Principal » Le Monde Diplomatique; Año III, Número 31 Noviembre 2009
El 2011 será lo que construyamos los peruanos
El 2011 será lo que construyamos los peruanos
por Ollanta Humala Tasso*
Lo que será el 2011 se construirá desde ahora. La política, en sentido fuerte, es algo más que gobierno y algo más que mercado electoral; es pasión colectiva, voluntad de transformación y, sobre todo, consciencia del poder que tienen las personas comunes y corrientes cuando se organizan y actúan en torno a proyectos y propuestas emancipadoras. La función de las fuerzas políticas es concretar programática y electoralmente estas aspiraciones colectivas y convertirlas en pilares para un gobierno comprometido con el cambio real de la política y los modos de hacerla. Por eso es decisivo partir desde este momento y no esperar al periodo oficial electoral.
El 2011 estará marcado por cuatro contextos relevantes।
El primero, es la gravedad de la crisis, llamada “Globalización Neoliberal” o “Globalización Capitalista”। Hoy es bastante común hablar del fin de la crisis y que la luz en el túnel ya se ve। En esto, como en otras tantas cosas, García confunde deseos con realidad: se puede constatar que, aparentemente, se ha parado la quiebra del sistema financiero norteamericano y, consecuentemente, del internacional (hay que señalarlo, con la intervención masiva del siempre “ineficaz” Estado y con el dinero de los contribuyentes). Concluir sin más que la crisis ha terminado es dar un paso que no se puede dar impunemente: están las geografías de los inmensos daños económicos y sociales causados y, sobre todo, quedan los graves problemas de la economía real.
Lo previsible, lo dicen casi todas las personas informadas, es un periodo, entre 4 y 6 años, de estancamiento económico, de gruesas dificultades en el financiamiento global y de turbulencias en los mercados cambiarios y de valores; el desempleo crecerá y con él la exclusión, la pobreza y las intolerables desigualdades। Tendremos que soportar la enorme injusticia y la vergüenza de la desnutrición, el hambre y como consecuencia la muerte de miles de personas, mientras los ejecutivos de los grandes bancos (culpables directos de una crisis, nunca se debe de olvidar, que están pagando los ciudadanos) se reparten sustanciosos y extraordinarios beneficios. En el centro de todos los problemas y de todas las turbulencias está la economía norteamericana y sus esfuerzos para perpetuar una hegemonía cada vez más cuestionada, en un mundo que cambia aceleradamente.
El segundo será la redefinición de las relaciones de EE. UU. de NA con el mundo y particularmente con América Latina. Esto nos remite a un punto que es necesario discutir. La reciente concesión del premio Nobel de la Paz al presidente Obama dice mucho de la geopolítica mundial, precisamente porque resulta a todas luces desproporcionado y sin justificación moral alguna. El dato más relevante es la necesidad de una parte de la élite europea de apoyar el liderazgo de este presidente en momentos de relativa debilidad del predominio norteamericano en un mundo que avanza hacia la multipolaridad y la emergencia de nuevas potencias (China, India y Brasil) y la recuperación de otras (Rusia). La política internacional de Obama implica una visión más realista del mundo, mucha mayor atención a los aliados (Europa y Japón) y una negociación conflictiva con China (su mayor acreedor) y con los demás países del BRIC1, en resumen: perpetuar la hegemonía en condiciones de multipolaridad creciente de las relaciones internacionales. No es poco.
En América Latina se ven con toda claridad los dilemas y las aparentes ambigüedades de esta política; de un lado, construcción de nuevas bases militares USA en Colombia en un contexto marcado por la recreación de la cuarta flota y un rearme acelerado del Continente; de otro lado, la reaparición de los EEUU como actor interno en la redefinición de la geopolítica de la Amazonía y de los decisivos recursos naturales del continente sudamericano; en esto no hay que engañarse, el objetivo más que Venezuela es Brasil। ¿Cual es el problema? que de nuevo la administración norteamericana apuntala su debilitada hegemonía reforzando su control sobre América Latina y el Caribe. Las ambigüedades (para ser benévolos) de la nueva administración ante el golpe de Estado en Honduras dice mucho, muchísimo de estos planes y de los peligros que acechan a nuestra Patria Grande.
El tercer contexto, ya más particular, nos remite a las políticas que está aplicando el gobierno de García। El guión se conocía con antelación: un férreo pacto con los grupos de poder económico, una dependencia sin límites a las directrices del sistema neoliberal, hoy en cuestión, y la conversión de la democracia criolla en una “Timocracia”; es decir, el gobierno de los timadores. El país ha sido cuarteado y vendido a precio de remate y la soberanía nacional convertida en mera retórica para actos oficiales. El hortelano, con sus perros, hace y deshace como si fuera el último presidente de un país en venta y en progresiva conversión hacia un Estado “fallido”; es decir, un Estado que no funciona, con una honda crisis de la República y de la Nación. Precisamente por esto la corrupción no es un fenómeno más; la Corrupción es el sistema, es decir, el mecanismo que usan los poderes económicos para imponer sus condiciones a la cada vez más debilitada y desprestigiada representación popular.
Por si fuera poco, en este remate pactado y ejecutado, García pretende ser el “gran elector”। El objetivo: que los que mandan no pierdan sus privilegios y su control sobre la clase política usando los poderes del Estado para impedir que el cambio real llegue al país: “que todo cambie para que todo siga igual”.
