornos para aprobar a los alumnos, en el largo plazo la reputación de esa escuela se verá dañada. Esto terminará afectando a sus egresados, quienes cargarán para el resto de su vida con el sello de que vienen de una escuela que no los formó bien.
La corrupción tiene consecuencias graves que afectan el desarrollo de los países. Algunos datos recientes muestran que el dinero que se gasta en corrupción deja de gastarse en los servicios públicos que proporciona el gobierno, tales como transporte público, electricidad, agua potable, etc.
La corrupción, entonces, provoca que haya fallas en el suministro de agua, baja calidad de los servicios médicos, baja calidad de los servicios educativos, fallas en la infraestructura vial y aumento en la incidencia de cortes eléctricos, por mencionar algunos ejemplos.
Además, la corrupción puede terminar poniendo en riesgo la vida e integridad física de los ciudadanos. Por ejemplo, la baja calidad de los servicios médicos puede costarle la vida a un ciudadano enfermo. La construcción de edificios que no cumplen con los mínimos requisitos de seguridad, pueden costarle la vida a un ciudadano durante un temblor.
La malas carreteras pueden ser muy peligrosas para los conductores de camiones y sus pasajeros, etc.
Por último, la corrupción rompe el tejido social pues disminuye la confianza de los ciudadanos en las instituciones, el gobierno y entre ellos mismos.
También afecta el nivel ético de la sociedad en su conjunto. En la medida en que la corrupción se generaliza, los escrúpulos éticos se van perdiendo.

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El problema ético del médico Dr. Allegro


El problema ético del médico


Al médico cuando está frente al paciente se le plantean dos preguntas básicas:


¿qué puedo hacer por este paciente? y

¿qué debo hacer por esta persona?

Dr. Luis Allegro

Al médico -cuando está frente al paciente, en la intimidad de su consultorio y en la intimidad de sí mismo- se le plantean dos preguntas básicas:

1) Qué puedo hacer por este paciente

2) Qué debo hacer por esta persona.


Si se observan con detenimiento estas preguntas, cada una tiene una categoría diferente: en la primera el ser humano es visto como un paciente y en la segunda, como una persona. Entre ellas hay una diferencia sideral, pero las dos son importantes.

Cuando el médico se pregunta internamente "qué puedo hacer por este paciente", el meridiano pasa por la ciencia. Se está refiriendo a su bagaje de conocimientos científicos, su experiencia médica y toda su capacitación profesional.


Esto incluye todo lo que estudió y aprendió en la universidad, en el contacto con sus maestros, con sus colegas, con sus pacientes, con los libros, con las revistas médicas, con los congresos, con los cursos de post grado, con las reuniones científicas, etc. etc.


En ese momento, frente a su paciente, recurre a todas sus condiciones personales e intelectuales y las pone al servicio de su "poder hacer" en la que está incluida su potencialidad médica.

Cuando el médico se pregunta "qué debo hacer por esta persona", entonces el problema pasa por el meridiano de la ética y se está refiriendo al conjunto de normas, principios y valores con los cuales el médico maneja, conduce y regula su comportamiento profesional.


Esta conducta médica adquiere siempre la forma primordial que la da arquitectura como persona humana, y es este enfoque el que le permite encontrar en este paciente que tiene delante, a la persona que está incluida en el mismo cuerpo, de tal modo que “paciente y persona” constituyen una unidad indisoluble.

La condición de persona. Desde el año 1970 en adelante, se viene conociendo el "fenómeno bioético", cosa que está logrando un desarrollo considerable en los últimos años. Este fenómeno surge de comprender que el ser humano no es un objeto, ni es una máquina que se descompone en partes o aparatos (digestivo, respiratorio, etc.).


El ser humano es una persona que tiene conciencia de sí mismo, o sea que tiene conocimiento de sí mismo y de su propia existencia y que tiene autonomía, que es capacidad de autodeterminación.


La noción de persona tiene un lugar privilegiado en este modelo.


