domingo, 23 de mayo de 2010

¡Basta ya!

Basta ya!
mayo/2010

Por Nelson Manrique

Aparentemente la podredumbre que envuelve al gobierno aprista –que hasta aquí ha tenido un gran éxito neutralizando los intentos de combatir la corrupción que carcome a la administración pública– ha generado finalmente una reacción saludable en el cuerpo social peruano. Con muy pocos días de separación se han producido dos pronunciamientos trascendentales, que constituyen un síntoma de que algo nuevo y esperanzador empieza a gestarse por fuera de los canales institucionales de la política, que a estas alturas son el problema y no parte de la solución.
.
El primer pronunciamiento se titula “Recuperemos la ética pública. La corrupción afecta a los más necesitados” y lo ha emitido la Conferencia Episcopal Peruana, la representación de los obispos del Perú y la máxima autoridad de la Iglesia. Los obispos señalan cómo la corrupción constituye un ataque contra los intereses de la nación, y especialmente contra los más pobres, y se aúna a la demanda ciudadana de luchar decididamente contra flagelo, emplazando al gobierno a tomar medidas concretas para enfrentarlo.
.
El segundo pronunciamiento es obra del grupo Ciudadanos de Segunda Categoría (CSC), así designado aludiendo al trato otorgado por Alan García a quienes cuestionan la corrupción institucionalizada y la captura del Estado por intereses privados.
.
Su pronunciamiento, titulado “¡Basta ya de corrupción! ¡Recuperemos nuestro país!” (La República, 16/5/10), ha sido suscrito por varios colectivos gremiales, artísticos, étnicos, políticos y por centenares de ciudadanos de las más variadas actividades y procedencias (las adhesiones se reciben en ciudadanosdesegunda@yahoo.com). CSC señala que la corrupción tiene su origen en las más altas esferas del poder, actuando en asociación con “malos empresarios”, y es amparada por las entidades del Estado, contando con el aval del presidente Alan García, quien, a pesar de sus discursos de lucha contra la corrupción, protege a los corruptos y asegura su impunidad.
.
La sucinta revisión que CSC realiza de los casos de corrupción más destacados es suficiente para mostrar la gravedad del mal: petroaudios, Business Track, Alas Peruanas, malbarateo de nuestras reservas de gas, Comunicore, presupuesto del Metropolitano, peajes del Callao, “faenones” de Del Castillo y Hernán Garrido Lecca, robo de 20 toneladas de documentos de los archivos del Ministerio de Salud, luego de la salida de este último del ministerio –a quien se señala adicionalmente interviniendo en el caso de los cementeros mexicanos–, tráfico de tierras de Cofopri por funcionarios apristas, negociados con productos de primera necesidad, y un largo etc.
.
A la lista deberemos sumarle esta semana el blindaje que el Congreso ha otorgado a Carlos Raffo, Luis Castañeda Lossio y Miro Ruiz, amparándolos y enviándonos el mensaje de que la ley es para los ciudadanos de segunda pero no para los compadres de la rosca. Estamos notificados.
.
Estoy en Huancayo y constato que la campaña electoral marcha viento en popa. La tradicional Plaza Huamanmarca está ocupada íntegramente por las instalaciones de un “Hospital de la Solidaridad”, que propagandiza el nombre del Dr. (?) Luis Castañeda Lossio. Unas pocas cuadras más allá –muy cerca de “Baby’s House, el palacio de la estimulación”– un panel propagandiza un “Multinet de la Solidaridad”, siempre luciendo el nombre del gran benefactor. Bienvenidas las iniciativas solidarias, a condición de que el filántropo utilice su plata para dar rienda suelta a su incontenible emoción social. Pero cuando los fondos de la Municipalidad de Lima se utilizan para apuntalar la campaña presidencial de Luis Castañeda estamos ante un nuevo caso de corrupción, que habrá que añadir a la lista.
.
La corrupción finalmente ha terminado siendo reconocida por los ciudadanos como el problema más grave de la nación, como lo atestiguan todas las encuestas recientes. Los pronunciamientos que se están produciendo constituyen una reacción orgánica contra esta infección que está pudriendo el tejido social. No hay ninguna razón por la que tengamos que resignarnos a que cuatro pillos nos secuestren el país.
.
Ha llegado la hora de movilizarse.