El gobierno contempla otorgar un bono de hasta mil soles a miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales. Los ministerios de Defensa e Interior tendrán que rehacer sus presupuestos. El bono será por única vez.
¿Qué dirá ahora la ministra Nidia Vílchez? Ella había calificado de “traidor” al vicepresidente Luis Giampietri por estar a favor del bono. Después pidió disculpas, pero en el camino reveló el nivel de tolerancia del gobierno.
No fue la única. El canciller, José García Belaunde, calificó al primer vicepresidente de la República de “vicepresidente de la oposición”. Eso no es un insulto, pero políticamente equivale a una condena al ostracismo.
Tales excesos sólo se explican por la fuente común. Hay un temperamento, que debe ser muy fuerte, del que surge la condena. “Si defiendes el bono, eres de la oposición”. “No eres de los nuestros”, “eres enemigo, traidor”, podrían ser expresiones de ese pensamiento.
Ningún ministro pidió en su momento aligerar el tono usado contra Giampietri. Sólo hubo expresiones de alivio luego de las disculpas de la ministra Vílchez.
Mientras tanto, surgieron informaciones que daban cuenta de una posible huelga policial en abril. El gobierno, al parecer, decidió revisar sus planes, rascar la olla, mirar al fondo de la billetera. En otras palabras, decidió prestarle atención al tema.
Ahora, el gobierno hace un anuncio que, si recordamos al canciller, debería ser calificado como “digno de la oposición”. Si hubiera sido la intención inicial, ni el canciller ni la ministra de la Mujer se habrían atrevido a lanzar sendos anatemas.
El caso revela, una vez más, el nivel de improvisación del gobierno. El bono no estaba en los planes. Sólo aparece en ellos luego de la amenaza de huelga.
El caso revela, también, la debilidad del gobierno. El gobierno es capaz de cambiar de planes con tal de lograr ciertos niveles mínimos de aprobación.
El orden y el planeamiento no son virtudes del gobierno. El presidente del Congreso puede aumentar el sueldo de sus secretarias a más de siete mil soles, pero es una traición postular un bono para los policías y militares.
Debilidad, improvisación e intolerancia no son las mejores virtudes para administrar los recursos públicos. Basta con reconocer el derecho al reclamo para recuperar humildad.
Sin humildad no habrá corrección. Ese déficit, sin embargo, parece más difícil de revertir que el de las cuentas fiscales. Tenemos un año y un poco más para saber si, finalmente, este gobierno algo aprendió. Aunque se convierta en “traidor”.
¿Qué dirá ahora la ministra Nidia Vílchez? Ella había calificado de “traidor” al vicepresidente Luis Giampietri por estar a favor del bono. Después pidió disculpas, pero en el camino reveló el nivel de tolerancia del gobierno.
No fue la única. El canciller, José García Belaunde, calificó al primer vicepresidente de la República de “vicepresidente de la oposición”. Eso no es un insulto, pero políticamente equivale a una condena al ostracismo.
Tales excesos sólo se explican por la fuente común. Hay un temperamento, que debe ser muy fuerte, del que surge la condena. “Si defiendes el bono, eres de la oposición”. “No eres de los nuestros”, “eres enemigo, traidor”, podrían ser expresiones de ese pensamiento.
Ningún ministro pidió en su momento aligerar el tono usado contra Giampietri. Sólo hubo expresiones de alivio luego de las disculpas de la ministra Vílchez.
Mientras tanto, surgieron informaciones que daban cuenta de una posible huelga policial en abril. El gobierno, al parecer, decidió revisar sus planes, rascar la olla, mirar al fondo de la billetera. En otras palabras, decidió prestarle atención al tema.
Ahora, el gobierno hace un anuncio que, si recordamos al canciller, debería ser calificado como “digno de la oposición”. Si hubiera sido la intención inicial, ni el canciller ni la ministra de la Mujer se habrían atrevido a lanzar sendos anatemas.
El caso revela, una vez más, el nivel de improvisación del gobierno. El bono no estaba en los planes. Sólo aparece en ellos luego de la amenaza de huelga.
El caso revela, también, la debilidad del gobierno. El gobierno es capaz de cambiar de planes con tal de lograr ciertos niveles mínimos de aprobación.
El orden y el planeamiento no son virtudes del gobierno. El presidente del Congreso puede aumentar el sueldo de sus secretarias a más de siete mil soles, pero es una traición postular un bono para los policías y militares.
Debilidad, improvisación e intolerancia no son las mejores virtudes para administrar los recursos públicos. Basta con reconocer el derecho al reclamo para recuperar humildad.
Sin humildad no habrá corrección. Ese déficit, sin embargo, parece más difícil de revertir que el de las cuentas fiscales. Tenemos un año y un poco más para saber si, finalmente, este gobierno algo aprendió. Aunque se convierta en “traidor”.