lunes, 3 de mayo de 2010

Punto a favor de la corrupción Por: Ernesto Velit Granda Analista político


QUIÉN GANA Y QUIÉN PIERDE
3 de Mayo del 2010

Las graves denuncias sobre actos ilícitos perpetrados por personas pertenecientes al entorno del poder, y al poder mismo, parecieran colocarnos como un país al borde del colapso moral.
El nivel de corrupción que invade la administración del Estado nos aleja cada vez más de lo que modernamente debería ser una nación civilizada. El país se desinstitucionaliza en forma acelerada, la cultura de la corrupción está creando un nuevo lenguaje en nuestra sociedad y las reservas morales, donde siempre se concentraron nuestras mejores energías sociales y políticas, hace rato que comenzaron a debilitarse.
La democracia ha entrado en un proceso de verdadera contradicción, impulsada desde abajo por los sectores populares y medios y asfixiada desde arriba por un poder que pareciera haber renunciado a sus más elementales responsabilidades. Y, por si esto fuera poco, los partidos políticos, cuya tarea principal se debe orientar a preservar y fortalecer la democracia, viven la ebriedad electoral como única preocupación dando señales de agotamiento frente a los embates del poder cuestionado.
Son los medios de información la única trinchera desde donde se puede reclamar el ejercicio de la ética y la moral en la conducta política. Los valores, que siempre fueron sustento de la vida en sociedad y control instintivo ante las tentaciones, resultan hoy elementos en extinción ante una clase política dominada por la monocultura y sin más horizonte que capturar el poder para hacer lo mismo que los que hoy lo disfrutan.
El Poder Judicial perdió, hace tiempo, su condición de recinto de la justicia. Perdió, también, esa dimensión de conciencia de la nación y ha llegado a la condición de ser difícil de categorizar moralmente.
Durkheim decía que la anomia es ese estado previo al suicidio, es ese comportamiento que afecta al sistema total y en el que el conjunto de valores y la jerarquía moral han desaparecido. Creo que estamos muy cerca de esta situación. No hay mañana en que los diarios no nos traigan una denuncia de corrupción procedente de las esferas del Gobierno.
Ya dijo alguien que lo que sucede es que la democracia está corrupta y esto es tan grave en la medida en que debería ser ella la que nos proporcione los elementos para combatir la corrupción.
Este “cleptocapitalismo”, como lo llama Osvaldo de Rivero, compromete a personas e instituciones, socava las bases mismas del Estado y la sociedad, atrapa a los partidos, asfixia a la justicia y pone a la vergüenza nacional en el centro mismo de la vida política.
Los casos denunciados de corrupción son generalmente la punta del iceberg de delitos mucho más grandes y al amparo de los cuales algunas elites del poder realizan sus negocios a espaldas del pueblo y eludiendo los controles legales establecidos. Lo hacen con la confianza de tener una justicia que se colude fácilmente con el delito, que no revisa ni actualiza sus sanciones, que muestra una tolerancia que tiene visos de complicidad.
La corrupción se ha convertido, entre nosotros, en parte del comportamiento cotidiano de personas e instituciones y nos impide llegar a ser un Estado de derecho. La crisis deontológica que vive el país ensombrece la vida de los ciudadanos y pone en riesgo los comportamientos éticos y morales de toda la sociedad. Combatirla debería ser tarea del Estado y de los ciudadanos. Pero comprometer al Gobierno en la misión es igual que poner al gato de despensero.

“La estrategia de García no pasa por el Apra” Entrevista a EDUARDO TOCHE

(1) Eduardo Toche cree que el golpe ha sido para el Apra, no tanto para el
gobierno.


(2) Sería suicida para el Apra respaldar a Del Castillo y Quesada, opina Toche.