Esto plantea la obligación de distinguir y diferenciar lo que es la vida biológica, de lo que significa la vida personal.

Veamos, que debe hacer el médico en cuanto a la ética. En este sentido el panorama es muy amplio porque hoy, es importante que el médico tenga una buena formación ética. Por lo menos debe contar con las nociones básicas de lo que puede llamarse una “operación ética mínima”.

Operación ética mínima. El médico debe tener presente frente al paciente una operación ética mínima que contemple los siguientes tres pasos:

1) la comunicación de la verdad,

2) el consentimiento informado, y

3) la “segunda opinión”.


Estos tres puntos son conceptuales, es decir que el profesional debe tener el concepto bien claro de qué es lo que significa cada uno de ellos, para cumplirlos en el momento más adecuado de las primeras entrevistas. Es muy importante no dilatar el momento de efectuarlas.

La comunicación de la verdad: la verdad debe regir permanentemente la comunicación en la elación médico-paciente.


La verdad es importante porque permite establecer un vínculo de sinceridad en dicha relación.


Es necesaria porque le da base firme a lo que el paciente debe conocer de su padecimiento para que pueda poner todo su interés al servicio de la curación.


Es terapéutica, porque el paciente que conoce bien la realidad sobre su enfermedad puede administrar mejor sus energías dándoles un sentido positivo y así optimizar la evolución hacia la curación.


Pero es necesario saber que la verdad debe ser comunicada en forma gradual, paso a paso, respetando la receptividad del paciente, de modo que -según la magnitud del caso- pueda tolerarla tanto mental, como emocionalmente.

El consentimiento informado: se refiere a que el médico debe dar una información clara y sencilla -en un lenguaje común que sea accesible al paciente- de todo lo concerniente tanto a la enfermedad como al tratamiento.


Antes de concretar alguna medida terapéutica o diagnóstica, debe ser consultada al paciente y éste debe dar su consentimiento. La consulta debe ser al interesado en primer lugar, y luego a los familiares del mismo, o en su defecto, a aquellas personas que están directamente vinculadas al paciente.


Esta condición de contar con dicho consentimiento plantea que la relación médico-paciente sea de carácter horizontal, de igual a igual entre dos personas están igualmente interesadas en esa situación médica. Esto plantea una diferencia total con la relación que antes se establecía entre el médico y el paciente, que era una relación vertical y paternalista, en la cual el médico tomaba la decisión y asumía toda responsabilidad.


La segunda opinión: este es un concepto que ha surgido en los últimos años.


Se refiere a que cuando el paciente tiene una duda respecto de su diagnóstico y/o de su tratamiento, tiene el derecho de consultar a otro médico o a todos los que necesite hasta resolver sus dudas.


Es bueno asegurarle al paciente todas las condiciones para que tome sus decisiones y realice su tratamiento en las mejores condiciones posibles.


En este sentido es importante darle la seguridad de que él debe adoptar una posición activa en las decisiones de la conducción de su tratamiento.


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Dr. Luis Allegro Presidente de la Sociedad de Ética en Medicina (Asociación Médica Argentina) Full Member of the Internacional Psychoanalytic AssociationEx Profesor de Psicopatología y Psiquiatría de la Universidad de Rosario

Más es menos: a mayor información, mayor ignorancia


Escepticemia, Gonzalo Casino


Más es menos: a mayor información, mayor ignorancia


Sobre la revolución de la desinformación y sus mecanismos. Escepticemia

A mayor información, menor conocimiento. Esta paradójica afirmación puede ser una buena máxima para ilustrar lo que pasa con algunas cuestiones innecesariamente candentes en nuestros días, desde el cambio climático inducido por el hombre a la evolución darwinista.


Con todas las pruebas científicas acumuladas, con todas la opiniones vertidas por las autoridades en la materia, ¿cómo puede ser que todavía mucha gente no crea en la evolución de las especies por selección natural o que la acción del hombre favorece el cambio climático?


