lunes, 1 de febrero de 2010

La seguridad del paciente: "No hacer daño"..........por Sir Liam Donaldson

Última palabra OPS


La máxima "Ante todo, no hacer daño" se atribuye a Hipócrates.
Si bien no se sabe si él en realidad la pronunció, esta oración perdura como una expresión elegante de lo que debería ser el principio fundamental en la atención de salud: los profesionales de la salud debemos mejorar la salud de los pacientes, no empeorarla con nuestros errores.


La realidad es que los errores médicos y otros efectos adversos de la atención de salud son factores que inciden en forma significativa en la carga mundial de enfermedad y muerte.

Un estudio realizado en 1999 por el Instituto de Medicina de Estados Unidos determinó que los errores médicos en este país ocasionan unas 98.000 defunciones al año —cifra superior a la de decesos causados por el cáncer de mama, los accidentes automovilísticos o el sida.

Por otra parte, varios estudios de Gran Bretaña indican que uno de cada 10 pacientes sufre un efecto adverso mientras está hospitalizado.

En Nueva Zelandia y Canadá las cifras son similares, mientras que en Australia, la tasa es del 16,6%.


Los datos de los países en desarrollo son más escasos.

Sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de la mitad del instrumental médico utilizado en esos países no es seguro; además, el 77% de todos los casos notificados de medicamentos falsificados y de mala calidad se produce en los países más pobres.

Por eso, no caben dudas de que millones de adultos y niños del mundo en desarrollo sufren enfermedades prolongadas, discapacidad permanente o mueren debido a vacunas inadecuadas, a transfusiones con sangre contaminada, a medicamentos de mala calidad, al control inadecuado de las infecciones y, en general, por causa de métodos no confiables aplicados en establecimientos mal equipados.


La falta de seguridad para el paciente no sólo ocasiona una enorme pérdida de vidas, sino que tiene también graves repercusiones económicas.

Diversos estudios han demostrado que algunos países pierden entre 6.000 millones y 29.000 millones de dólares por año como consecuencia de internaciones prolongadas, demandas legales, ingresos perdidos, discapacidad y gastos médicos.


El error humano es apenas una parte del problema de las fallas en la seguridad del paciente.

Si bien es cierto que un enfoque más consciente del personal médico evitaría muchos errores, cabe reconocer que también hay problemas crónicos en los procedimientos y en los sistemas médicos. Por ejemplo, se cuentan por miles los pacientes que cada año son tratados con medicamentos inadecuados —y algunas veces esto tiene consecuencias mortales— debido a las recetas manuscritas y a las órdenes de los hospitales que son difíciles de leer. Esto ocurre a pesar de que el uso de sistemas electrónicos para notificación y registros médicos se ha generalizado, pero no llega a ser estándar.

Nueva alianza

El problema de la seguridad del paciente ha sido una preocupación que ha venido aumentando entre el público en los últimos años, por lo que un número cada vez mayor de profesionales de la medicina, de expertos en salud pública y de defensores de los pacientes no han dejado de abordarlo.

En octubre de 2004, en la sede de la Organización Panamericana de la Salud, la OMS puso en marcha una nueva Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente. Su meta es consolidar y coordinar las iniciativas mundiales y nacionales para mejorar la seguridad del paciente en todo el mundo.

¿Qué hay que hacer?

En primer lugar, necesitamos más investigación acerca de la naturaleza y del alcance del problema. En los países desarrollados ya se han hecho numerosas investigaciones en la materia, pero hace falta más esfuerzos.

En los países en vías de desarrollo, tenemos que empezar por realizar estudios de referencia acerca de la prevalencia y la naturaleza de los efectos adversos para el paciente.

Una serie de errores

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En 1994, Evangelina Vásquez, una estudiante de posgrado en la Universidad Nacional de México, estaba embarazada con su primer hijo. En su primer examen prenatal, en la clínica universitaria, le advirtieron que...[Leer más]