Eduardo Toche, sociólogo e investigador de Desco, analiza las repercusiones políticas de la profunda crisis que atraviesa el Partido Aprista por las graves denuncias de corrupción contra sus dos secretarios generales, Jorge del Castillo y Omar Quesada.
En su opinión, las denuncias contra ambos reflejan el alto grado de corrupción en el gobierno aprista y han salido a la luz como consecuencia de la guerra interna en el Apra por cuotas de poder.
-¿Qué tan debilitado queda el Partido Aprista luego de las denuncias de corrupción contra Jorge del Castillo y Omar Quesada?-
Queda sumamente debilitado. Esto ha provocado una gran crisis en el Partido Aprista. Con estas denuncias se ha ratificado una sensación generalizada en la población, de la asociación entre el Apra y la corrupción. Hay dos elementos cruciales en esta crisis: ambos son secretarios generales recién electos (en marzo) en un congreso partidario muy accidentado y complicado, y estamos a puertas de dos procesos electorales que serán decisivos para el Apra, que tendrá que elegir sus candidatos en medio de esta crisis interna. El daño ha sido muy fuerte y salir de esto va a ser muy difícil para el Apra.-
¿Destituir a sus dos secretarios generales es la única salida que le queda al Apra para controlar en algo el daño político que ha sufrido?
-Sí, que los dos secretarios generales renuncien y que se convoque un nuevo congreso para elegir nuevas autoridades partidarias, sería la única manera en la que el Apra pueda reparar en algo su imagen ante una ciudadanía que ya consolidó su percepción de alta corrupción entre los dirigentes apristas.
¿Y quién podría ser el recambio dentro del Apra para dirigir el partido en este momento crítico?
-No veo a nadie. Ese es un problema para el Apra. No creo que dirigentes como Mauricio Mulder o Mercedes Cabanillas sean los adecuados. Tendrán que pensar en una segunda línea para tal vez ahí encontrar a alguien.
-¿Respaldar a Del Castillo y a Quesada para que continúen como secretarios generales sería una decisión suicida del Apra?
-Como están las cosas, creo que sí. La continuidad de sus dos secretarios generales es el peor escenario para el Apra, pero probablemente esa vaya a ser la situación. Es muy complicado y costoso convocar a un congreso partidario para elegir nuevos secretarios generales. Creo que al Apra no le sería posible hacerlo con la rapidez que los hechos exigen. Probablemente para el Apra no haya otra solución que Del Castillo y Quesada continúen en sus cargos con ciertos acotamientos.
-¿Cómo queda ahora la correlación de fuerzas dentro del Apra? -
Creo que los dos que sustentan mayor poder dentro del Apra son Alan García y Agustín Mantilla. Del Castillo empezó a generar su propio espacio y a tomar autonomía, pero ahora ha quedado fuera de juego con estas denuncias. El gran perdedor es Del Castillo. Hay que ver cómo se realinean los que estuvieron con él. En este momento creo que ni siquiera los dirigentes apristas están capacitados para dar una proyección de cómo van a quedar las fichas dentro del partido.
-¿La caída de Quesada arrastra a la corriente generacional de los “cuarentones”, que pretendió presentarse como un factor de renovación partidaria?
-Afecta a esa corriente, la debilita, pero no la saca totalmente de juego, porque la acusación está personalizada en Quesada y todavía está por verse qué tanto va a afectar esa acusación a los otros miembros de los “cuarentones”.
-¿Cuánto debilita al gobierno esta grave crisis del Apra?
-Lo debilita en algo, pero no en la magnitud que debería debilitarlo. Esto afectaría más a García si su apuesta para su continuidad política pasara por el Partido Aprista, pero cada vez estoy más convencido que la estrategia de García no pasa por el Apra. Si el Apra fuera fundamental para García, entonces sí estaría en problemas por esta crisis, pero ese no es el caso. García está organizando su propio campo de fuerzas, que no incluye a su partido como el eje central.
-¿Pero la crisis del Apra no se puede convertir en una crisis de gobierno?
-García puede bajar en las encuestas por estos hechos, pero esto no le va a generar una crisis de gobernabilidad. García está tranquilo con los que realmente tienen poder en el país. Esto no va a provocar ninguna fisura en la relación de García con los empresarios, ni con los militares; tampoco va a provocar una gran movilización nacional.-
¿Estamos ante una cruenta guerra de facciones dentro del Apra?-
Creo que sí. Estos casos de corrupción se revelan por un toma y daca entre los apristas, un grupo que le lanza un torpedo a otro y éste que responde igual. En el Apra hay sectores interesados en tumbarse una posible candidatura presidencial de Del Castillo y por eso salen las denuncias en su contra…
-¿Cuáles son esos sectores?, ¿Alan García?
-Alan García es, efectivamente, uno de los interesados en tumbarse la candidatura de Del Castillo. El juego propio de Del Castillo no era del agrado de García. Por eso salen las denuncias contra Del Castillo. Esto, por cierto, no convierte a Del Castillo, cuyo juego político propio implicaba relaciones sospechosas, en inocente de las acusaciones en su contra.
-¿Y la denuncia contra Quesada es la respuesta de Del Castillo?
-Yo apostaría a que sí. A Del Castillo lo golpean y él responde con las mismas armas, golpeando a Quesada, que ha sido apoyado por García. Un factor que fortalece esta hipótesis de que estas denuncias de corrupción salen desde dentro del Apra, es que estamos ante un manejo controlado de las denuncias. En ninguno de los casos se han revelado pruebas contundentes para condenar penalmente a Del Castillo o a Quesada. El objetivo es causar daño político al adversario interno, no meterlo preso.
-¿Hasta dónde puede llegar esta guerra interna en el Apra?
