Si creyéramos en Lombroso diríamos que el doctor Carlos Mesía tiene cara de torpe. Hay algo en su pelo al rape, en su firmeza equívoca, en su mirada cargada de ínfulas que nos recuerda –con toda simpatía- a algún macho alfa de Animal Planet.Y, en efecto, Carlos Mesía es torpe. No lo es, por supuesto, porque tenga el pelo cortado como recluta de alguna puta mili ni por el énfasis de carabinero que le pone a su palabrería. Es torpe porque cree, por ejemplo, que el Tribunal Constitucional es “órgano jurisdiccional” en materia de derechos de reproducción, planificación familiar y paternidad responsable. Este señor debe estar preñado de mala uva.Es tan torpe este Mesía con cara de portavoz de Mussolini que insiste en desacreditar a la Organización Mundial de la salud y, en plan de científico, reincide en decir que “no hay unanimidad” entre los embriólogos respecto de la polémica sobre el comienzo de la vida.“Para unos embriólogos el comienzo de la vida es la anidación. Para otros, es la fecundación”, dice Mesía con cara de ginecólogo avieso.Y añade:“Y como los científicos no se ponen de acuerdo, entonces no hay ninguna verdad científica nueva que el ministro de salud pueda esgrimir para hacernos cambiar de opinión”.¿Alguien puede decirle a este San Carlos de Apoquindo que todavía hay creacionistas que niegan la evolución y que eso no afecta a la ciencia porque esos creacionistas exponen, como él, una fe más que una verdad?¿Alguien puede decirle a Mesía que la Iglesia de vocación oscurantista que él representa también negó a Galileo Galilei y quemó a Miguel Servet?¿Alguien puede decirle a este señor que se vaya al demonio con sus amenazas?Pues se lo dirá, con todo respeto, este modesto columnista: ¡váyase al diablo, doctor Mesía, con sus excomuniones de jurisperito y sus chantajes de fraile herbolario!El Tribunal Constitucional, ese desprestigio en curso, no puede pretender dictar las normas sobre salud y reproducción.Eso le incumbe, precisamente, al ministerio del doctor Ugarte, que ayer se ha atrevido, para honra de los fueros democráticos, a poner las cosas en su sitio ordenando, otra vez, el reparto de la píldora del día siguiente.El doctor Mesía insiste en que, desde su punto de vista, la dicha píldora es abortiva. ¿Y al Perú qué le importa la cucufatería del doctor Mesía? ¿O es que Mesía sabe más que la Organización Mundial de la salud?Con sus más recientes actuaciones el Tribunal Constitucional no garantiza el funcionamiento de la democracia. Al contrario: lo pone en peligro. Porque, gracias a Mesía y a otros como él, el TC se ha convertido en una metástasis del abuso, un allanamiento permanente de predios ajenos y un acoso a jurisdicciones señaladamente distantes de aquellas que le incumben. Recordemos su posición benévola en torno al Fujimorista general Wálter Chacón, su ambigüedad Chilenófila en cuanto al TLC con Chile, su indecorosa defensa del magistrado Beaumont Callirgos en dos casos de conflicto de intereses –y podríamos llenar una página de este periódico enumerando asuntos que han minado la reputación de esta institución que Fujimori parece haber corrompido para siempre-.Mesía dice que estamos frente “a un golpe de Estado”.Se equivoca este torpe encumbrado. Golpe de Estado fue el de Fujimori, el ídolo de monseñor Cipriani (el de “la Coordinadora de derechos humanos, esa cojudez”, el gran enemigo de la píldora del día siguiente, ¿recuerda?). Esto no es golpe de Estado. Esto es poner orden donde un TC promiscuo intenta meterse en cada dormitorio del Perú.Esta de la píldora del día siguiente es una gran noticia para las mujeres, pero sobre todo para las mujeres pobres, las que ahora pueden volver a decidir, libremente, y si no han tenido a mano otros recursos anticonceptivos, cuántos hijos tener, con quién tenerlos, cuándo tenerlos.Mesía habla del requisito de la unanimidad científica. ¿Sabrá que no hay unanimidad científica ni siquiera en relación al calentamiento global debido a que hay un montón de pregoneros de las petroleras diciendo que Al Gore es apocalíptico y que el Ártico no se está derritiendo?La palabra unanimidad es hasta peligrosa, doctor Mesía. Por ejemplo, no hay unanimidad respecto del siguiente dilema: ¿es usted torpe de nacimiento o contrajo esa mirada, esa calva a lo Artola y esa manera de pensar en el viejo local de Alfonso Ugarte? Me inclino a pensar en lo congénito, doctor Mesía. Al fin de cuentas, Haya de la Torre se enfrentó, en pleno gobierno de Leguía, al Corazón de Jesús y al poder reaccionario de la Iglesia y murió, muchos años más tarde, más sabio y agnóstico que nunca. Usted, en cambio, doctor Mesía, es un aprista pasado por la sacristía. Fea mixtura.
