viernes, 12 de marzo de 2010

El gran componedor

Por Sinesio López

Si se echa una rápida mirada al probable escenario electoral del 2011, García y los poderes fácticos tienen algunos problemas graves que hasta ahora no han podido resolver.
En primer lugar, no han logrado sacar del juego a Ollanta Humala pese a la prolongada e intensa campaña de demolición desplegada durante más de cuatro años.
Esto significa que no han logrado reducir la competencia electoral del 2011 a una pichanguita de amigos del establishment.
En segundo lugar, tampoco han podido eliminar la posibilidad de que Humala pase a disputar la segunda vuelta.
Esto les pone la piel de gallina, pese a que las encuestas urbanas señalan que cualquiera de los candidatos de derecha gana al nacionalista en la segunda vuelta. Eso (como las encuestadoras lo saben) no se define ahora y está por verse.

En tercer lugar, el campo de la derecha está ya sobrepoblado de candidatos más o menos viables (Castañeda, Keiko, Toledo, Lourdes). A ellos hay que añadir el probable candidato del Apra que, al parecer, será Jorge del Castillo. Esta competencia suicida indujo a García a hacer de gran componedor electoral de la derecha y, en ese rol, empujar a Lourdes y a Toledo fuera de la cancha electoral.
Apoyando abiertamente a Castañeda, atrayendo a algunos cuadros del PPC, convenciendo a los poderes fácticos de que la pepecista no es una candidata ganadora y que “ya fue”, ha sacado prácticamente a Lourdes de la competencia presidencial.
Con sus errores, Lourdes ha facilitado la tarea de García. Las encuestadoras, esa especie de impávidos cuentamuertos de las masacres políticas y morales de los poderes de turno, culminan la tarea sacándola de la candidatura presidencial y colocándola como candidata a la alcaldía de Lima.

Con Toledo la cosa es diferente. García no lo suelta desde que salió del gobierno. Acusaciones infundadas, amenazas de investigación parlamentaria, denuncias judiciales pendientes buscan disminuirlo y sacarlo del juego electoral, pero “el cholo sano y sagrado” es un hueso duro de roer: cuenta con el silencioso, pero no por eso menos sólido, respaldo de los empresarios, aunque no de los medios.
En cuarto lugar, los candidatos que quedan son débiles y el triunfo de cualquiera de ellos no está garantizado.
Del Castillo, como candidato de un gobierno y de un partido desgastados, se encamina decididamente a una derrota aplastante. Castañeda y Keiko no tienen pasta de candidatos de fuste. Carecen de una recia personalidad que requiere la política en estos lares. Están hechos de alfeñique y la duda los visita con frecuencia. Carecen también de la armadura intelectual, política y moral necesaria para ser buenos candidatos y mejores gobernantes. Sospecho que no tienen ideas claras, distintas y precisas sobre el Perú, sus problemas y sus soluciones.
En quinto lugar, García no está seguro si Castañeda es el mejor candidato para derrotar a Humala en la segunda vuelta y se inclina, por eso mismo, por Keiko Fujimori, quien disputa a Ollanta los votos de los mismos sectores sociales. Además, con Keiko se cura en salud de las acusaciones de corrupción que se le imputan. Favor con favor se paga.
La pretensión de García de resolver este conjunto de problemas políticos irresueltos ayuda a explicar quizá el acecho constante a los medios en dificultades, especialmente a la TV (Panamericana, Canal 4), la lenidad frente a la corrupción, el indulto a Crousillat y el apoyo bajo cuerda al indultado para que recupere el Canal 4.
García busca de ese modo neutralizar a los medios adversos, influir en ellos y someterlos para fortalecer su poder más allá del control del gobierno y ayudar a las corrientes políticas vinculadas al fujimontesinismo (Keiko, Kouri y tránsfugas del PPC) a que lo sucedan en el gobierno. Y cuando sale a luz todo el engranaje de su propio juego turbio, García dice que lo han sorprendido cuando en realidad ha sido pillado in fraganti.