-Si el Apra sigue insistiendo en este juego de intercambio de denuncias se va a terminar de destruir. Lo que falló en el cálculo de todos es la magnitud que podía adquirir esta situación. Los daños no son menores y eso obliga al Apra a parar estas disputas y cerrar las compuertas a estas denuncias de corrupción. Eso es lo que deben estar evaluando. -Pero al país le conviene que se sigan revelando los actos de corrupción en el gobierno. -Lo positivo de esta pugna interna en el Apra es que ha permitido revelar la forma de actuar dentro del gobierno aprista. El mensaje al interior del Apra es: aquí todos somos corruptos y nadie puede tirar una piedra porque le caen diez; si alguien acusa vamos a intercambiar denuncias de corrupción. Sin duda que al país le conviene que se sigan revelando los casos de corrupción en el gobierno, aunque lo mejor sería que esta corrupción se revelara porque funcionan los organismos de control del Estado y no por estas pugnas internas por apetitos políticos. El problema de que la corrupción sea revelada por esta lucha intestina dentro del Apra, y no porque funcionan los órganos de control, es que los actores de esa corrupción pueden controlar las cosas y parar estas denuncias, con lo que no conoceremos cosas que seguramente son muchísimo más graves de lo que se ha conocido hasta ahora.
“Seguro el 95% cree que Alan está involucrado en la corrupción”
-¿Cómo afectan a Alan García estas denuncias de corrupción contra los máximos dirigentes apristas y la crisis del Apra?
-A pesar que García impulsó a Quesada y a los “cuarentones”, el debilitamiento de éstos no se traslada a García. Paradójicamente, con esta crisis en el Apra el presidente García sale beneficiado por la rapidez con la que ha tomado distancia de su partido y de los hechos de corrupción…
-¿Pero las críticas de García a sus colaboradores por la corrupción que se da dentro de su gobierno tienen alguna credibilidad?-
Seguramente el 95% de la población cree que García sí está involucrado en la corrupción…
-Entonces, a pesar de sus intentos de tomar distancia de sus colaboradores ahora denunciados, García sí sale afectado por estos escándalos de corrupción.
¿Cómo influirá esto en sus aspiraciones presidenciales para el 2016?
-Pero esto no cambia mucho las cosas, porque ya todos sospechaban que García es corrupto.
Esto ratifica esa sensación ya formada en la opinión pública. Esto no va a ser un punto de quiebre respecto a la imagen que la gente ya tenía de Alan García.
Creo que García sabe muy bien que fue elegido por ser considerado el menos malo y parte de su confianza para el 2016 se basa en el hecho que no ve oponentes a la vista.
-¿Que su gobierno termine nuevamente hundido en escándalos de corrupción, como en 1990, no es algo que puede terminar con las aspiraciones de García para un tercer mandato presidencial?
-Sus posibilidades pueden disminuir, pero somos un país que ya ha visto el retorno de Alan García, que ahora ve la posibilidad del retorno del fujimorismo al poder, así que no podemos negar la posibilidad de un nuevo retorno de García.
Terminar por segunda vez como un gobierno muy mediocre puede afectar su autoestima, pero eso no va a liquidar su carrera política. Mucho de las posibilidades de García para el 2016 se decidirán el 2011…
-¿Y pensando en el 2016 la apuesta de García para el 2011 es el triunfo de un candidato que le asegure un período tranquilo y sin investigaciones? ¿Ese candidato es Castañeda?
-El esquema de García parte de dejar el gobierno, pero no dejar poder. Ahora García está preocupado en que el candidato que gane el 2011 sea alguien que le permita seguir administrando poder. Ese candidato es, sin duda, Castañeda. Por eso creo que a García le preocupan más las denuncias de corrupción que se están empezando a dirigir contra Castañeda y cómo éstas pueden afectar su candidatura, que lo que está sucediendo dentro de su partido con Jorge del Castillo y Omar Quesada.“Las aspiraciones de Del Castillo están liquidadas”-
¿Cuál es el futuro político de Jorge del Castillo después de estas denuncias en su contra?
-No veo manera que Del Castillo pueda remontar esta situación y recomponer su carrera política. Sus aspiraciones presidenciales han quedado liquidadas. Podrá continuar en la política, pero ya no puede aspirar a algo más que seguir siendo congresista.-Descartado Del Castillo, ¿qué posible candidato presidencial le queda al Apra?
-No creo que Mulder sea una figura presidenciable. Tampoco Cabanillas, que ya ha empezado a cumplir su ciclo político. El espectro de posibles candidatos que tiene el Apra es estrecho. A pesar de todo, y de haber quedado debilitados después de las acusaciones contra Quesada, creo que alguna figura de los “cuarentones”, excepto Quesada, todavía puede tener posibilidades.
-¿Lo mejor para el Apra sería recurrir a un independiente para que sea su candidato?
-No creo que los apristas acepten un candidato independiente, porque esa candidatura vendría con una serie de condiciones, como cupos en las listas parlamentarias, y los dirigentes apristas tienen la aspiración de ser congresistas. Por otro lado, no creo que el Apra esté en capacidad de convocar a un independiente para que sea su candidato. Ningún independiente con capacidad de cálculo político aceptaría esa candidatura.
-¿Cómo quedan las aspiraciones electorales del Apra después de esta crisis?
-El Apra va a entrar con pésimo pie en las próximas elecciones. Imagino que va a establecer su estrategia electoral con objetivos minimalistas, bajando la valla para contentarse con un 15%...-En estas circunstancias ese no sería un mal resultado para el Apra.-Pongo esa cifra como la aspiración que puede tener el Apra. El resultado que obtenga el Apra dependerá mucho de sus posibilidades de conformar alianzas y de cómo operen los otros actores electorales. Creo que el Apra va a ser un actor menor en las próximas elecciones. -En el Apra habría un sector dispuesto a respaldar la candidatura de Kouri para la alcaldía de Lima.
¿Qué consecuencias políticas le traería al Apra apoyar a Kouri?
-Si el Apra decide apoyar a Kouri eso evidenciaría lo que ya sabemos: que sus enlaces con el fujimorismo no son sólo circunstanciales. Y definiría que los amigos del Apra están en la cancha de la corrupción. Apoyar a Kouri ahondaría la crisis del Apra.
Entrevista: Carlos Noriega

