LA CUMBRE DE COPENHAGUE Por: Manuel Luque C. Analista
La que debió ser la cumbre más trascendente en la historia resultó ser la frustración global más grande del planeta, no hubo acuerdos vinculantes con metas de reducción de emisiones en períodos específicos. Se pensó que en Copenhague se daría un nuevo acuerdo de reducción de emisiones de CO2, que supere los compromisos del Protocolo de Kioto, cuya vigencia concluye en el 2012.
Al no haber acuerdos vinculantes ni mecanismos para el monitoreo de las emisiones mundiales, ¿cómo se garantizará la reducción mundial de emisiones luego del 2012 para mantener el incremento de la temperatura global en no más de 2 ºC al 2020?
No hubo compromisos para incrementar la eficiencia energética, el uso de energías renovables y la sustitución de combustibles fósiles. Los intereses económicos de EE.UU. y de China —los más grandes contaminadores del planeta— pesaron más que las expectativas mundiales de supervivencia, evadiendo compromisos y postergando decisiones claves. Los países en vías de desarrollo necesitamos la ayuda de los países industrializados para mitigar y adaptarnos al cambio climático; dos aspectos que debieron complementar la asignación de fondos comprometida son el canje de deuda pública por naturaleza y la cesión libre de tecnologías, como medidas justas y compensatorias, pues los países industrializados lograron —en su momento— el desarrollo que hoy tienen sin incurrir en los mayores costos ambientales que tenemos que afrontar ahora para nuestro desarrollo.
En la cumbre se acordó destinar fondos de urgencia para el mantenimiento de bosques tropicales, sin especificación de los criterios de asignación. En el mercado del carbono las emisiones evitadas se valoran en US$/Ton CO2. Los bosques son sumideros y según su caracterización (especie, masa forestal) pueden capturar una cantidad de Ton CO2/ha-año, pudiendo tener un valor equivalente a las emisiones evitadas, que compensen el costo de mantenimiento y el “lucro cesante” de no aprovechar los bosques comercialmente por servir para mitigar el calentamiento global. Este esquema —que implica un inventario y caracterización de los bosques— pondría en el mercado de carbono un valor real al rol de estos en la mitigación del cambio climático.
Si la temperatura global se incrementara 2 °C al 2020, se prevé escasez de fuentes de agua, aridez de suelos, intensificación de sequías e inundaciones, reducción del rendimiento agrícola, desaparición de especies vegetales y animales y para el 2050 habría un escenario con migraciones de cerca de mil millones de habitantes de zonas costeras para escapar de las inundaciones de los océanos, conflictos armados por tenencia del agua, por invasión de tierras y por obtención de seguridad alimentaria.