El caso de corrupción de Business Track, pone en evidencia al Poder judicial colaborando con la impunidad de los acusados, lo que debilita de manera dramática nuestra débil democracia.
No sé si se percibe la audacia con que se está repitiendo el “fujimontesinismo” en las puertas del proceso electoral de 2011.
Un material esencial para el proceso judicial seguido a Rómulo León Alegría por la adjudicación irregular de lotes petroleros, llevó a descubrir una red de interceptación telefónica que comprometía a políticos y empresarios cercanos al actual gobierno.
Cuando se hacía evidente el tinglado de corrupción que rodeaba este caso se descubren discos duros y varios dispositivos de memoria USB con audios y las correspondencias que comprometían a los principales actores de esta cúpula político-empresarial, lo que pasa a manos de la justicia para su estudio e investigación.
Los medios de comunicación se encargaron de individualizar a los responsables y agregar datos y elucubraciones que crearon un caos como el tráfico de Lima.
Desde Canaán, hasta el doctor Bieto Químper, pasando por Jorge del Castillo y Gisselle Gianotti, la jueza María Martínez y el fiscal Walter Milla, todos contribuyeron a llenar de dudas este caso.
Hasta que se descubre que tan importante material, depositado en las inexpugnables bóvedas del Poder judicial había sido alterado por las manos negras de la corrupción.
Gianotti ya ha presentado las tachas sobre dos de los USB que supuestamente habrían sido alterados. Más de un año de trabajo está en peligro de perder su valor probatorio, 592 archivos habrían sido borrados.
Las copias espejo de protección del material incautado a Giselle Gianotti son la última esperanza para recuperar la información, pero con tan mal manejo de las pruebas hoy se duda de la veracidad de todo el material.
Estamos pues ante un caso más de defraudación del Estado que compromete a altos niveles políticos y empresariales, dupla que parecen ser invitados frecuentes a la fiesta de la corrupción.
Ni jueces, ni fiscales, ni policía han podido detener esta cruzada pro enriquecimiento ilícito. Sin duda, cuesta mucho transformar a esta clase dominante en clase dirigente