Por Federico Salazar Hora del salpicón

03/05/2010


La corrupción es el principal problema político del Perú.
No es un problema exclusivo del partido aprista.
Quien crea que cambiando de partido en el gobierno cambia la corrupción se equivoca.

La corrupción tiene que ver con las instituciones.
Tiene que ver con los mecanismos del poder y la asignación de las cuotas de poder.
Por eso recomendaba Brecht: “detrás de la norma busque el abuso”.
El telón se ha corrido.
Vemos desfilar en escena, como si de una obscena pasarela se tratara, a los tragicómicos personajes de los audios de Business Track. Unos acusan a otros, y viceversa.


El tema no se reduce a las concesiones petroleras. A otra escala, hemos visto ahora denuncias de tráfico de terrenos en Chilca y Paracas, a través de Cofopri.

Y se repite el libreto.

El congresista aprista Edgar Núñez acusa al jefe zonal de Cofopri-Ica de haber dado propiedad a un poseedor, también aprista, terrenos de la Reserva de Paracas.

Luego, el ex jefe zonal acusa a Núñez de haber querido patrocinar a otros interesados en la adjudicación de terrenos en Chilca.

Conocemos la punta del iceberg gracias al pleito de influencias, al pleito por el poder y el reparto del botín.

¿Por qué el ex jefe zonal de Cofopri Eddy García no acusó antes a Núñez?

