La Cumbre del Grupo de Río realizada esta semana en México, con la asistencia de 32 países y 24 presidentes, marca un hito en la lucha por la independencia de nuestra América. Su acuerdo central es la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, sin presencia de Estados Unidos y Canadá.Más allá de destemplados episodios de violencia verbal, ése es un resultado histórico.Hasta ahora, nuestros países estaban uncidos a la presión de Washington en la Organización de Estados Americanos (OEA), organismo cuya esterilidad quedó demostrada en la crisis de Honduras.En los anales de la diplomacia peruana hay un episodio indeleble: la actitud del canciller Raúl Porras Barrenechea, gran historiador y escritor, quien fue la voz disidente en una cita forzada por John Foster Dulles, Secretario de Estado norteamericano, para condenar a la naciente Revolución Cubana y expulsar a Cuba de la OEA. Porras, hombre sin partido y sin dogmas, se opuso a esa eliminación. Cuba está ahora en la germinal Comunidad Latinoamericana, y Estados Unidos queda fuera.La Comunidad en perspectiva es políticamente plural. Eso es lo que corresponde ante urgencias que exigen unidad.Discrepamos por eso de la posición del canciller del Perú, José Antonio García Belaunde, quien plantea reparos a la creación del nuevo organismo sin Estados Unidos.Más de una vez he recordado las palabras del presidente estadounidense William Howard Taft, quien, a comienzos del siglo XX, sostuvo: “Todo el continente será nuestro, como es nuestro ya en virtud de la superioridad de nuestra raza”. Poco antes, en 1895, el presidente Grover Cleveland había proclamado: “Estados Unidos es prácticamente soberano en este continente”. Taft es el que envió tropas para ocupar Nicaragua, tropas que permanecieron ahí desde 1912 hasta 1933. Sandino las expulsó. En el libro America. A portrait in history (Estados Unidos. Un retrato en historia), los autores, David Burner, Robert D. Marcus y Emily Rosenberg, recuerdan que Taft intentó sin éxito que banqueros estadounidenses asumieran las finanzas de Haití, Honduras, Costa Rica y Guatemala. Cuba y Puerto Rico fueron desde inicios del siglo XIX países que, según presidentes y académicos gringos, debían ser anexados. A México le arrebataron la mitad de su territorio. La injerencia en Colombia, so pretexto de combatir el narcotráfico y la insurgencia armada, demuestra que el impulso imperialista no ha amainado. Hace casi un siglo, en 1912, en el Teatro Municipal de Lima, el argentino Manuel Ugarte, gran precursor de la unidad latinoamericana, llamó a formar los Estados Unidos del Sur, para defendernos de la ambición estadounidense. Su discurso figura en su libro Mi campaña hispanoamericana. Parece escrito para hoy y para mañana.
viernes, 26 de febrero de 2010
La pelea sin OEA Por. César Lévano
La Cumbre del Grupo de Río realizada esta semana en México, con la asistencia de 32 países y 24 presidentes, marca un hito en la lucha por la independencia de nuestra América. Su acuerdo central es la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, sin presencia de Estados Unidos y Canadá.Más allá de destemplados episodios de violencia verbal, ése es un resultado histórico.Hasta ahora, nuestros países estaban uncidos a la presión de Washington en la Organización de Estados Americanos (OEA), organismo cuya esterilidad quedó demostrada en la crisis de Honduras.En los anales de la diplomacia peruana hay un episodio indeleble: la actitud del canciller Raúl Porras Barrenechea, gran historiador y escritor, quien fue la voz disidente en una cita forzada por John Foster Dulles, Secretario de Estado norteamericano, para condenar a la naciente Revolución Cubana y expulsar a Cuba de la OEA. Porras, hombre sin partido y sin dogmas, se opuso a esa eliminación. Cuba está ahora en la germinal Comunidad Latinoamericana, y Estados Unidos queda fuera.La Comunidad en perspectiva es políticamente plural. Eso es lo que corresponde ante urgencias que exigen unidad.Discrepamos por eso de la posición del canciller del Perú, José Antonio García Belaunde, quien plantea reparos a la creación del nuevo organismo sin Estados Unidos.Más de una vez he recordado las palabras del presidente estadounidense William Howard Taft, quien, a comienzos del siglo XX, sostuvo: “Todo el continente será nuestro, como es nuestro ya en virtud de la superioridad de nuestra raza”. Poco antes, en 1895, el presidente Grover Cleveland había proclamado: “Estados Unidos es prácticamente soberano en este continente”. Taft es el que envió tropas para ocupar Nicaragua, tropas que permanecieron ahí desde 1912 hasta 1933. Sandino las expulsó. En el libro America. A portrait in history (Estados Unidos. Un retrato en historia), los autores, David Burner, Robert D. Marcus y Emily Rosenberg, recuerdan que Taft intentó sin éxito que banqueros estadounidenses asumieran las finanzas de Haití, Honduras, Costa Rica y Guatemala. Cuba y Puerto Rico fueron desde inicios del siglo XIX países que, según presidentes y académicos gringos, debían ser anexados. A México le arrebataron la mitad de su territorio. La injerencia en Colombia, so pretexto de combatir el narcotráfico y la insurgencia armada, demuestra que el impulso imperialista no ha amainado. Hace casi un siglo, en 1912, en el Teatro Municipal de Lima, el argentino Manuel Ugarte, gran precursor de la unidad latinoamericana, llamó a formar los Estados Unidos del Sur, para defendernos de la ambición estadounidense. Su discurso figura en su libro Mi campaña hispanoamericana. Parece escrito para hoy y para mañana.