El cuarto contexto será, a mi juicio, el decisivo: la construcción colectiva de una alternativa al neoliberalismo y al patrón de poder que lo mantiene y perpetúa। La tarea más importante de García es esta: bloquear, desviar, neutralizar cualquier posibilidad de que la rabia, la frustración y los deseos de cambio muten en alternativa y en pasión justiciera por la refundación de la República y la reconstrucción de la Nación peruana. Se trata de propiciar la resignación, la fuga, el abandono de nuestros imaginarios rebeldes y dejar por imposible e innecesario la redención de las mayorías sociales. Al final, la alternativa real será entre la frustración colectiva y la esperanza consciente y comprometida con la patria.
De esto se trata: convocar a una convergencia social, cultural y política para lograr la “gran transformación”, es decir, la refundación de la República, la reconstrucción del Estado, la reforma democrática de la Política y la regeneración Moral de la República.
Todo ello, con la preferente y activa participación de “los de abajo”, de las mayorías sociales। Esto hay que hacerlo empezando por el principio, devolviendo al pueblo su originario y permanente poder constituyente para, desde él, definir las reglas, las normas, los contenidos de la Política y del futuro de nuestra patria: una nueva Constitución; que ponga fin al “Documento” hecho por delincuentes como Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos y Hermoza Ríos. Una nueva Constitución que garantice los derechos y libertades de los ciudadanos, los derechos sociales básicos; que recupere la propiedad de los recursos naturales del país, que redefina un nuevo modelo de desarrollo sostenible, ecológica y socialmente, al servicio de las necesidades de las personas; que promueva la inclusión social y proteja los derechos de todas “las sangres” que componen la diversidad de nuestro pueblo; y que defienda la soberanía nacional en el marco de la integración de América Latina.
Un nuevo pacto social que tenga como objetivo nacional alcanzar un nivel de desarrollo, que nos permita sanar la gran fractura social que hoy permite hablar de dos “Perú”; el primero, un Perú Criollo y urbano, donde sí está el Estado, relativamente moderno y con oportunidades para los de arriba; y otro Perú profundo, olvidado por el Estado, sin mayor representación política y que no brinda ni futuro, ni oportunidades a los que allí permanecen (los de abajo)।
Requerimos de un Perú único y unido, que rompa con la Corrupción. Que denuncie y sancione a los responsables de mantener el sistema Fujimorista “sin Fujimori”; que no permitió una transición a la democracia a la caída de este régimen y que ha contribuido a la privatización del Estado para beneficiar al Gran Capital, en contra del interés nacional y del interés social.
Un Perú reconciliado que rompa con el sistema de Corrupción que degenera la democracia en “Timocracia” (gobierno de Timadores), y cuya finalidad es mantener los grandes negociados, particularmente en actividades económicas extractivas, que están permitiendo amasar grandes sumas de dinero fácil a los poderes económicos, a cambio de la exclusión, pobreza y desigualdad del pueblo. Un Perú digno y soberano que rescate a las instituciones del país de la degradación en la que han caído convirtiéndose en lobistas del poder económico, desde las más altas instancias del Estado, como se ha comprobado ya en el escándalo de los “petroaudios”.
Para esto, se requiere un Estado fuerte (no necesariamente grande) y activo en todo el territorio nacional, que busque establecer una nueva relación con el capital y con el mercado con el objetivo de iniciar un plan nacional de desarrollo industrial junto a sus empresarios e instituciones representativas, que permita generar estabilidad jurídica y paz social para todos, tanto para nuestras familias como para las inversiones.
Un estado que busque la inclusión social, económica y política de todos los peruanos. Que reconozca como propietarios reales de sus territorios a las Comunidades Andinas y Amazónicas, así como su derecho a ser consultados y participar como socios en los proyectos de inversión que se realicen en sus territorios. En suma, hablamos de la creación de ciudadanos del presente siglo, de Republicanismo integrador.
Pero además seamos claros, el eje de esta “Gran Transformación” se fundará en una Revolución Educativa. La única política pública que nos podría garantizar salir de la matriz primaria exportadora y de la condena a los peruanos pobres de terminar siendo “mano de obra barata” del gran Capital, es justamente un cambio radical y cualitativo de la Educación nacional. Esta Revolución Educativa pasa necesariamente por resolver el problema de los maestros pero fundamentalmente el problema de los niños y de los jóvenes (salud, nutrición y valores).
En el plano internacional el Perú deberá definir y cumplir un plan de integración regional que necesariamente pasa por resolver de manera óptima nuestra frontera marítima con Chile, hoy judicializada en la Corte Internacional de Justicia de la Haya. Asimismo, deberemos examinar cuidadosamente nuestras relaciones con el Brasil, nueva potencia mundial con la que mantenemos la frontera más extensa y descuidada, para construir una alianza estratégica que beneficie a ambos pueblos. Pero también comprometernos en la gran tarea de integrar políticamente la unidad de “Andino América” representado inicialmente por Ecuador, Perú y Bolivia.
Todas estas grandes transformaciones, como siempre, dependerán de nosotros, de todos los que amamos al Perú. ♦
REFERENCIAS
1 BRIC; Brasil, Rusia, India y China. Estos cuatro países suman la mitad de la población mundial, el 23 % del PIB mundial y más del 40 % de la superficie del planeta.
* Líder del Partido Nacionalista del Perú (PNP).