¿Por qué el congresista Núñez, el de la hija no reconocida, no acusó antes a García?

Solo vamos a conocer los casos de corrupción en los que la arrancadera de las mafias las hace echarse aceite hirviendo. La traición y la venganza los hace salir a la luz pública, no la indignación o la justicia.


No es casual que conozcamos de todos estos casos hacia el final del gobierno. En el momento del reparto hay descontentos. Se comienzan a echar el aceite, y salpica. Es el momento del salpicón.

El presidente Alan García pide sanciones rápidas, aplicación del nuevo Código Procesal Penal. Creo que no ha analizado bien el problema de la corrupción.

No bastan sanciones “ex post” (luego de la comisión del ilícito). Se necesitan mecanismos de control “ex ante” (para prevenir el delito). Eso no existe en nuestro ordenamiento institucional. Hay que hacer una reforma de la tecnología institucional. A los pillos y zamarros, de cualquier partido y gobierno, no los vamos a desaparecer. Podemos aspirar, a lo sumo, a controlarlos y fiscalizarlos, a no dejarlos sueltos en río revuelto.

Para eso hay que limitar y balancear el poder. Empirismo en el poder judicial, en Cofopri, en la Fiscalía, en la Policía, en el Congreso, en todos lados.

Ningún partido ha planteado ninguna idea sobre la reforma institucional.

Por Alberto Adrianzén M. Las posibilidades de la izquierda

03/05/2010

Luego de la saludable reunión que ha tenido la izquierda hace unas semanas, es necesario decir que si se la quiere refundar, como muchos deseamos, hay dos condiciones necesarias. La primera, que asuma su crisis y que reconozca que es la más profunda en América Latina. La segunda, que acepte la necesidad de renovación de su pensamiento, de su acción y de sus cuadros dirigenciales.
En realidad a la izquierda peruana se le cayó el Muro de Berlín, pero también, luego de su ruptura a fines de los años ochenta cuando era una de las izquierdas más grandes de la región, construyó otro muro que la aisló del mundo popular. Desde esos años hasta hoy, la izquierda no ha podido derribar ese muro.
Es cierto que Sendero Luminoso fue y sigue siendo un factor clave en esta crisis. Su discurso, su práctica terrorista, fue, acaso, lo que más contribuyó al desprestigio y decadencia de un pensamiento izquierdista. A ello se sumó, qué duda cabe, la propia dirigencia (me refiero a IU) que no entendió que se entraba a una nueva época y que para ello se requería, como hoy dicen los bolivianos, un nuevo instrumento político que no era la suma de los partidos sino algo muy distinto, a tono con una sociedad que estaba dejando su estructura clasista para ser una sociedad de masas. Las “capillas” no podían contener a una “feligresía” que se había multiplicado pero que también quería escuchar nuevas voces.
El otro factor es la existencia de una derecha (el fujimorismo es parte de ella) que cree que el mejor sistema político es aquel en el que no existe la izquierda. Desde la década de los treinta a los grupos dominantes les cuesta aceptar que otras voces, distintas a la suya, existan. Ello explica el porqué no abundan en este país los liberales consecuentes sino más bien los pseudoliberales (como lo demuestra el caso de la U. Católica). Hace unos días (26/4/10) Oliver Stark en el diario Perú 21 escribió un artículo, sin sonrojarse, de alabanza y defensa abierta del fascismo (también a propósito de la UC). Me parece que Stark representa el promedio de lo que piensa hoy la derecha en el país.
Sin embargo, creo, lo que más afectó a la izquierda fue su estructura y composición corporativa. Cada grupo representaba a un sector social. Cuando esos grupos (me refiero a la clase obrera, al campesinado, a los pobladores, maestros y estudiantes) entraron en crisis o, simplemente, mutaron como consecuencia de los cambios sociales, económicos y culturales, los grupos de izquierda iniciaron un proceso de franca decadencia que dura hasta hoy. Fue el corporativismo, como la persistencia en sus cargos de los dirigentes y de un viejo discurso, los materiales con los cuales se construyó este muro que hoy separa a la izquierda de un mundo popular que lucha por su integración a una nueva comunidad nacional. La izquierda, más allá del discurso, no institucionalizó esa demanda ciudadana (y democrática).
Por eso no me parece extraño que haya sido el nacionalismo el que, finalmente, evidenció la profundidad de esa crisis. Obtener 1,5% en el 2006 cuando el candidato del nacionalismo lograba un poco más del 30% en la primera vuelta, fue la mayor evidencia de que esa izquierda, más allá de sus esfuerzos y hasta heroísmo, no daba más.
Por eso también creo que la izquierda, si quiere recomponerse (como muchos deseamos) debe aceptar de que si hoy puede cuando menos discutir la posibilidad de su renacimiento o fundar partidos (como Tierra y Libertad) se lo debe en parte al nacionalismo (y a Ollanta Humala) que logró recapturar el voto popular (esperemos que eso se repita el 2011) y levantar un programa cercano a la ideas izquierdistas. Pensar que el nacionalismo no tiene que ver con el socialismo o la democracia participativa (más allá que se diga que está en el campo popular), como se ha dicho, es un error que podría conducir nuevamente a la izquierda a su aislamiento. Y eso no solo es una tragedia para la izquierda sino también para la democracia y para el país
. (*) albertoadrianzen.lamula.pe

