Enrique Bernales se suma como actor protagónico a la campaña de Luis Castañeda. El ideario de Solidaridad “es un folletito que nos está sirviendo para desarrollar una filosofía política... convocaremos a especialistas identificados por su vocación democrática”.
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El ingreso de Enrique Bernales a la campaña de Luis Castañeda, donde coordinará la elaboración del plan de gobierno de la candidatura presidencial, provocó un fuerte remezón en Solidaridad Nacional (SN).
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Hubo dirigentes que negaron la primicia publicada en CARETAS 2128 y adujeron, según publicó el diario Correo, que solo se encargará del ámbito cultural. Pero lo cierto es que Bernales ha sido llamado para jugar un rol mucho más protagónico y ya se encuentra en plena convocatoria de los profesionales que desarrollarán los temas específicos en el documento. Cuenta además con aliados de peso en el entorno del alcalde, como el regidor Ángel Delgado, también ex Izquierda Unida (IU).
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Este jurista y politólogo ostenta mucho más trecho político que la mayoría de integrantes de SN: ha sido congresista por IU durante 12 años, candidato a la alcaldía de Lima y a la vicepresidencia de la República, además de miembro de la Comisión de la Verdad.
Bernales dice que se conocieron de muy jóvenes, cuando ambos integraban la cooperación popular universitaria durante el primer gobierno de Fernando Belaunde. “Yo como demócrata cristiano y Lucho en Acción Popular”. Aún así, lo que ha resultado sorpresivo es que mientras su trayectoria ha estado largamente vinculada a la izquierda, el proyecto político de Castañeda, marketeado como técnico y pragmático, parece ubicado en las antípodas.
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Bernales dice que se conocieron de muy jóvenes, cuando ambos integraban la cooperación popular universitaria durante el primer gobierno de Fernando Belaunde. “Yo como demócrata cristiano y Lucho en Acción Popular”. Aún así, lo que ha resultado sorpresivo es que mientras su trayectoria ha estado largamente vinculada a la izquierda, el proyecto político de Castañeda, marketeado como técnico y pragmático, parece ubicado en las antípodas.
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–¿Cómo enfrenta el rechazo de los dirigentes de Solidaridad Nacional?
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–No me he enterado. La invitación de Luis Castañeda es al consenso, no a la agudización de contradicciones. Para mí ha sido una decisión difícil, porque en los últimos 20 años he vuelto a la docencia, he redescubierto mi vocación de promoción cultural, he vivido dedicado a auditorios amables. Con este regreso a la política sé que mis auditorios no serán necesariamente amables, que me van a atacar. A pesar de ello estoy dispuesto a pasar la prueba por mi país. Mi disposición es contribuir con todo lo que sé para hacer que el próximo presidente sea Luis Castañeda Lossio.
–¿Cuál es la filosofía política que lo anima a unirse?
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SN es una agrupación sin gran institucionalidad, donde manda Castañeda.
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–Ese sustrato de profunda emoción social que subyace, pero que alimenta las decisiones de eficiencia del gestor. Dicen que Castañeda es puro cemento, sí, pero poniendo escaleras en los cerros para que la gente suba como seres humanos. Es un hombre con sensibilidad social al que el espectáculo de la miseria, de la exclusión, lo conmueven profundamente.
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–Sería bueno que SN tuviera un ideario de orientación política.
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–Sí lo tiene.
Es un pequeño folletito amarillito que nos está sirviendo en la comisión del plan para desarrollar una filosofía política.
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–También necesita institucionalidad.
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–Con excepción del APRA y el PPC, ¿quien más puede decir que tiene un partido?
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Mi perspectiva es que hay que recuperar los partidos. A los que son ya simplemente una sigla, hay que darles un entierro de primera, porque su ciclo pasó, pero hay que alentar a los que están emergiendo. Solidaridad es uno de ellos, con una obra visible de hospitales, donde la gente atiende su salud en un sector que el Estado ha descuidado. Se hace desde la lógica de un partido vinculado por su propio nombre a una inmensa vocación social. A partir de mi experiencia y después de haber tenido militancia política, apuesto por SN.
