domingo, 9 de mayo de 2010

Zafa el bulto Por Federico Salazar

Dom, 09/05/2010

Falta gobierno. O sea, falta mando. Faltan imaginación y liderazgo. Una muestra de ello es lo que ha sucedido con Cofopri después de las denuncias sobre corrupción.


El presidente Alan García propone trasladar las funciones de este organismo a los gobiernos regionales. Ésta es su solución al problema de la corrupción. No se trata de cambiar a Juan por Pedro, sino de cambiar el mecanismo.
Debe entenderse, entonces, que Juan y Pedro siempre serán corruptos. Debe entenderse, entonces, que el gobierno actual no tiene una forma de garantizar que los funcionarios que designe para Cofopri sean honestos.
“La solución no está en el cambio de personas sino en el cambio de la estructura, de modo que los recursos de Cofopri junto a los del PETT deben pasar definitivamente a los gobiernos regionales, que es también el objetivo de la descentralización”, ha dicho el mandatario.
El Cofopri es el Organismo de Formalización de la Propiedad Informal y el PETT, el Programa Especial de Titulación de Tierras. El Jefe del Estado no tiene idea de cómo designar personas honestas para estos organismos. Por eso propone pasar los organismos a los gobiernos regionales.
El presidente cree que en manos de los gobiernos regionales será más fácil detectar los actos de corrupción. Ésa, por supuesto, es una suposición antojadiza.
Si, por otro lado, el gobierno quiere profundizar la descentralización, debió plantear sus planes desde el inicio. La descentralización no puede ser resultado de reacciones repentinas por denuncias que el periodismo logra poner en agenda.
La transferencia de funciones es una ocurrencia presidencial provocada por la crisis del Cofopri. En esta crisis están involucrados funcionarios designados por el gobierno de turno, o sea, por el gobierno que conduce el presidente García.
¿Nos quiere decir el presidente García que su gobierno no sabe designar funcionarios honestos o que no sabe detectar actos de corrupción?
Lo que no debe suceder es que el gobierno modifique instituciones según las ocurrencias del momento político (y partidario).
Ésa puede ser una salida para recuperar el prestigio de la administración o del partido del gobierno. No es, sin embargo, una solución favorable a la estabilidad institucional. Los intereses del país y del Estado peruano deben estar por encima de los intereses del partido de gobierno.
Zafar el bulto, como se dice, no es una solución. El presidente tiene que librarnos de Juan y Pedro que, en su propia suposición, siempre van a estar involucrados en actos de corrupción.