Una explicación podría ser la actual sobreabundancia de datos: la introducción interesada de ciertas dudas obliga a rebatirlas con nuevas explicaciones y más datos, en una espiral informativa sin freno que crea una auténtica ceremonia de la confusión.


Si hay polémica, piensan muchos, será porque no está clara la cuestión.


Y así, lo que está fuera de dudas para los expertos en la materia, acaba siendo un pozo de ignorancia para la sociedad.


La avalancha de información hace que mucha gente se sienta incapaz de discernir las fuentes solventes de las manipuladoras, los hechos probados de las informaciones confusas, lo verdadero de lo falso.


La desinformación y la falta de interés por informarse se retroalimentan mutuamente sin que se sepa muy bien qué fue antes o qué es peor, si la ignorancia o la falta de interés (“Ni lo sé ni me importa”, dice el chiste).


Lo revelador es que cuando la sociedad ignora algo que parece suficientemente probado, normalmente hay algún interés en mantener el desconcierto.


Ahora que se cumplen 200 años del nacimiento de Darwin, la polémica entre darwinistas y creacionistas arrecia más que nunca, y la confusión está servida.


En el Reino Unido, cuna de Darwin y patria de la ciencia moderna, una reciente encuesta difundida por The Daily Telegraph indicaba que la mitad de los británicos no acepta la teoría de la evolución. ¿A quién beneficia esta polémica?


Si la teoría de Darwin fue una bofetada a las religiones creacionistas, ayudó a vencer no pocos prejuicios sociales y significó un importante impulso para la comprensión racional del mundo, no es difícil intuir que el creacionismo es un ataque al pensamiento crítico que ayuda a desenmascarar la ignorancia y las injusticias del mundo.


El estudio de la ignorancia como producto inducido culturalmente ha sido bautizado ahora como AGNOTOLOGIA (agnotology) por el biólogo e historiador de la ciencia Robert N. Proctor, de la Universidad de Stanford.


En su libro Cancer Wars: How Politics Shapes What We Know and Don''''t Know About Cancer, ya estudió las maniobras de desconcierto de la industria tabaquera para sembrar dudas sobre la relación entre tabaquismo y cáncer.


Pero hay muchos otros ejemplos que podrían ilustrar cómo la sobreinformación interesada acaba haciendo dudar no sólo de las opiniones autorizadas sino incluso de los hechos probados. Tras tanto hablar de la revolución de la información, resulta que lo que se nos viene encima es la revolución de la desinformación.

LOS ENFERMOS SON PACIENTES, NO CLIENTES.........M. Bunge.

Por Mario Bunge

Los enfermos son pacientes, no clientes

Agudas reflexiones de un pensador incisivo. La reforma del presidente Obama y el sistema de salud canadiense.

MONTREAL.- La principal noticia en Estados Unidos es la agitada campaña sobre la reforma del régimen de asistencia médica. Esta campaña se ha tornado tan violenta y ponzoñosa, que amenaza con dividir al país de manera más profunda que las guerras del ex presidente Bush.

Muchos creen que Obama malgasta en esta campaña su capital político, al aumentar la hostilidad de los republicanos, no lograr persuadir a los escépticos y decepcionar a sus propios partidarios. Echémosle un breve vistazo filosófico.

La salud puede considerarse como un derecho en pie de igualdad con los derechos a la seguridad, la jubilación, la educación y el voto, o como un privilegio, a semejanza de la propiedad privada y la vacación paga.
Si la salud es vista como un derecho humano, su cuidado será una carga pública y, por lo tanto, un deber del Estado. En cambio, si la salud es vista como una prerrogativa, el ejercicio de la medicina pertenecerá al sector privado.

En otras palabras, el enfermo puede ser considerado como paciente o como cliente. En el primer caso será atendido como cualquier hijo de vecino; en el segundo, será atendido solamente en la medida en que pueda pagar.