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–¿Y la poca transparencia de la gestión municipal de Castañeda, las denuncias sobre Comunicore, el presupuesto del Metropolitano, ampliado no se sabe en cuánto?
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–Hay que distinguir lo que son campañas de la política del palo encebado, de lo que es realidad. Si queremos que no exista Comunicore, hay que cambiar el Código Civil, porque el titular de una acreencia puede venderla y quien la compra se sustituye en la titularidad. Que esa crítica la hagan parlamentarios, me da vergüenza por el país.
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–A la denuncia penal por el pago irregular de 36 millones, se suma que Comunicore resultó ser una empresa fantasma que tenía como representantes a personas muy sencillas de la periferia de Lima, que no sabían nada. –Por el momento es una denuncia que tiene que probarse. Mientras tanto, protesto porque en el Perú se ha instalado la cultura de la sospecha.
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–¿Cuál es la mejor virtud de Castañeda? –Su gran capacidad de trabajo, que es un bien escaso en el Perú.
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–¿Sabe que le dicen “el mudo”? –Le pueden criticar que trabaje en silencio. Nos estamos olvidando que el silencio es una virtud también.
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–¿Cuando se demanda respuestas de una autoridad, no tiene el deber de darlas?
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–Sí, pero en un contexto en que su palabra sea escuchada y no acorralado por cargos presuntos.
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–Su escasísima comunicación podría generarle un problema. –Cuando Lucho comience su campaña, verán que de mudo no tiene nada porque es una imagen creada.
.–Entonces ¿es una decisión no dar respuestas? –Es porque no le interesa emular a políticos excesivamente habladores y porque cree haber entendido la discreción como un elemento de su administración. Podríamos decir como en el título de Ribeyro, que “Lucho es la palabra del mudo”.
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–¿A qué aspira, acompañando a Castañeda?
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–He llegado a un momento en el que me siento pleno. Ahora, no aspiro a cargos y se lo he dicho a Lucho cuando me invitó, estoy muy contento de ayudarlo, de convocar a intelectuales amigos míos para que sean opinantes, para que cooperen.
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–Asesores de pensamiento diverso, con miradas legítimamente diferentes podrían construir su propia torre de babel.
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–No, es gente identificada por su vocación democrática con elementos de una dinámica de análisis político vinculante. Por ejemplo, descentralizar el país, hacerlo más democrático, terminar con la exclusión, mantener y fortalecer el modelo de crecimiento económico pero añadiéndole inversión social, combate a la pobreza.
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–¿Entonces García pudo hacer una mejor gestión?
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–Yo creo que las políticas sociales siguen siendo insuficientes. El 36% de pobres sigue siendo demasiado alto como promedio nacional. En la región sur sigue siendo superior al 50%. En indignante el abandono de la Amazonía.
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–¿Si lo hubiera llamado Humala, el padre Arana u otro candidato de izquierda, no habría aceptado?
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–No, porque soy en esencia un hombre de raciocinio. Eso me hace entender que mi posición política no puede negar el mercado sino trabajar con él para que esté en capacidad de integrar y no excluir. La izquierda se ha quedado mirándose el ombligo. Yo me retiré en 1989 porque ya no soportaba el sectarismo y la ideologización extrema. La vida me ha dado la oportunidad de reinventarme, aceptando que la revolución científica y tecnológica que vive el mundo obliga a ubicarnos frente a fenómenos nuevos sin renunciar a los principios. Sigo creyendo en la justicia social. Nadie tiene por qué ser pobre.
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–¿Encuentra alguna identificación en la propuesta de Humala? –
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Humala está a la búsqueda de sí mismo, la diferencia con Lucho es que él ya sabe quién es, Humala todavía no ha encontrado su sitio.
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–Si lo hubiera llamado Jaime Bayly, ¿habría ido a trabajar con él?
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–Yo le tengo gran simpatía, lo conocí de chiquillo en la Católica. Su sutileza, ironía fina, el buen humor, la capacidad de caracterizar un personaje demuestran que es talentoso.
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–Podría convertirse en contrincante de Castañeda. –¿Por qué no mejor en un colaborador? (Entrevista: Zenaida Solís)