La pobreza del CADE ...... Por Javier Diez Canseco
Los grandes empresarios, reunidos en el CADE, han descubierto que “con el actual nivel de pobreza no se alcanzará el desarrollo”, titula El Comercio. ¡Tremendo hallazgo! Sin embargo, el presidente del CADE, Oscar Rivera, llama a llevar el actual modelo económico a un punto de no retorno, es decir, a eternizarlo. Así resultaría que la pobreza es ajena al modelo actual y mantenerlo intocado nos garantizará superar la pobreza.
¿Será verdad que la pobreza no tiene nada que ver con el neoliberalismo que Fujimori instaló en el Perú? ¿El Estado raquítico, los impuestos minúsculos y la no redistribución de la riqueza para generar educación, salud, programas alimenticios o desarrollo agrícola? ¿La desregulación del mercado, la imposición de toda clase de abusos, precios y tarifas excesivas de empresas monopólicas, extranjeras y nacionales, no acentúa la pobreza? La destrucción de derechos laborales, la desaparición de la negociación colectiva, el cholo barato ¿no generan pobreza? ¿Un país que no industrializa sus recursos, ni desarrolla ciencia y tecnología para explotarlos y transformarlos, que abandona a su suerte a la universidad pública e incumple con elementales compromisos salariales con los catedráticos, que no da recursos para investigación e implementación práctica de los conocimientos, saldrá de la pobreza? No.
El modelo económico neoliberal está en cuestión en el mundo entero. Una impresionante intervención de los Estados fue indispensable para salvar enormes transnacionales que quebraban. Estados intervienen hoy varias de las que salvaron y toman medidas para defender a los consumidores y deudores del efecto de la crisis. Pero aquí pretenden ignorar el papel del Estado en el manejo del orden económico, en la redistribución de la riqueza (¿esperemos el chorreo?), en la defensa de los consumidores y usuarios, en aprovechar los recursos naturales para beneficio del país (y no solo de un puñado de grandes empresas). Buscan obviar que se nos impuso una economía primario-exportadora (de materias primas) mientras se abandonó a su suerte al mercado interno y a los trabajadores y mypes, se ignoró la seguridad alimentaria y se privilegió al capital extranjero en el marco de una corruptela sin precedentes. ¿Eternizar este modelo?
La entrega de enormes concesiones de recursos naturales a transnacionales, dejando migajas al país, tiene mucho que ver con la pobreza. Un dato: si Alan García hubiera cumplido su compromiso de establecer el impuesto a las sobreganancias mineras, ¿no hubiéramos dispuesto entre el 2007 y 2008 de un ingreso adicional de más de 7,000 millones de dólares para invertir en educación, salud, apoyo alimenticio o el agro? ¡CADE se olvidó!
Olvida también que este entreguismo desenfrenado de nuestros recursos abrió paso a graves conflictos que hoy –en lugares como Espinar, Huancabamba o la Amazonía-– enfrentan al agro con la minería, acentúan la lucha por el agua y provocan la reacción de los pueblos originarios y comunidades campesinas contra el arrasamiento de sus tierras (el 75% de los 75 millones de hectáreas de la Amazonía están ya concesionadas a empresas petroleras y 18 millones de hectáreas, predominantemente del Ande y la Costa, para minería).
El fujimorismo permitió la captura del Estado por los grupos de poder económico y las multinacionales hasta hoy un instrumento a su servicio, penetrado por asesores y funcionarios destacados desde estos grupos de poder, como lo admitió Dionisio Romero o lo evidencian instituciones como el Instituto Peruano de Economía que proporciona los asesores de ministros que necesitan.
Terminar con la pobreza exige un manejo económico con soberanía sobre nuestros recursos, industrialización, desarrollo científico técnico, y un Estado descentralista plurinacional al servicio de todos los peruanos, con autoridades bajo control de la gente. Recuperar el Estado y el manejo económico es fundamental.
Los grandes empresarios, reunidos en el CADE, han descubierto que “con el actual nivel de pobreza no se alcanzará el desarrollo”, titula El Comercio. ¡Tremendo hallazgo! Sin embargo, el presidente del CADE, Oscar Rivera, llama a llevar el actual modelo económico a un punto de no retorno, es decir, a eternizarlo. Así resultaría que la pobreza es ajena al modelo actual y mantenerlo intocado nos garantizará superar la pobreza.
¿Será verdad que la pobreza no tiene nada que ver con el neoliberalismo que Fujimori instaló en el Perú? ¿El Estado raquítico, los impuestos minúsculos y la no redistribución de la riqueza para generar educación, salud, programas alimenticios o desarrollo agrícola? ¿La desregulación del mercado, la imposición de toda clase de abusos, precios y tarifas excesivas de empresas monopólicas, extranjeras y nacionales, no acentúa la pobreza? La destrucción de derechos laborales, la desaparición de la negociación colectiva, el cholo barato ¿no generan pobreza? ¿Un país que no industrializa sus recursos, ni desarrolla ciencia y tecnología para explotarlos y transformarlos, que abandona a su suerte a la universidad pública e incumple con elementales compromisos salariales con los catedráticos, que no da recursos para investigación e implementación práctica de los conocimientos, saldrá de la pobreza? No.
El modelo económico neoliberal está en cuestión en el mundo entero. Una impresionante intervención de los Estados fue indispensable para salvar enormes transnacionales que quebraban. Estados intervienen hoy varias de las que salvaron y toman medidas para defender a los consumidores y deudores del efecto de la crisis. Pero aquí pretenden ignorar el papel del Estado en el manejo del orden económico, en la redistribución de la riqueza (¿esperemos el chorreo?), en la defensa de los consumidores y usuarios, en aprovechar los recursos naturales para beneficio del país (y no solo de un puñado de grandes empresas). Buscan obviar que se nos impuso una economía primario-exportadora (de materias primas) mientras se abandonó a su suerte al mercado interno y a los trabajadores y mypes, se ignoró la seguridad alimentaria y se privilegió al capital extranjero en el marco de una corruptela sin precedentes. ¿Eternizar este modelo?
La entrega de enormes concesiones de recursos naturales a transnacionales, dejando migajas al país, tiene mucho que ver con la pobreza. Un dato: si Alan García hubiera cumplido su compromiso de establecer el impuesto a las sobreganancias mineras, ¿no hubiéramos dispuesto entre el 2007 y 2008 de un ingreso adicional de más de 7,000 millones de dólares para invertir en educación, salud, apoyo alimenticio o el agro? ¡CADE se olvidó!
Olvida también que este entreguismo desenfrenado de nuestros recursos abrió paso a graves conflictos que hoy –en lugares como Espinar, Huancabamba o la Amazonía-– enfrentan al agro con la minería, acentúan la lucha por el agua y provocan la reacción de los pueblos originarios y comunidades campesinas contra el arrasamiento de sus tierras (el 75% de los 75 millones de hectáreas de la Amazonía están ya concesionadas a empresas petroleras y 18 millones de hectáreas, predominantemente del Ande y la Costa, para minería).
El fujimorismo permitió la captura del Estado por los grupos de poder económico y las multinacionales hasta hoy un instrumento a su servicio, penetrado por asesores y funcionarios destacados desde estos grupos de poder, como lo admitió Dionisio Romero o lo evidencian instituciones como el Instituto Peruano de Economía que proporciona los asesores de ministros que necesitan.
Terminar con la pobreza exige un manejo económico con soberanía sobre nuestros recursos, industrialización, desarrollo científico técnico, y un Estado descentralista plurinacional al servicio de todos los peruanos, con autoridades bajo control de la gente. Recuperar el Estado y el manejo económico es fundamental.