En las coyunturas electorales (que se avecinan) reaparecen con fuerza los viejos problemas de fondo que se busca soslayar o a los que se busca dar solución de diverso tipo. Aquí señalo sólo las cuestiones básicas que se refieren a la agenda interna y que tocan tangencialmente los asuntos internacionales.
Me refiero a la inclusión social (empleo, desigualdad, pobreza); a la consolidación democrática (representación, sistema electoral, sistema de partidos, formas de gobierno, poderes fácticos); a las deficiencias del Estado (inefectividad legal, ineficacia burocrática en salud, educación y seguridad, centralismo, falta de autonomía y estructura parcializada) y a la mantención, reforma o cambio del modelo económico neoliberal.
La forma como se pretende resolver estos problemas es lo que define el carácter y la dinámica de los actores políticos: neoliberales autoritarios, neoliberales democráticos, antineoliberales-reformistas y radicales y otras variantes.
Como es obvio, estos no son problemas de coyuntura. Son problemas estructurales que se encrespan en las coyunturas electorales, se discuten apasionadamente y se plantean soluciones diferentes y hasta contrapuestas. Algunas propuestas son parciales, muy limitadas y hasta distorsionadoras de los problemas que buscan resolver.
Reducir la inclusión a la pobreza y combatirla principalmente mediante programas asistencialistas, por ejemplo. O el planteo de la renovación congresal por mitades (o reducción de la elección congresal a la mitad del período presidencial), eliminación del sufragio universal para instaurar el voto voluntario, establecimiento de la doble vuelta electoral en las regiones donde los candidatos no alcanzan el 30% de los votos en la creencia falsa de que esas propuestas resuelven los problemas de representación, de consolidación democrática y de gobernabilidad.
Aunque se enfrenten los problemas por etapas, su solución requiere planteamientos integrales que le den sentido a cada paso y a cada reforma parcial.
Estos problemas, además, no se presentan aislados. Están interrelacionados. La inclusión, por ejemplo, tiene que ver con el modelo económico. Al actual modelo primario exportador, sin embargo, no le interesa el problema del empleo y, aunque le interesara, es difícil que lo resuelva dentro de sus propios parámetros. ¿Pueden las empresas mineras resolver el problema del desempleo teniendo en cuenta que en ese sector crear un empleo cuesta más de 300 mil dólares? La eliminación del sufragio universal busca excluir a los ciudadanos que, en las elecciones del 2006, votaron contra el modelo neoliberal. La heterogeneidad estructural (que el modelo primario exportador refuerza) incide decisivamente en la inefectividad legal y en la ineficacia burocrática del Estado en el territorio y en toda la sociedad.
Pese a la innegable interrelación de estos problemas de fondo, es posible imaginar soluciones con cierta autonomía unas de otras. No tanto en el tema de la inclusión cuya solución está estrechamente vinculada a las características del modelo económico y a la voluntad estatal. En los asuntos que se refieren al Estado, a la democracia y al modelo neoliberal, en cambio, se puede proponer y realizar cambios específicos que pueden tener cierta eficacia en su respectivo nivel.
Para que tengan eficacia y coherencia es necesario, sin embargo, que las propuestas de cambio sean integrales en cada nivel (Estado, democracia, modelo económico) con objetivos definidos, políticas eficaces, medidas y acciones precisas y etapas claramente establecidas en el tiempo.
Si la eficacia específica de las reformas en el Estado, la democracia y el modelo económico es alcanzable, ¿por qué en el Perú no hemos llegado a ese nivel? ¿Por qué entonces todo se pone en cuestión en las coyunturas electorales? Volveremos sobre este decisivo problema de cuestionamientos y de inestabilidad.