Mié, 04/11/2009
Por: Carlos Reyna
El presidente García ha visto que su desaprobación se mantiene terca en casi un 70% en todo el Perú. Ha leído que esa desaprobación pasa del 80% en algunas regiones. También ha visto que los conflictos sociales, Defensoría dixit, siguen creciendo mes a mes. La generosa inversión en publicidad, del Ejecutivo y del Congreso, no surte efecto.
Para colmo, no han cesado de aparecer los temas que le quitan simpatías a Palacio. Las alzas de tarifas en el puerto de Paita arruinaron la escasa credibilidad de las concesiones. Los petroaudios y petromails no cesan de generar titulares. Y encima aparecen versiones incómodas sobre la vida privada del Presidente. La política y las noticias, es una pena, se han vuelto muy personales.
Pero he aquí que una encuesta informa que el 86% de los ciudadanos está a favor del voto voluntario. Claro pues, con una democracia que insatisface a la gran mayoría, con partidos políticos que le malogran el ánimo a la gente, con los tres poderes públicos dando ira o pena todos los días, y con presidentes que se burlan de sus promesas apenas se ponen al mando, a quién le va a gustar el voto obligado.
El dato ilumina al Presidente y lanza su campaña para instaurar el voto facultativo a ver si coge algo de simpatías entre ese 86% de hastiados. Curioso, él ha sido uno de los que más han hecho para que la gente le agarre fobia al voto y a él mismo, uno de los mayores responsables para que la democracia no convenza. Ahora nos dice: miren, si quieren no voten, no importa.
Esta campaña no le va a servir de mucho a su autor.
No solo porque carece del sustento constitucional ya señalado por los expertos, sino porque gran parte de los desencantados del voto tampoco quieren mucho al presunto liberador del sufragio obligatorio y se percatan de lo interesado que es su afán.
Aparte de subir algo en las encuestas, y tapar las cuestiones quemantes de estos días, nuestro Presidente también pretende que los más frustrados por su gestión, aquellos que se concentran en las regiones andinas y amazónicas del país, esos que votan contra él y sus afines, se desvinculen de la democracia para siempre. No le preocupa que el ausentismo se dispare al 50%. Es un voto de mala calidad, dice. Una maravilla de demócrata.
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