Por Kurt BurneoEconomista
Conocidas las cifras presupuestadas y ejecutadas para gastos en publicidad, difusión e imagen institucional del gobierno nacional y subnacional, creo que la magnitud, presteza y concentración en la ejecución de estos recursos (graciosamente financiados por los contribuyentes o sea todos nosotros) –dada la proximidad de las elecciones regionales y locales en octubre y las generales en abril próximo– le da todas las credenciales para que el actual presidente de la República candidatee a la presidencia de la Asociación Nacional de Anunciantes (ANDA), derecho ganado a puro pulso dirían algunos puesto que muy pocas firmas, hoy por hoy, se pueden dar el lujo de tener esta magnitud de presupuestos destinados a imagen y a publicitar los bienes y servicios que venden.
Desde los primeros años de estudio en la facultad de Economía nos enseñan que hay dos conceptos claves en esta materia: escasez y costo de oportunidad. El primero surge a partir de la existencia de necesidades ilimitadas frente a recursos limitados para satisfacerlas; en tanto el segundo concepto –estrechamente ligado al primero– señala que al priorizar el uso de estos para satisfacer determinada necesidad incurrimos en un costo (de oportunidad) cual es la alternativa más valiosa dejada de lado en este ejercicio de priorización.
Mirando los datos y según la propia Presidencia del Consejo de Ministros (actual isla de la fantasía en materia salarial, con funcionarios que sin mayor logro profesional anterior o presente que exhibir, pero sí con carné partidario, detentan salarios por encima de los S/. 15,000), el año pasado los gastos por servicios de publicidad, difusión e imagen institucional realizados fueron de S/. 143 millones, de los cuales el gobierno nacional gastó S/. 132 millones y los regionales S/. 11 millones; y para este año tienen presupuestados otros S/. 216 millones adicionales, de los cuales muy diligentemente al 13 de junio, el gobierno nacional ya gastó S/. 52’303,990 en publicidad más S/. 1’878,110 en imagen institucional. Estos números son los que explican la proliferación de letreros por toda la ciudad y avisos en diarios, radio y televisión, reportando no solo infraestructura concluida sino incluso la que está pendiente de hacerse (por ejemplo la del Ministerio de Educación que aún concluirá en el 2012) con visos claros de saturación, siendo el extremo que hasta en los partidos de fútbol el relator de estos también publicita (obviamente existiendo un contrato publicitario previo) los “éxitos” de la administración gubernamental actual.
Independientemente de lo inútil del gasto hecho para remontar la mayoritaria desaprobación a la gestión gubernamental actual (esta es superior hoy al 60%), sería interesante pensar en qué medida estos recursos hubiesen servido para mejorar las metas a lograr de varios de los pocos programas formulados, por ejemplo, bajo el esquema de presupuesto por resultados que hoy solo representan el 12.3% del presupuesto. ¿No hay fines alternativos más valiosos? Veamos: en el Perú, al 2009 la desnutrición crónica era de 18.3%, mientras que en Chile este indicador es de solo 3%; así el costo de oportunidad de la publicidad estatal hoy es enorme al renunciarse a metas sociales más ambiciosas y urgentes .¿El Perú avanza?
Desde los primeros años de estudio en la facultad de Economía nos enseñan que hay dos conceptos claves en esta materia: escasez y costo de oportunidad. El primero surge a partir de la existencia de necesidades ilimitadas frente a recursos limitados para satisfacerlas; en tanto el segundo concepto –estrechamente ligado al primero– señala que al priorizar el uso de estos para satisfacer determinada necesidad incurrimos en un costo (de oportunidad) cual es la alternativa más valiosa dejada de lado en este ejercicio de priorización.
Mirando los datos y según la propia Presidencia del Consejo de Ministros (actual isla de la fantasía en materia salarial, con funcionarios que sin mayor logro profesional anterior o presente que exhibir, pero sí con carné partidario, detentan salarios por encima de los S/. 15,000), el año pasado los gastos por servicios de publicidad, difusión e imagen institucional realizados fueron de S/. 143 millones, de los cuales el gobierno nacional gastó S/. 132 millones y los regionales S/. 11 millones; y para este año tienen presupuestados otros S/. 216 millones adicionales, de los cuales muy diligentemente al 13 de junio, el gobierno nacional ya gastó S/. 52’303,990 en publicidad más S/. 1’878,110 en imagen institucional. Estos números son los que explican la proliferación de letreros por toda la ciudad y avisos en diarios, radio y televisión, reportando no solo infraestructura concluida sino incluso la que está pendiente de hacerse (por ejemplo la del Ministerio de Educación que aún concluirá en el 2012) con visos claros de saturación, siendo el extremo que hasta en los partidos de fútbol el relator de estos también publicita (obviamente existiendo un contrato publicitario previo) los “éxitos” de la administración gubernamental actual.
Independientemente de lo inútil del gasto hecho para remontar la mayoritaria desaprobación a la gestión gubernamental actual (esta es superior hoy al 60%), sería interesante pensar en qué medida estos recursos hubiesen servido para mejorar las metas a lograr de varios de los pocos programas formulados, por ejemplo, bajo el esquema de presupuesto por resultados que hoy solo representan el 12.3% del presupuesto. ¿No hay fines alternativos más valiosos? Veamos: en el Perú, al 2009 la desnutrición crónica era de 18.3%, mientras que en Chile este indicador es de solo 3%; así el costo de oportunidad de la publicidad estatal hoy es enorme al renunciarse a metas sociales más ambiciosas y urgentes .¿El Perú avanza?