sábado, 6 de marzo de 2010

Por. Rodrigo Montoya Rojas: Salarios bajos y racismo




En Perú la política salarial del Estado y de la burguesía, es lamentable y da vergüenza.
Si comparamos los salarios en general entre Estados Unidos y Perú, la diferencia es de por lo menos ocho a uno.
La gran pregunta es por qué. En 1900, los obreros de Lima, Barcelona y Roma compartían iguales condiciones de vida: bajos salarios, pobreza, hacinamiento, largas jornadas de trabajo, muy pocos derechos laborales.
Hoy, la diferencia es muy grande. Los salarios permiten a los obreros europeos comprar departamentos pequeños especialmente construidos para ellos y ellas, ahorrar, comprar un auto, salir de vacaciones a algún lugar del mundo.
La propia burguesía y los Estados invierten y ganan dinero para ofrecer mejores servicios y condiciones de vida para sus trabajadores.
La riqueza producida en cada país es una especie de torta que se reparte entre todos en proporciones diferentes en función de varios factores, principalmente dos: la conciencia cívica de considerar a todos los hombres y mujeres del país como ciudadanos con iguales derechos, y la capacidad de negociación de los sindicatos y de los trabajadores en general.
En Barcelona, París o Roma, burgueses y obreros, presidentes, congresistas y ciudadanos de a pie, tienen los mismos rasgos biológicos y hablan la misma lengua; dicho de otro modo, tienen gruesamente las mismas caras, sin “indios” ni “cholos” baratos.
Sólo los migrantes de África, Asia o América latina rompen esa unidad y, si son ilegales, ganan salarios muy bajos y tienen muchos problemas.
La particularidad peruana, y casi latino Americana en general, comenzó en tiempos de la invasión española.
Los doctores de la Iglesia dijeron que “los indios” no eran seres humanos, que se parecían a los hombres y les correspondía la esclavitud natural, como en Grecia, y la servidumbre natural, según los teólogos católicos.
Luego, en la segunda mitad del siglo XVIII, los sabios europeos del llamado “siglo de las luces” como Buffón y el propio Voltaire, consideraron a los llamados indios como “inferiores”, “menores de edad”, “degenerados”, “torpes”, “necios” y escribieron que nuestro continente era “insano” y que por eso no teníamos elefantes ni leones.
¡Vaya sabios los de entonces!
Los criollos formaron el Estado nación unicultural para ellos con esas ideas. ¿Cómo tratar bien a un ser inferior?, ¿Por qué pagarle un buen sueldo a un “indio” o cholo que no tienen, supuestamente, la inteligencia ni la capacidad para mandar?
De Indio a esclavo, a siervo, de siervo a cholo barato, de cholo barato a recurseador o cachuelero pateador de latas. ¿Ciudadanía en Perú?
Es sólo un privilegio de pocos.
Esta vergüenza es la base de la política salarial: tan criolla, tan católica, tan racista.
¿Podrá cambiarse esta lógica desde arriba? Imposible.
¿Pesimismo? No.
Sólo realismo, si tenemos en cuenta de dónde venimos, que es el punto de partida para imaginar a dónde podemos ir.
Volveré sobre la fuerza o debilidad sindical y política para exigir mejores salarios.