Por Sinesio López J. El Estado peruano al desnudo

03.05.2010

Más allá de los discursos universalistas e integradores de las élites, el peruano es un Estado parcializado, inefectivo, ineficaz y poco o nada transparente. La mayoría de los peruanos no se siente defendida ni representada por él. El conjunto de instituciones que lo definen (los poderes del Estado, la distribución del poder en el territorio, los aparatos coercitivos, la burocracia, el sistema legal) constituyen una estructura parcializada que sólo llega a una parte muy limitada del territorio y apenas cubre a las clases medias y altas. La mayor parte del territorio y la mayoría de los peruanos son atendidos en forma muy deficiente o quedan fuera de su alcance y cobertura. Todo esto es parcialmente revelado por el importante y novedoso Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD que examina el alcance y los límites de las políticas sociales.
El PNUD constata que la educación no llega a todo el territorio ni alcanza a todas las clases sociales. No todos asisten ni concluyen la secundaria. El 40% abandona sus estudios secundarios y no logran, por consiguiente, adquirir una de las herramientas que les permite romper el círculo vicioso de la pobreza. El gobierno de García, sin embargo, ha disminuido el porcentaje del PBI dedicado a la educación (del 3.8% en el 2004 a 3.2% en el 2010). Algo parecido sucede con la salud medida en términos de número de médicos por habitante. El 79% de las provincias no supera el mínimo de médicos señalado por el estándar internacional en salud. Como es obvio, las provincias de la costa son las mejor atendidas tanto en la educación como en la salud en desmedro de las de la sierra y de la selva. En estas últimas regiones el Estado es más delgado e inoperante, a diferencia de la primera en donde es más denso.
El Informe del PNUD es exclusivamente cuantitativo. No entra al análisis de la calidad de las políticas públicas en salud y en educación. ¿Qué pasa con la calidad de la educación y la salud públicas en Perú? Mi hipótesis es que, en términos cualitativos, la educación y la salud públicas en Perú y en América Latina son un desastre y que, lejos de ser mecanismos de igualación de oportunidades, constituyen espacios de discriminación. ¿Puede acaso compararse la calidad de una escuela fiscal con la de una escuela privada en donde se educan los hijos de las clases medias y altas? No. De ninguna manera porque en ella se educan los pobres, los indios y los cholos. No es el caso europeo en donde la atención en estos servicios públicos es de alta calidad porque todas las clases sociales sin discriminación asisten a los mismos centros educativos y a los mismos centros de salud. Esto genera, más allá de las jerarquías sociales y las diferencias culturales, un sentimiento de comunidad política que todos comparten y que en Perú casi no existe.
¿Qué sucede con el sistema legal y con los aparatos de justicia? ¿Qué pasa con la efectividad legal? ¿A quiénes llega efectivamente la justicia en el Perú? El Informe del PNUD no examina estos temas que son decisivos para la vigencia y la calidad de la democracia.
Mi hipótesis es que no existe efectivamente igualdad ante la ley y que la justicia no llega por igual a todo el territorio ni cubre a todas clases sociales. No se trata, por cierto, de la normatividad ideal (en el papel) en donde mal que bien se ha avanzado en forma significativa sino de la efectividad legal. Los aparatos de justicia no tratan a todos por igual y no aplican la ley de la misma manera a todos. Están sometidos a los poderes económicos, políticos, mediáticos y religiosos. La gente se siente discriminada en la aplicación de la ley y la expresa claramente en las encuestas: más del 90% afirma que en el Perú no hay igualdad ante la ley ni hay justicia para todos. Estas brechas estatales son una requisitoria feroz contra las élites económicas, los militares y los caudillos que han participado en la construcción del Estado peruano.

