miércoles, 21 de julio de 2010

Camisea y el sebo de culebra

Camisea y el sebo de culebra
Lun, 19/07/2010
Por Javier Diez Canseco

Alan García es un experimentado vendedor de sebo de culebra en la desprestigiada política nacional. Compite en otros terrenos con éxito, como el de la corrupción, donde tiene amplio reconocimiento, y sus socios políticos, como Fujimori, son muy reputados. Ambas experticias se encuentran firmemente entrelazadas.
Hoy, el faenón de la exportación del gas Camisea a precio vil, privando al país de un proyecto nacional con energía barata y limpia por varias décadas, ha ido colocando García en aprietos y a ensayar su habilidad de vendedor de sebo de culebra.
El pasado 28 de julio, García demandó, en su discurso, investigar el carácter delictivo de los procedimientos implementados en el gobierno de Toledo para cambiar el contrato del gas de Camisea el 2005 –por intervención de Quijandría y PPK– y facilitar su exportación perjudicando el mercado interno. Hoy es el principal defensor de su exportación. ¿Cambio gratuito de convicciones o incentivado por sólidos argumentos bancarios y crematísticos? Lo cierto es que cambió de camiseta, como lo hizo con el compromiso de imponer un impuesto a las sobreganancias mineras que canjeó por un ridículo óbolo que no aporta ni el 10% de lo que hubiera dejado al Estado y a las regiones el tributo prometido en campaña. Pero, en el caso de Camisea no pudo salir del entuerto tan fácilmente. Camisea es un tema nacional y, especialmente, de la macrorregión sur, genera movilizaciones y compromete a sectores de la prensa nacional que no venden su línea informativa por publicidad.
Al dar su giro proexportador, creyó que bastaría argumentar al país que había que cumplir los contratos y dar seguridad jurídica a los inversionistas, “olvidando” que él mismo denunció las irregularidades del proceso. Luego acusó a quienes denunciamos el manejo proexportador de mentirosos y desinformados, de querer aprovechar políticamente el tema. Acto seguido infló las cifras de las reservas de gas en los lotes 88 y 56 para pasarlas de 8.8 TFC (trillones de pies cúbicos) a más de 13 TFC, con lo que –dijo– se podía abastecer el gasoducto que reclamaba el macrosur (desabastecido punto de origen del gas) y la demanda nacional. Y comprometió al gobierno y a dos empresas brasileñas con el inicio de la construcción del gasoducto del sur para el 2011 en acta firmada con los presidentes regionales del sur, pero les “colaron” la aceptación de recibir gas del lote 57, que tiene un precio mucho más alto que el del lote 88.
Creyó haber salido del aprieto, pero no. Los movimientos sociales, profesionales y sectores de prensa comprometidos con el interés nacional siguieron en la brega contra la exportación del gas de los lotes 88 y 56. Demostraron que pagamos el gas más caro de A. Latina (S/.32 a 35 por balón contra Uruguay 26.24; Chile 20.22; Argentina 18.28; Paraguay 14.72; Bolivia 8.89; Colombia S/.8.13, Venezuela S/. 4.48, y Ecuador S/. 3.36). Demostraron que se pagaba más impuestos y regalías por consumo en Perú que al exportar y que el país recibía 53 centavos de dólar por millón de BTU (en regalías e impuestos) mientras los peruanos pagamos más de $3.20 por lo mismo. Denunciaron que mientras el sur no tenía ducto, Lima estaba desabastecida y a muchas empresas se les niega la venta del gas de esos lotes, ya comenzó su exportación al extranjero, sin ser afectado por la argumentada “braveza” del mar.
Entonces García anunció que se “renegociarían” los contratos. Pero no para reservar los lotes 88 y 56 para el Perú, a precio preferencial, sino para que al exportar el gas, las empresas paguen regalías que no sean menores a las que pagan cuando venden a los peruanos. Un pelo del carnero, para poder vender fuera el gas que debemos consumir los peruanos por ser el más barato. El vendedor de sebo de culebra no se queda sin argumentos. Cual mago de circo de fiestas patrias, siempre tiene una carta bajo la manga. Pero los peruanos ya no somos tan ingenuos. Camisea es del Perú.