No es verdad que este diario, que fue el primero en recoger las declaraciones de Giselle Giannotti sobre los USB perdidos y las demás adulteraciones sufridas por las pruebas del caso BTR, haya hecho de esa señora un oráculo que dicta la verdad. Hay que andar muy desinformado para suponer que el cúmulo de indicios que señalan complicidad del señor Jorge del Castillo y otros personajes del gobierno en la actividad corrupta de manejar asuntos realizados con la asignación de contratos y beneficios estatales, a través de relaciones personales, utilizando el cobijo de hoteles cinco estrellas y agendas preparadas entre lobbistas y ministros, empiezan en las palabras de la ex funcionara de Business Track. Y mucho más si creen que la prensa independiente no va a seguir logrando reunir nuevos elementos del escándalo por su propia cuenta, como lo hacemos hoy con los mails entre Jorge del Castillo y Rómulo León.En realidad la intervención de Giannotti, y antes que ella la de sus abogados, ha tenido el valor de poner sobre la mesa lo que ya nadie niega: que aparte de los delitos chuponeados, y del delito de chuponear, se ha cometido aquí un tercer y gravísimo delito de destruir pruebas, que no puede tener otro significado que desesperación de algunos chuponeados que no querían ser escuchados y leídos, porque sabían lo que habían hecho. La crisis entre el Poder judicial y el ministerio Público, y la tormenta que se ha desatado en la policía, que tiene mucho menos que ver con hostales que con petroaudios, demuestra que no es posible cerrar los ojos a lo que va ocurriendo y que no habrá cortina de humo que pueda robarle la atención del país a la crisis de la corrupción, por lo menos en los próximos días. Reclamar las pruebas que sabe que ha destruido, sólo lo puede hacer alguien que se siente íntimamente culpable. Ese es un asunto que el país entiende perfectamente y no se deja confundir. Hoy, por eso, se ha abierto una inmensa sed de conocer mucho más los entretelones del sistema que funcionó los años anteriores y que aparentemente no fue modificado después del escándalo y una vez que se creyó que se había hecho el suficiente control de daños. Dos comisiones investigadoras del Congreso fueron burlas a pesar de los esfuerzos de varios de sus integrantes. Pero eso no ha impedido que la prensa sin compromisos con el poder abra nuevas verdades. A LA PRIMERA los lectores se lo reconocen, y por eso es que reclaman este diario que se agota temprano en los quioscos. Es que la verdad convoca a la gente
domingo, 18 de abril de 2010
Ningún oráculo
No es verdad que este diario, que fue el primero en recoger las declaraciones de Giselle Giannotti sobre los USB perdidos y las demás adulteraciones sufridas por las pruebas del caso BTR, haya hecho de esa señora un oráculo que dicta la verdad. Hay que andar muy desinformado para suponer que el cúmulo de indicios que señalan complicidad del señor Jorge del Castillo y otros personajes del gobierno en la actividad corrupta de manejar asuntos realizados con la asignación de contratos y beneficios estatales, a través de relaciones personales, utilizando el cobijo de hoteles cinco estrellas y agendas preparadas entre lobbistas y ministros, empiezan en las palabras de la ex funcionara de Business Track. Y mucho más si creen que la prensa independiente no va a seguir logrando reunir nuevos elementos del escándalo por su propia cuenta, como lo hacemos hoy con los mails entre Jorge del Castillo y Rómulo León.En realidad la intervención de Giannotti, y antes que ella la de sus abogados, ha tenido el valor de poner sobre la mesa lo que ya nadie niega: que aparte de los delitos chuponeados, y del delito de chuponear, se ha cometido aquí un tercer y gravísimo delito de destruir pruebas, que no puede tener otro significado que desesperación de algunos chuponeados que no querían ser escuchados y leídos, porque sabían lo que habían hecho. La crisis entre el Poder judicial y el ministerio Público, y la tormenta que se ha desatado en la policía, que tiene mucho menos que ver con hostales que con petroaudios, demuestra que no es posible cerrar los ojos a lo que va ocurriendo y que no habrá cortina de humo que pueda robarle la atención del país a la crisis de la corrupción, por lo menos en los próximos días. Reclamar las pruebas que sabe que ha destruido, sólo lo puede hacer alguien que se siente íntimamente culpable. Ese es un asunto que el país entiende perfectamente y no se deja confundir. Hoy, por eso, se ha abierto una inmensa sed de conocer mucho más los entretelones del sistema que funcionó los años anteriores y que aparentemente no fue modificado después del escándalo y una vez que se creyó que se había hecho el suficiente control de daños. Dos comisiones investigadoras del Congreso fueron burlas a pesar de los esfuerzos de varios de sus integrantes. Pero eso no ha impedido que la prensa sin compromisos con el poder abra nuevas verdades. A LA PRIMERA los lectores se lo reconocen, y por eso es que reclaman este diario que se agota temprano en los quioscos. Es que la verdad convoca a la gente