García: un líder que se apaga......................................
Por: Nicolás Lynch
Jue, 29/07/2010 - 20:46
Modesto y hasta deslucido ha sido el discurso del Presidente.
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Queda poco del líder aquel que lanzaba frases altisonantes y convocaba multitudes en los 80 e incluso al regreso de su exilio parisino.
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Hoy, da la impresión de que el demasiado frecuentar la mesa de los ricos lo ha hecho perder fuelle y olvidar el horizonte.
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No se trata solo de sus iniciales arengas antiimperialistas de antes sino incluso de los sueños neoliberales de hace pocos años cuando quería convencernos, “perro del hortelano” de por medio, que el saqueo de nuestras riquezas es el mejor camino al desarrollo.
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Quizás ahora cree que teniendo de su parte al poder del dinero ya no tiene que convencer a nadie para continuar controlando los resortes del poder.
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Si algo ha caracterizado su discurso ha sido la mentira, especialmente en sectores como educación y salud.
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En el caso de la educación los dos programas que presenta tienen resultados exactamente contrarios a los que señala.
La carrera pública magisterial, reforma efectivamente fundamental para mejorar nuestra educación, no es un éxito sino un fracaso. A tres años de aprobada la ley, no ha podido siquiera incorporar al 10% de los maestros del antiguo régimen en el nuevo.
Lo que sí ha creado es un enfrentamiento inútil entre gobierno y magisterio que no tiene salida a la vista, al presentar la nueva carrera como un castigo y no como una promoción para el docente.
En el caso de los programas contra el analfabetismo, hasta ahora no se responden los cuestionamientos que han hecho diversos expertos que desafían la cifra de 1,100,000 alfabetizados y reclaman una auditoría internacional independiente.
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En el tema de la salud, lo que la nueva ley asegura no es la salud de la población en general sino la privatización del servicio.
En el tema de la salud, lo que la nueva ley asegura no es la salud de la población en general sino la privatización del servicio.
En otras palabras, tendrá buena atención quien pueda pagarla y los demás deberán demostrar su pobreza para ser mínimamente atendidos.
Se liquida así la gratuidad de un servicio público que ha sido colonizado por el neoliberalismo y donde se ha consagrado el apartheid.
En cuanto a la reducción de la pobreza monetaria, del 44 al 34%, evita contrastarla con el aumento de la pobreza calórica del 39 al 42% y el aumento también de la desigualdad, en términos de concentración del ingreso y distancia entre salarios y ganancias empresariales, tal como han señalado recientemente Pedro Francke y Humberto Campodónico.
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En el asunto de la exportación del gas, la atención de García se concentra en un tema importante pero menor como es el de las regalías, señalando que modificarán los contratos para que la regalía por el gas exportado no sea menor a la del consumo interno.
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No se toca, sin embargo, el tema de fondo que es la propiedad de los recursos en boca de pozo, que hoy pertenece a las compañías que explotan el recurso y que debe volver a la propiedad soberana del Estado, para lo cual hay que modificar la Constitución, la ley y los contratos respectivos.
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Es sobre la base de retomar la soberanía sobre nuestros recursos energéticos que se podrá efectivamente recobrar la capacidad de los peruanos para impedir la exportación del gas que necesitamos para nuestro desarrollo.
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Extrañamos en el cierre alguna visión de futuro.
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Sin embargo, los “objetivos del bicentenario” que parecían asomar en algún momento quedaron ahogados en la larga lista de lavandería presentada.
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La postulación de García para el 2016 palidece así de repente.
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Quizás quiera ocultarla en el podio oficial para argumentar, como trató de hacerlo, su “neutralidad” de primer mandatario de cara a las próximas elecciones.
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En todo caso, la carencia de ideas de este García postrero probablemente sea una buena radiografía de su segundo fracaso gubernamental; una lástima, al fin y al cabo, tanto para el Perú, por los años perdidos, como para el Apra, supuestamente el gran partido republicano.
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La orfandad política expresada en este discurso es también una señal de agotamiento de la vieja república criolla.
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Suerte que estamos cerca de una campaña electoral porque esta es una oportunidad para que aparezcan nuevas ideas de futuro que nos saquen del páramo mostrado por el Presidente aún en funciones.
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