"Luchando contra la corrupción no se ganan elecciones" me han señalado. No se ganarán pero se raya éticamente la cancha política, eso sí. Y aunque no lo crean algunos la corrupción es un tema electoral, como lo demostró la campaña presidencial en Chile.
Piñera no se cansó de acusar de corrupción y despilfarro al gobierno de la Concertación. El de Lula ha padecido escándalos provocados por hechos graves de corrupción de gente del PT y si bien el líder del PT saldrá –como Michelle Bachelet– con alta aprobación de su segundo gobierno, el PT no será reelegido, debido en parte aunque no exclusivamente, a este agudo problema.
¿Los gobiernos de las diferentes izquierdas han marcado la diferencia en el impulso de políticas anticorrupción exitosas que hayan cambiado la percepción de sus sociedades respecto a la corrupción de sus instituciones públicas y sociales? No.
El índice de percepción de la corrupción de Transparency International del 2009 coloca a Chile y a Uruguay en puestos muy altos, mientras que Brasil se encuentra 50 puntos más abajo; los Kirchner no se salvan, menos aún Ortega ni qué decir Chávez, en el puesto 162 de 180.
Como comentó el bloguero español de “La Moqueta Verde”, un análisis de la votación municipal entre el 2003 y el 2007 al PSOE y al PP realizado por la Fundación Alternativas encontró que la tolerancia a los actos de corrupción de síndicos del PP y de la izquierda era igualmente alta en el electorado.
Las encuestas que realiza PROÉTICA demuestran que la sociedad peruana es crecientemente tolerante a la corrupción. Sin embargo, en nuestro país –así como en otros de la región–, las políticas públicas anticorrupción, así como los procesos sociales de vigilancia y fiscalización de la sociedad civil han sido y son impulsados por personas y grupos que se ubican en la nueva izquierda democrática. Las Comisiones de Transparencia, los Planes de Probidad y Neutralidad, los Códigos de Ética, los Portales de Transparencia para la rendición de cuentas y el impulso a la fiscalización ciudadana beben de una fuente de izquierda.
Los principales líderes (y lideresas) de la lucha anticorrupción en el país vienen de la izquierda o del progresismo para llamarlo de algún modo. Y, finalmente, en la evaluación trimestral que realiza la ONG Vigila Perú de los Portales de Transparencia de los 25 Gobiernos Regionales, los que están mejor son parte de esa izquierda renovada, como Lambayeque, Cajamarca, Junín, San Martín. El Callao, en un lugar lastimero.
Piñera no se cansó de acusar de corrupción y despilfarro al gobierno de la Concertación. El de Lula ha padecido escándalos provocados por hechos graves de corrupción de gente del PT y si bien el líder del PT saldrá –como Michelle Bachelet– con alta aprobación de su segundo gobierno, el PT no será reelegido, debido en parte aunque no exclusivamente, a este agudo problema.
¿Los gobiernos de las diferentes izquierdas han marcado la diferencia en el impulso de políticas anticorrupción exitosas que hayan cambiado la percepción de sus sociedades respecto a la corrupción de sus instituciones públicas y sociales? No.
El índice de percepción de la corrupción de Transparency International del 2009 coloca a Chile y a Uruguay en puestos muy altos, mientras que Brasil se encuentra 50 puntos más abajo; los Kirchner no se salvan, menos aún Ortega ni qué decir Chávez, en el puesto 162 de 180.
Como comentó el bloguero español de “La Moqueta Verde”, un análisis de la votación municipal entre el 2003 y el 2007 al PSOE y al PP realizado por la Fundación Alternativas encontró que la tolerancia a los actos de corrupción de síndicos del PP y de la izquierda era igualmente alta en el electorado.
Las encuestas que realiza PROÉTICA demuestran que la sociedad peruana es crecientemente tolerante a la corrupción. Sin embargo, en nuestro país –así como en otros de la región–, las políticas públicas anticorrupción, así como los procesos sociales de vigilancia y fiscalización de la sociedad civil han sido y son impulsados por personas y grupos que se ubican en la nueva izquierda democrática. Las Comisiones de Transparencia, los Planes de Probidad y Neutralidad, los Códigos de Ética, los Portales de Transparencia para la rendición de cuentas y el impulso a la fiscalización ciudadana beben de una fuente de izquierda.
Los principales líderes (y lideresas) de la lucha anticorrupción en el país vienen de la izquierda o del progresismo para llamarlo de algún modo. Y, finalmente, en la evaluación trimestral que realiza la ONG Vigila Perú de los Portales de Transparencia de los 25 Gobiernos Regionales, los que están mejor son parte de esa izquierda renovada, como Lambayeque, Cajamarca, Junín, San Martín. El Callao, en un lugar lastimero.
http://sapoperu2011.blogspot.com/