El ingreso de un enfermo en un centro médico privado se parece al ingreso de los antiguos egipcios a la inmortalidad: estaba reservado a quienes podían pagar al embalsamador. Mientras los ricos compraban una segunda vida, los pobres morían definitivamente.
En tiempos modernos pasa algo parecido, en menor escala: las estadísticas muestran que los ricos viven varios años más que los pobres. Por ejemplo, el europeo occidental puede esperar vivir el doble que el habitante de Afganistán, Mozambique o Sierra Leona.

La disyuntiva público-privado en el terreno de la salud es tanto moral como política, de modo que pertenece a la filosofía política.
Los liberales tradicionales coinciden con los socialistas en que el Estado es
responsable, al menos en parte, de la salud de los ciudadanos.
En cambio, los neoliberales (o neoconservadores) sostienen que la asistencia
médica es una actividad privada y de organizaciones caritativas.
El nuevo gobierno de los EE.UU. ha propuesto reformar la asistencia médica norteamericana, en vista de que es la más costosa del mundo, no es accesible a todos, y se estima que en calidad ocupa el puesto 37 en el mundo.
Los norteamericanos gastan en salud el 15% del PIB, en tanto que los canadienses y uruguayos gastan el 10%, los argentinos el 9%, los cubanos el 7% y los mexicanos el 6%. (Estos datos fueron tomados del informe de 2006 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).
La reforma propuesta por el presidente Obama no es precisamente revolucionaria, ya que no estatiza la atención médica ni el seguro de salud. En este sentido, es mucho menos generosa y radical que el proyecto de seguro nacional de salud que, en 1936, presentara al Congreso argentino el diputado nacional Augusto Bunge, mi padre. El consideraba que la salud es un derecho, y que la mejor manera de administrar la asistencia médica pública es mediante la mutualidad o el seguro, ya que estos distribuyen las cargas en forma equitativa: hoy por ti, mañana por mí.
Tampoco es novedosa la iniciativa del presidente Obama, ya que se parece a las propuestas anteriores del senador Ted Kennedy y de Hillary Clinton (cuando intentaba mejorar su propio país, en lugar de dar consejos no solicitados a gobiernos extranjeros).
Además, Canadá, Cuba y casi todas las naciones de Europa occidental gozan ya desde hace décadas de sistemas de asistencia médica más incluyentes, menos costosos y más eficaces que el considerado por el presidente Obama.

En particular, el sistema canadiense, llamado Medicare, atiende gratuitamente a todos los residentes del país, aun sin ser ciudadanos. El resultado es que la esperanza de vida de los canadienses en 2006 era de 80 años, dos menos que en Japón; de 77, la de los norteamericanos y cubanos, y de 74, la de los argentinos y uruguayos. (Ojo: la esperanza de vida depende no sólo de la asistencia médica, sino también, y en mayor medida, del ingreso, la desigualdad de ingresos, y el nivel de educación.)

¿Cómo funciona el Medicare canadiense? He aquí cómo lo veo yo desde hace cuatro décadas. Yo he elegido a mi internista y mis especialistas, y cuando me atienden no me cobran a mí, sino al gobierno de mi provincia. Este les retribuye conforme a una tarifa que depende del tipo de tratamiento: tanto por un examen de rutina, cuanto por una operación de apendicitis, etc. (Mi hijo canadiense nos costó 1000 dólares; mi hija, nacida al amparo de Medicare, salió gratis) Yo no pago directamente por estos servicios: ellos son sufragados por el impuesto provincial a la renta.

Yo nunca hablo de precios con mis médicos. En cambio, los norteamericanos no pueden dejar de mencionarlos y negociarlos, ya que las compañías de seguros médicos no se hacen cargo de todos los procedimientos que puede requerir un tratamiento.
Recientemente, el economista Paul Krugman, de la Universidad de Princeton, acusó a las empresas norteamericanas de salud por invertir un gran porcentaje de sus presupuestos en estudiar la manera de privar a sus asegurados de la mayor cantidad posible de servicios médicos, actividad que él considera antisocial.

