“El indicador del déficit calórico debe ser considerado como referencial, debido a las limitaciones metodológicas en el cálculo de este indicador en el componente de alimentos consumidos fuera del hogar y la mayor frecuencia del gasto de los hogares en estos productos”. –(INEI 18-Mar-2010)
El INEI acaba de introducir este encabezado en la sección correspondiente a la medición del hambre en el Perú, siendo la pregunta lógica si recién el INEI descubre esta “limitación metodológica” o si más bien es consecuencia de la carta escrita por el señor presidente al diario El Comercio luego del pasado 28 de julio.
En aquella fecha, durante el mensaje a la nación, se mostraba al país cómo la pobreza se había reducido en niveles inimaginables, comparados con las promesas electorales de comienzos del 2006, pero esta reducción inimaginable de la pobreza fue obtenida gracias al fraude perpetrado en el INEI con la manipulación de las bases de datos y la sistemática negativa a la publicación de los programas de cómputo de la medición de la pobreza.
El hecho claro, el pasado 28 de julio de 2009, era que el hambre se había incrementado respecto al comienzo de la presente gestión presidencial, y esta situación se mantiene inalterable luego de la crisis económica que el Perú vivió durante el año pasado –de la que ciertamente no estuvimos blindados como ingenuamente lo señaló el presidente, cínicamente respaldado por sus gestores de política económica–. En el gráfico se puede observar cómo, si bien el hambre se ha reducido levemente en Lima y Callao, esta se incrementa en provincia, tanto urbana como rural.
El principal problema que se enfrenta en el presente es la negativa ciega de reconocer un incremento de la pobreza durante el 2009, porque, para que la pobreza se reduzca, la economía debe crecer un poco más de 3% por año; y el magro 1% de crecimiento oficial del PBI del año pasado es una garantía cierta de un incremento de la pobreza. Esta negativa impide una agresiva política de reducción de la pobreza con la expansión del Programa Juntos (el único con padrón de beneficiarios identificados por DNI) y su generalización al ámbito urbano-marginal.Resulta inconcebible que –a última hora– el INEI repudie la medición de la ingesta de calorías a nivel de hogares con excusas como el consumo de alimentos fuera del hogar. Aunque fuese cierto que la medición de las calorías de los alimentos fuera del hogar está subestimada, esta fue subestimada en el 2006, 2007, 2008 y 2009; cuando el problema central es la pérdida de poder adquisitivo de los hogares, primero por la inflación récord del 2008 y la recesión del 2009 (después de ocho años de crecimiento continuo).
En realidad, la información oficial sobre la evolución del hambre en el Perú no es del agrado presidencial, pero es tarde para abolir su medición; a diferencia de la carencia de información provincial de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) que es consecuencia de la abolición del Censo Continuo.
El INEI acaba de introducir este encabezado en la sección correspondiente a la medición del hambre en el Perú, siendo la pregunta lógica si recién el INEI descubre esta “limitación metodológica” o si más bien es consecuencia de la carta escrita por el señor presidente al diario El Comercio luego del pasado 28 de julio.
En aquella fecha, durante el mensaje a la nación, se mostraba al país cómo la pobreza se había reducido en niveles inimaginables, comparados con las promesas electorales de comienzos del 2006, pero esta reducción inimaginable de la pobreza fue obtenida gracias al fraude perpetrado en el INEI con la manipulación de las bases de datos y la sistemática negativa a la publicación de los programas de cómputo de la medición de la pobreza.
El hecho claro, el pasado 28 de julio de 2009, era que el hambre se había incrementado respecto al comienzo de la presente gestión presidencial, y esta situación se mantiene inalterable luego de la crisis económica que el Perú vivió durante el año pasado –de la que ciertamente no estuvimos blindados como ingenuamente lo señaló el presidente, cínicamente respaldado por sus gestores de política económica–. En el gráfico se puede observar cómo, si bien el hambre se ha reducido levemente en Lima y Callao, esta se incrementa en provincia, tanto urbana como rural.
El principal problema que se enfrenta en el presente es la negativa ciega de reconocer un incremento de la pobreza durante el 2009, porque, para que la pobreza se reduzca, la economía debe crecer un poco más de 3% por año; y el magro 1% de crecimiento oficial del PBI del año pasado es una garantía cierta de un incremento de la pobreza. Esta negativa impide una agresiva política de reducción de la pobreza con la expansión del Programa Juntos (el único con padrón de beneficiarios identificados por DNI) y su generalización al ámbito urbano-marginal.Resulta inconcebible que –a última hora– el INEI repudie la medición de la ingesta de calorías a nivel de hogares con excusas como el consumo de alimentos fuera del hogar. Aunque fuese cierto que la medición de las calorías de los alimentos fuera del hogar está subestimada, esta fue subestimada en el 2006, 2007, 2008 y 2009; cuando el problema central es la pérdida de poder adquisitivo de los hogares, primero por la inflación récord del 2008 y la recesión del 2009 (después de ocho años de crecimiento continuo).
En realidad, la información oficial sobre la evolución del hambre en el Perú no es del agrado presidencial, pero es tarde para abolir su medición; a diferencia de la carencia de información provincial de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) que es consecuencia de la abolición del Censo Continuo.