Por Javier Diez Canseco ¿Problema del Apra o del Perú?

Lun, 03/05/2010

Los dos secretarios generales del APRA, altos funcionarios del Estado, son arrastrados –con otros del círculo íntimo de García– en un indetenible aluvión de denuncias de corrupción y abuso del poder.
La torrentera que remece al partido político que lidera el presidente lo pone en su momento más crítico desde la muerte de Haya de la Torre.
Apenas terminado un tormentoso Congreso aprista que nombró su nueva dirección, frescas aún la condecoración presidencial a Omar Quezada por su “excelencia” en Cofopri y el reconocimiento de García a la candidatura presidencial de su ex primer ministro Del Castillo, la crisis ha cambiado abruptamente el discurso presidencial.
Los ayer condecorados y reconocidos parecen hoy más “ratas” o “basuras”.
García los conmina a la renuncia y amenaza sacrificar su cuna política, si así encuentra la fórmula de “diferenciarse” de la corruptela que asoma por todos los poros de su gestión.
Una situación delicada para el APRA y su futuro.
Pero, ¿es un asunto del APRA o uno que debe encarar el país?
¿El espionaje telefónico, las labores de inteligencia privatizadas a cargo de los mismos operadores fujimontecinistas (que evidencia el caso BTR, Ponce Feijoó-Giampietri), las licitaciones amañadas, la ilegal venta y titulación de terrenos, los beneficios tributarios indebidos pactados para petroleras o mineras, los negocios acordados en las lujosas suites de hoteles cinco estrellas, son problema del APRA o del Estado y la sociedad?
¿Se resuelve con la licencia o renuncia de los secretarios generales y su “expulsión” (al estilo Mantilla o Rómulo León, “expulsados” pero activos, con enlaces gubernamentales y poder) de los involucrados?
¿No siguen los negociados como lo revela ENAPU? Esto nos implica y compromete a todos.

Ninguna pantomima entre García y sus secretarios generales resuelve.
La corrupción generalizada requiere de cambios profundos en un régimen de gestión y representación política podrido hasta el tuétano en el que la gente no cree más. Urgen cambios constitucionales y legales que permitan transparencia en la gestión pública y del presupuesto, información oportuna y anticipada, efectiva capacidad de control ciudadano sobre las autoridades y capacidad de sancionar política y legalmente a los responsables de estas trapacerías.
¿Por qué no rige el derecho ciudadano a revocar el mandato a toda autoridad elegida por voto, incluyendo parlamentarios y al Presidente y plancha cuando (como García) hagan una mala gestión, falten a sus compromisos electorales, abusen del poder o cometan graves irregularidades?
¿Por qué se puede revocar alcaldes y presidentes regionales pero no parlamentarios y Presidente?
¿Por qué no se cumple con pre-publicar todos los procesos de compras, licitaciones, obras y concesiones antes de efectivizarlos, durante su ejecución y luego para permitir efectivo control?
¿Por qué no intervienen delegados ciudadanos en los espacios de definición y ejecución presupuestal para evitar pillerías?
¿Por qué los delitos de corrupción no se han declarado imprescriptibles y pueden ser perseguidos de por vida (lo que permitió a García evadir los juicios)?
¿Por qué no se establece que quien ha sido condenado por corrupción no puede ejercer función pública ni postular a cargo electivo de por vida?
Urge también un cambio de actitud de la población: una actitud vigilante y participativa, un rol de las universidades, los colegios profesionales e instituciones especializadas de la sociedad civil en el control de la gestión gubernamental en todos los niveles, una labor más activa de investigación periodística independiente, una red de organismos de vigilancia ciudadana con presencia en los directorios de entidades públicas.
Y ciertamente, un cambio de partidos y líderes para contar con gobernantes que ejerzan el poder obedeciendo a los electores, rindiendo cuentas y sometidos a su control.
Una nueva forma de hacer política, un cambio de régimen político constitucional es indispensable.