Proporcionalmente a su población, Canadá atiende a más pacientes y durante más horas que los EE.UU., pero gasta un 40 por ciento menos. Uno de los motivos del menor costo es que el papeleo médico canadiense es mucho menos voluminoso que el norteamericano. Por ejemplo, en Canadá hay un solo formulario, el provincial, para recabar el pago por servicios profesionales prestados, mientras que en los EE.UU. hay centenares de formularios: tantos como compañías de seguros. A los médicos canadienses se les hacen reembolsos electrónicamente por medio de un solo agente: su gobierno provincial. Así se minimizan las confusiones y las disputas.
Además, los funcionarios provinciales de salud pública tienen interés en contener los aumentos de costos, porque compiten por fondos con sus colegas de los ministerios de educación, obras públicas, etc. Sobre todo, nadie se ve obligado a hipotecar o vender su casa para pagar cuentas médicas.

El régimen canadiense es bueno, pero no es perfecto. Un ejemplo: dado que la asistencia médica es gratuita, la gente ya usa y abusa con mayor frecuencia que en los EE.UU. y, por consiguiente, las listas de espera suelen ser largas y los médicos canadienses están sobrecargados de trabajo. Otro ejemplo: los psicoanalistas que hacen terapia de grupo suelen cobrar por cada paciente. Tercero: los gobiernos provinciales se quejan de que el gobierno federal no contribuye suficientemente a su presupuesto de salud pública.
Pero éstos no son sino lunares. El filósofo político sabe que no hay ni puede haber organización social sin problemas, cuando se trata de compartir recursos escasos como son el tiempo, el dinero, la inteligencia y la buena voluntad. Pero volvamos al Estado más poderoso del mundo, que puede dominar cualquier nación, pero no puede o no quiere mantener saludables a todos sus ciudadanos.

Pese a sus méritos, la iniciativa del presidente Obama es torpedeada por los mercaderes de la salud: las grandes clínicas privadas y las compañías de seguros, sus voceros mediáticos y políticos, y la complicidad de la Asociación Médica Norteamericana.
Al respecto, esta sociedad profesional se ha opuesto siempre a su homóloga británica, la que apoyó desde su comienzo la socialización de la medicina, llevada a cabo por el primer gobierno laborista de posguerra.

El presidente Obama instó a los médicos a cambiar de actitud. Fue en vano: don Dinero es más elocuente que Hipócrates. Obama también acudió a los dirigentes religiosos, pero por ahora sin resultado, tal vez porque deben consultar con su jefe máximo.

El debate no ha terminado, y es emponzoñado por agitadores que mienten a gritos, a tal punto de tergiversar la verdad sobre el ejemplar régimen canadiense de salud pública, y de acusar al presidente Obama de ser nazi (o bien comunista) y de promover la eutanasia y el aborto.
Algunos asistentes a estos debates públicos van fuertemente armados, lo que hace temer por la vida del presidente. Pero al menos se ha abierto el debate público sobre un asunto público de tanta importancia como la seguridad y el empleo. Y ésta es una novedad muy positiva en cualquier país.

Cuando miran los telenoticiosos, casi todos los canadienses se felicitan de habitar un país que, aunque menos rico y poderoso que el vecino, es más civilizado, por gozar de asistencia médica gratuita y por no gozar de la libertad de circular armados.
* Mario Augusto Bunge es un físico, filósofo de la ciencia y humanista argentino; destacado defensor del realismo científico y de la filosofía exacta. Es conocido por expresar públicamente su postura contraria a las pseudociencias, entre las que incluye al psicoanálisis, la homeopatía y la microeconomía neoclásica (u ortodoxa), además de sus contundentes críticas contra corrientes filosóficas como el existencialismo, la fenomenología, el posmodernismo, la hermenéutica y el feminismo filosófico.