Sáb, 20/02/2010 -
Es increíble cómo el gobierno hace esfuerzos para recalcar que en el 2009 al crecer más de 1% del PBI se cumplió “con la meta trazada”. Ya se olvidaron de que en noviembre del 2008 en la Cumbre de APEC el presidente García garantizó que “el Perú crecería 6.5% del PBI” ante la mirada incrédula de los funcionarios gubernamentales de todos los países.
Posteriormente, y durante todo el 2009, el MEF y el BCR fueron bajando, poco a poco, la meta de crecimiento: 6%, después 5%, luego 3% hasta que finalmente se logró el “triunfo” de crecer 1%. Habrase visto.
Cosas parecidas podrían suceder este año, donde ya se pronosticó un crecimiento oficial del 5.5% del PBI, mientras que otros economistas estiman que la cifra será mucho menor. La cuestión es que el crecimiento económico peruano está íntimamente ligado a la evolución de los precios de las materias primas, pues estas determinan el comportamiento de las exportaciones, y también de los ingresos fiscales.
En efecto, en el 2009 las exportaciones cayeron 15% con respecto al 2008, caída que se repartió casi por igual entre las tradicionales y las no tradicionales. Puede decirse que esta caída es menor que la esperada, pues los precios de las materias primas se recuperaron fuerte en la segunda mitad del 2009.
Sucede que en el 2010 acertar en la evolución de estos precios es de lo más complicado debido a la incierta situación de la economía internacional. No solo eso. Ha habido un fuerte componente especulativo en los últimos meses, lo que elevó los precios de los commodities. Sin embargo, en las últimas semanas ha habido un “sinceramiento” hacia abajo que ha determinado, por ejemplo, que la Bolsa de Valores de Lima haya perdido sus ganancias iniciales para situarse, hoy, en una ganancia de 2.5% para el año.
Es aquí donde entra la discusión sobre si se mantiene o no el “Plan Estímulo”. Los críticos de la actividad estatal no le daban importancia. Pero sin el “Plan” no hubiera habido el fuerte crecimiento del PBI de los últimos meses (6.24% en diciembre), lo que permitió llegar al “ansiado” 1% del PBI.
La cuestión es que ese crecimiento de la inversión pública se ha “logrado” con un déficit fiscal superior al 2% del PBI. Esto se debe, en buena medida, a la caída de la recaudación del impuesto a la renta de las empresas, que cayó en 27%, pasando de S/. 17,000 millones a 12,000 millones del 2008 al 2009. El bajón más fuerte se dio en las empresas mineras, pues la recaudación cayó nada menos que 57%, pasando de S/. 6,700 a 3,000 millones del 2008 al 2009. También cayó el IGV, aunque en una cifra menor (9%).
Esta caída de los ingresos por exportaciones y fiscales cobra una dimensión mayor con las presiones sociales por aumento de ingresos, que se viene manifestando con fuerza en los últimos meses. A esto se agrega que estamos en año electoral y van a aumentar los reclamos de los gobiernos regionales y locales, pues se les ha disminuido los ingresos por el Foncomun (que es un % del IGV) y, también, por el menor canon minero y petrolero.
Para el Perú, la evolución económica del 2010 tendrá que apreciarse con “los ojos bien abiertos”, de un lado, en la situación económica internacional (sobre todo en los precios de las materias primas) y, de otro, en la evolución de las tensiones sociales que podrían desembocar en una crisis distributiva.
Posteriormente, y durante todo el 2009, el MEF y el BCR fueron bajando, poco a poco, la meta de crecimiento: 6%, después 5%, luego 3% hasta que finalmente se logró el “triunfo” de crecer 1%. Habrase visto.
Cosas parecidas podrían suceder este año, donde ya se pronosticó un crecimiento oficial del 5.5% del PBI, mientras que otros economistas estiman que la cifra será mucho menor. La cuestión es que el crecimiento económico peruano está íntimamente ligado a la evolución de los precios de las materias primas, pues estas determinan el comportamiento de las exportaciones, y también de los ingresos fiscales.
En efecto, en el 2009 las exportaciones cayeron 15% con respecto al 2008, caída que se repartió casi por igual entre las tradicionales y las no tradicionales. Puede decirse que esta caída es menor que la esperada, pues los precios de las materias primas se recuperaron fuerte en la segunda mitad del 2009.
Sucede que en el 2010 acertar en la evolución de estos precios es de lo más complicado debido a la incierta situación de la economía internacional. No solo eso. Ha habido un fuerte componente especulativo en los últimos meses, lo que elevó los precios de los commodities. Sin embargo, en las últimas semanas ha habido un “sinceramiento” hacia abajo que ha determinado, por ejemplo, que la Bolsa de Valores de Lima haya perdido sus ganancias iniciales para situarse, hoy, en una ganancia de 2.5% para el año.
Es aquí donde entra la discusión sobre si se mantiene o no el “Plan Estímulo”. Los críticos de la actividad estatal no le daban importancia. Pero sin el “Plan” no hubiera habido el fuerte crecimiento del PBI de los últimos meses (6.24% en diciembre), lo que permitió llegar al “ansiado” 1% del PBI.
La cuestión es que ese crecimiento de la inversión pública se ha “logrado” con un déficit fiscal superior al 2% del PBI. Esto se debe, en buena medida, a la caída de la recaudación del impuesto a la renta de las empresas, que cayó en 27%, pasando de S/. 17,000 millones a 12,000 millones del 2008 al 2009. El bajón más fuerte se dio en las empresas mineras, pues la recaudación cayó nada menos que 57%, pasando de S/. 6,700 a 3,000 millones del 2008 al 2009. También cayó el IGV, aunque en una cifra menor (9%).
Esta caída de los ingresos por exportaciones y fiscales cobra una dimensión mayor con las presiones sociales por aumento de ingresos, que se viene manifestando con fuerza en los últimos meses. A esto se agrega que estamos en año electoral y van a aumentar los reclamos de los gobiernos regionales y locales, pues se les ha disminuido los ingresos por el Foncomun (que es un % del IGV) y, también, por el menor canon minero y petrolero.
Para el Perú, la evolución económica del 2010 tendrá que apreciarse con “los ojos bien abiertos”, de un lado, en la situación económica internacional (sobre todo en los precios de las materias primas) y, de otro, en la evolución de las tensiones sociales que podrían desembocar en una crisis distributiva.