No le creo ni media palabra a la encuesta de ayer de la Católica.Lo que ocurre con el caviaraje mitad pontificio y mitad avendañista -¿vieron a don Jorge Avendaño defendiendo la cutraza de Comunicore?- es que está asustado porque el juicio que les ha metido Cipriani es de temblar.Y lo es por algo muy sencillo: la voluntad testamentaria de José de la Riva Agüero, el dueño de las tierras santas donde hoy reinan los chicos que alguna vez fueron de Wisconsin, se ha incumplido escrupulosamente.Y como se ha incumplido, a los rentistas de la Católica les está costando las duras penas demostrar que, en efecto, son los ocupantes sin mácula de la Universidad.Por eso es que la Católica se está replegando de todo aquello que pueda sonar izquierdista, o que pueda leerse como contestatario, o que pueda entenderse como apenas incómodo para los que cortan el jamón.Y por eso quizá sus encuestas más recientes han empezado a parecerse tanto a las de la Universidad de Lima. No sólo por el sesgo de las preguntas sino por el significado de sus omisiones y las connotaciones de sus notorias infladas.Ayer, por ejemplo, los chicos de la Católica nos han dicho que, en Lima, Jaime Bayly tiene tanto puntaje en intención de voto como Toledo y un puntito más que el pobre Humala, a quien las tropas de Tuesta parecen haber desterrado de toda esperanza.La encuesta que comentamos es, por supuesto, limeñísima y mazamorrera hasta el zahumerio. Sólo que ahora, en la Católica, el viento de los inciensos tiene otra dirección.Toledo, la bestia negra de Alan García, tiene en este sondeo menos puntaje que el candidato “No precisa”, que anda por el 9 por ciento y que, sin duda, sería un gran presidente ecléctico.Eso suena muy conveniente a la hora de enfrentarse al aprismo judicial de los Vega cuando las papas queman en un expediente. Un expediente –hay que recordarlo- del cual depende nada menos que la administración de esa fortuna incalculable (y exonerada de tributación) que es la PUCP.Castañeda, claro, sigue firme y rocoso en su primer lugar. Y a varios cuerpos, pero impertérrita y varada en su orilla, está Keiko y su segundo lugar. Y todos los demás son moco de pavo, agujetas de color de rosa, chancayes de 10.Y, desde luego, cuando los católicos de la demoscopía arman el cuadro de los indeseables el primero de ellos, qué duda cabe, es el mismo comandante que está debajo de Bayly.La cosa es así. Les preguntan a los limeños encuestados por quién no votarían jamás y, entonces, surge un alud de odio dirigido en contra del candidato que estuvo a punto de ganarle a Alan García en el 2006: 54 por ciento dice que jamás (DE NINGUNA MANERA, las mayúsculas son del documento original) votaría por Humala. Es el único caso. Todos los demás aspirantes, incluida la simpática Pucca del Fujimorismo, apenas congregan un veintitantos por ciento de rechazo visceral.Ante la pregunta de cuál es el candidato que lucharía con más eficacia en contra de la corrupción, la muestra pone a Castañeda como primero, con el 27%. ¿Castañeda como el más apto para luchar en contra de la corrupción? ¿Con fajo o sin fajo de ReLima?Y hasta Alex Kouri, ese hijo de Convial, resulta el más aprobado (42%) en su “desempeño público”. ¿Quién es el último de esta lista? No se equivocaron: es Ollanta Humala (con 15%).Pero el asunto no queda allí. El milagro de la Pontificia es ambicioso y multiplica también los panes de la popularidad alanista.Porque resulta que el doctor García sube cuatro puntos en su aprobación limeña y llega a la plusmarca de 39 por ciento de anuencia popular. En plena decadencia del indulto podrido y las patochadas de buena parte de sus ministros.Pero así es la cosa en el Perú cuando tienes rabo de paja y te cuadras, no ante el Juez Supremo Celestial sino ante un juez de la Superior que te guiña el ojo. ¡Amén