martes, 9 de marzo de 2010
Triunfo de la razón.. Por: César Hildebrandt
Si creyéramos en Lombroso diríamos que el doctor Carlos Mesía tiene cara de torpe. Hay algo en su pelo al rape, en su firmeza equívoca, en su mirada cargada de ínfulas que nos recuerda –con toda simpatía- a algún macho alfa de Animal Planet.Y, en efecto, Carlos Mesía es torpe. No lo es, por supuesto, porque tenga el pelo cortado como recluta de alguna puta mili ni por el énfasis de carabinero que le pone a su palabrería. Es torpe porque cree, por ejemplo, que el Tribunal Constitucional es “órgano jurisdiccional” en materia de derechos de reproducción, planificación familiar y paternidad responsable. Este señor debe estar preñado de mala uva.Es tan torpe este Mesía con cara de portavoz de Mussolini que insiste en desacreditar a la Organización Mundial de la salud y, en plan de científico, reincide en decir que “no hay unanimidad” entre los embriólogos respecto de la polémica sobre el comienzo de la vida.“Para unos embriólogos el comienzo de la vida es la anidación. Para otros, es la fecundación”, dice Mesía con cara de ginecólogo avieso.Y añade:“Y como los científicos no se ponen de acuerdo, entonces no hay ninguna verdad científica nueva que el ministro de salud pueda esgrimir para hacernos cambiar de opinión”.¿Alguien puede decirle a este San Carlos de Apoquindo que todavía hay creacionistas que niegan la evolución y que eso no afecta a la ciencia porque esos creacionistas exponen, como él, una fe más que una verdad?¿Alguien puede decirle a Mesía que la Iglesia de vocación oscurantista que él representa también negó a Galileo Galilei y quemó a Miguel Servet?¿Alguien puede decirle a este señor que se vaya al demonio con sus amenazas?Pues se lo dirá, con todo respeto, este modesto columnista: ¡váyase al diablo, doctor Mesía, con sus excomuniones de jurisperito y sus chantajes de fraile herbolario!El Tribunal Constitucional, ese desprestigio en curso, no puede pretender dictar las normas sobre salud y reproducción.Eso le incumbe, precisamente, al ministerio del doctor Ugarte, que ayer se ha atrevido, para honra de los fueros democráticos, a poner las cosas en su sitio ordenando, otra vez, el reparto de la píldora del día siguiente.El doctor Mesía insiste en que, desde su punto de vista, la dicha píldora es abortiva. ¿Y al Perú qué le importa la cucufatería del doctor Mesía? ¿O es que Mesía sabe más que la Organización Mundial de la salud?Con sus más recientes actuaciones el Tribunal Constitucional no garantiza el funcionamiento de la democracia. Al contrario: lo pone en peligro. Porque, gracias a Mesía y a otros como él, el TC se ha convertido en una metástasis del abuso, un allanamiento permanente de predios ajenos y un acoso a jurisdicciones señaladamente distantes de aquellas que le incumben. Recordemos su posición benévola en torno al Fujimorista general Wálter Chacón, su ambigüedad Chilenófila en cuanto al TLC con Chile, su indecorosa defensa del magistrado Beaumont Callirgos en dos casos de conflicto de intereses –y podríamos llenar una página de este periódico enumerando asuntos que han minado la reputación de esta institución que Fujimori parece haber corrompido para siempre-.Mesía dice que estamos frente “a un golpe de Estado”.Se equivoca este torpe encumbrado. Golpe de Estado fue el de Fujimori, el ídolo de monseñor Cipriani (el de “la Coordinadora de derechos humanos, esa cojudez”, el gran enemigo de la píldora del día siguiente, ¿recuerda?). Esto no es golpe de Estado. Esto es poner orden donde un TC promiscuo intenta meterse en cada dormitorio del Perú.Esta de la píldora del día siguiente es una gran noticia para las mujeres, pero sobre todo para las mujeres pobres, las que ahora pueden volver a decidir, libremente, y si no han tenido a mano otros recursos anticonceptivos, cuántos hijos tener, con quién tenerlos, cuándo tenerlos.Mesía habla del requisito de la unanimidad científica. ¿Sabrá que no hay unanimidad científica ni siquiera en relación al calentamiento global debido a que hay un montón de pregoneros de las petroleras diciendo que Al Gore es apocalíptico y que el Ártico no se está derritiendo?La palabra unanimidad es hasta peligrosa, doctor Mesía. Por ejemplo, no hay unanimidad respecto del siguiente dilema: ¿es usted torpe de nacimiento o contrajo esa mirada, esa calva a lo Artola y esa manera de pensar en el viejo local de Alfonso Ugarte? Me inclino a pensar en lo congénito, doctor Mesía. Al fin de cuentas, Haya de la Torre se enfrentó, en pleno gobierno de Leguía, al Corazón de Jesús y al poder reaccionario de la Iglesia y murió, muchos años más tarde, más sabio y agnóstico que nunca. Usted, en cambio, doctor Mesía, es un aprista pasado por la sacristía. Fea mixtura.