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Una serie de errores

En 1994, Evangelina Vásquez, una estudiante de posgrado en la Universidad Nacional de México, estaba embarazada con su primer hijo. En su primer examen prenatal, en la clínica universitaria, le advirtieron que su tipo de sangre era A negativo, le comunicaron que su embarazo tenía riesgos y que iba a necesitar un control especial.
El control siguiente de Vásquez fue en una clínica pública, donde una enfermera le informó que su tipo de sangre era A positivo. Ella cuestionó los resultados, pero el personal de la clínica la tranquilizó y la mandó a su casa.
A los nueve meses, cuando empezó el trabajo de parto, ingresó a un hospital público. Durante los dos días que pasó internada tuvo contracciones fuertes y rompió bolsa; a pesar de todo, en el hospital la mandaron a su casa porque no tenía dilatación. Después de una noche de ansiedad decidió ir a una clínica privada, donde un médico le diagnosticó sufrimiento fetal y ordenó una cesárea de emergencia. Uriel, su bebé, nació el 9 de marzo de 1995.
Pero los problemas no terminaron allí. A pesar del diagnóstico de sufrimiento fetal, el hospital dio de alta a la madre y al niño apenas dos días después del nacimiento, recuerda Vásquez, mientras relata la cadena de errores médicos. "Sabían que mi bebé tenía problemas pero no lo vigilaron de cerca. Tenía manchas amarillas en el cuerpo, pero nos mandaron a casa y me dijeron que le diera baños de sol. Al día siguiente tenía fiebre, y su respiración era agitada. Lo llevé a otro hospital, cerca de mi casa, donde me dijeron que había sufrido daño cerebral permanente como consecuencia del sufrimiento fetal y la ictericia del recién nacido".
Hoy en día, Uriel, de 9 años, muestra considerables retrasos en el desarrollo, camina con dificultad y sufre de movimientos involuntarios. Gracias a los medicamentos se ha podido controlar su hiperactividad y las convulsiones. Nueve años de atención médica y terapia especiales le han costado a la madre casi todo su sueldo como funcionaria de la Universidad.
Pero lo que es "realmente triste," dice la madre, es que "todo esto habría podido evitarse con cosas sencillas. Si me hubieran puesto una vacuna sencilla [Rh-inmuno globulina], no habría tenido sufrimiento fetal ni ictericia. Y una simple prueba de sangre podría haber diagnosticado la ictericia, que podía tratarse con rayos ultravioleta. Esas cosas tan sencillas y una observación más inmediata habrían significado que mi hijo podría llevar hoy una vida normal".

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Para ayudar en la investigación y en la búsqueda de soluciones, necesitamos además contar con una taxonomía sobre cuestiones de seguridad del pacienteun conjunto común de conceptos, principios y normas para la notificación y el análisis.

También tenemos que crear sistemas de notificación que puedan hacer el seguimiento de los eventos adversos y fallas peligrosas, para facilitar el aprendizaje y que sirvan de base para medidas preventivas.

Por otra parte, debemos elaborar pautas basadas en las mejores prácticas y facilitar el aprendizaje temprano a partir de la información, apenas se conozca.
Tenemos que empezar a dar soluciones que promuevan intervenciones de eficacia comprobada y coordinar nuestras actividades a nivel nacional para velar por que las nuevas intervenciones se divulguen ampliamente.
También tenemos que contar con la participación de los pacientes y sus asociaciones en todas estas actividades, de manera que podamos aprender de sus experiencias y aprovechar su energía y su motivación para encontrar las soluciones.


Una de las primeras iniciativas de la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente es la de "Seguridad para el paciente en todo el mundo 2005–2006", cuyo lema es "La atención con higiene es una atención más segura". Esta campaña se concentrará en las infecciones nosocomiales. Estas infecciones que se contraen en los hospitales generan enfermedades prolongadas o graves, aumentan la permanencia en el hospital, y llegan a causar discapacidad de largo plazo y la muerte de muchos pacientes en todo el mundo.

La investigación ha revelado que los hospitales de los Estados Unidos pierden entre 583 y 4.886 dólares por cada infección nosocomial. Un estudio realizado en Tailandia determinó que las infecciones contraídas en los hospitales consumen hasta el 10% del presupuesto total de algunos hospitales.

La campaña promoverá cinco ámbitos para la acción, a saber: manos limpias, métodos limpios, productos limpios, entornos limpios y equipos limpios.

El centro de interés de la primera campaña de "Seguridad para el paciente en todo el mundo" se escogió en parte porque expone las principales características del problema: afecta a un gran número de pacientes en todos los países; tiene numerosas causas, relacionadas con los sistemas y procedimientos así como con los errores humanos; hay formas comprobadas de reducir el problema, pero muchos establecimientos de salud todavía no han adoptado esos métodos; y brinda un contexto claro para la investigación, como también para el seguimiento y la evaluación de la eficacia de las medidas correctivas.

Estamos invitando a todos los países a que se unan a estas iniciativas para documentar el alcance y la naturaleza de las infecciones asociadas con la atención de salud, analizar su origen, y encontrar soluciones para reducir el riesgo de contraerlas, como un primer paso para mejorar la seguridad del paciente.

Esperamos que los ministerios de salud, otras entidades estatales, organizaciones no gubernamentales, como también asociaciones de pacientes se unan a esta campaña.

En el pasado, los profesionales de salud tendían a oponerse a la participación de los pacientes en las medidas correctivas. Pero, es esencial que los pacientes y sus familias tomen parte activa y que nosotros, los profesionales de salud, escuchemos lo que tienen que decirnos. Sus inquietudes naturales —saber lo que pasó, responsabilizar a alguien y hacer lo necesario para que no vuelvan a ocurrir errores similares— también deberían formar parte de nuestras preocupaciones.

El principal reto que se plantea es no culpar ni castigar, sino evitar que ocurran los errores —ya sean humanos o del sistema.

Eso exige una mayor transparencia en los sistemas de atención de salud y una mayor predisposición por parte de los profesionales de la salud para reconocer nuestros errores. Después de todo, errar es humano. Pero ocultar los errores es imperdonable; y no aprender de ellos no tiene excusas. Todos cometemos errores, pero tenemos el deber de aprender de ellos y de encontrar la forma para asegurarnos de que nunca más vuelvan a causar daño.


Sir Liam Donaldson es médico jefe del Reino Unido y presidente de la nueva Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente.