¿Cómo se tomarán las decisiones sobre la crisis económica y el cambio climático, de manera democrática o en pequeños grupos de países dominados por las naciones ricas?
2010 será un año crucial para la “gobernanza mundial”.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas surgieron como el principal foro para resolver cuestiones como la paz, el desarrollo, las finanzas, el comercio, la salud, la alimentación y el ambiente.
A partir de los años 80 su autoridad en materia económica se debilitó mientras aumentaba la del FMI y el Banco Mundial.
Mientras tanto, los principales países desarrollados formaron sus propias instituciones, como la OCDE y el G-7, que luego con la incorporación de Rusia se transformó en el G-8 y pasó a ser el bloque económico más poderoso.
Cuando en 2008 estalló la crisis financiera mundial, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, convocó a una primera cumbre del G-20 en Washington.
En 2009 se celebraron otras dos, en Londres y Pittsburg.
Lo integran grandes países en desarrollo (como Argentina, Brasil, China, India, Indonesia, México y Sudáfrica) y reemplazaría al G-7 como el foro donde los “principales” países discutirán y decidirían las cuestiones globales.
Pero esto no ha funcionado bien para los países en desarrollo. La mayoría de ellos no están en el G-20 y tampoco decidieron que los represente.
El presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Miguel Descoto, convocó en junio de 2009 a una conferencia sobre la crisis financiera y económica de lo que llamó el “G-192”.
Este año, el grupo de trabajo a cargo del seguimiento tendrá la oportunidad de discutir la creación de un Consejo Económico Mundial que estaría en mejores condiciones de decidir cuestiones de interés para los países en desarrollo, puesto que éstos estarían representados y tendría la legitimidad de la que carece el G-20.
En materia de cambio climático, el ámbito de acción internacional ha sido la Convención Marco de las Naciones Unidas.
La conferencia de Copenhague terminó en un fracaso.
Ahora, algunos países desarrollados pretenden que las negociaciones transcurran fuera de las Naciones Unidas, en grupos más pequeños, como el G-20. Esto sería un gran revés para el multilateralismo.Por supuesto que la mayor parte de los países estarán del lado de las Naciones Unidas, porque sigue ofreciendo la mejor oportunidad de un proceso decisorio participativo e incluyente.