El diálogo entre Rómulo León y nuestro redactor Raúl Sánchez que hoy publicamos tiene un efecto colateral: confirma que la militancia aprista de Jorge del Castillo no tiene la antigüedad que éste, mentirosamente, alega, y que León fue el padrino de la vertiginosa carrera política del ex premier.Ese es un pormenor significativo, que trae cola. (No evoco aquí la calificación de “rata” que Alan García aplicó a León, cuando éste apareció implicado en el más grande escándalo político del actual periodo de García.)La declaración del León preso indica, implícitamente, varias cosas. En primer lugar, que él era un dirigente aprista con mucha influencia. Tanta, que pudo convertir en regidor y luego alcalde a Del Castillo, quien era un advenedizo en las filas del Apra.¿Fue León un padrino solitario? No. Recuérdese que forma parte de la generación aprista intermedia, que nunca antes sufrió cárcel, torturas o persecución; esa que cosechó a manos llenas (a billeteras repletas) lo que otros sembraron. De ese núcleo formaban parte también Alan García, Enrique Cornejo y César Javier Vega Vega, hoy presidente de la Corte Superior de Lima.Las reflexiones de León tienen un trasfondo histórico. Si él llegó a ministro fue por su amistad estrecha con García. Hay por allí un libro publicado cuando García acababa de ceñirse la faja presidencial en 1985. Rómulo perpetró una melosa presentación.Notable es el recuerdo de que fue León quien presentó a Del Castillo con García.Hay, pues, una filiación política. García es el mandamás; León, el segundón astuto y aprovechador; Del Castillo, el ahijado de León, ajeno a las tradiciones apristas, excepto en la viveza para los negocios multimillonarios y el servilismo ante oligarcas y transnacionales.No es casual que Del Castillo lograra el faenón que impidió el impuesto a las sobreganancias mineras. ¿Cuántos millones de dólares se ahorraron esos gigantes? ¿Cuánto repartieron entre sus valedores?Entretanto, el caso de los petroaudios sigue poniendo en aprietos a la cúpula aprista. No ha de ser ésta ajena a los robos, desapariciones y adulteraciones de pruebas sobre conversaciones y coimas registrados por Business Track. Sólo quienes tienen rabo de paja y ejercen un poder despótico sobre la policía y el sistema judicial pueden cometer tales delitos. En el revelador diálogo, León urde la hipótesis de que García y Del Castillo lo quieren preso mientras dure el gobierno actual, porque, si no, les pueden achacar el haber soltado a una “rata”.En todo caso, León sabe que el faenón con Fortunato Canaán y las concesiones petroleras buscaba financiar la campaña electoral de “Tío Jorge” (quien, de acuerdo a la última encuesta de CPI, ya no es mister dos por ciento, sino, apenas, mister uno por ciento).
martes, 13 de abril de 2010
FULL CORRUPCION Rómulo ajusta el reloj Por :César Lévano
El diálogo entre Rómulo León y nuestro redactor Raúl Sánchez que hoy publicamos tiene un efecto colateral: confirma que la militancia aprista de Jorge del Castillo no tiene la antigüedad que éste, mentirosamente, alega, y que León fue el padrino de la vertiginosa carrera política del ex premier.Ese es un pormenor significativo, que trae cola. (No evoco aquí la calificación de “rata” que Alan García aplicó a León, cuando éste apareció implicado en el más grande escándalo político del actual periodo de García.)La declaración del León preso indica, implícitamente, varias cosas. En primer lugar, que él era un dirigente aprista con mucha influencia. Tanta, que pudo convertir en regidor y luego alcalde a Del Castillo, quien era un advenedizo en las filas del Apra.¿Fue León un padrino solitario? No. Recuérdese que forma parte de la generación aprista intermedia, que nunca antes sufrió cárcel, torturas o persecución; esa que cosechó a manos llenas (a billeteras repletas) lo que otros sembraron. De ese núcleo formaban parte también Alan García, Enrique Cornejo y César Javier Vega Vega, hoy presidente de la Corte Superior de Lima.Las reflexiones de León tienen un trasfondo histórico. Si él llegó a ministro fue por su amistad estrecha con García. Hay por allí un libro publicado cuando García acababa de ceñirse la faja presidencial en 1985. Rómulo perpetró una melosa presentación.Notable es el recuerdo de que fue León quien presentó a Del Castillo con García.Hay, pues, una filiación política. García es el mandamás; León, el segundón astuto y aprovechador; Del Castillo, el ahijado de León, ajeno a las tradiciones apristas, excepto en la viveza para los negocios multimillonarios y el servilismo ante oligarcas y transnacionales.No es casual que Del Castillo lograra el faenón que impidió el impuesto a las sobreganancias mineras. ¿Cuántos millones de dólares se ahorraron esos gigantes? ¿Cuánto repartieron entre sus valedores?Entretanto, el caso de los petroaudios sigue poniendo en aprietos a la cúpula aprista. No ha de ser ésta ajena a los robos, desapariciones y adulteraciones de pruebas sobre conversaciones y coimas registrados por Business Track. Sólo quienes tienen rabo de paja y ejercen un poder despótico sobre la policía y el sistema judicial pueden cometer tales delitos. En el revelador diálogo, León urde la hipótesis de que García y Del Castillo lo quieren preso mientras dure el gobierno actual, porque, si no, les pueden achacar el haber soltado a una “rata”.En todo caso, León sabe que el faenón con Fortunato Canaán y las concesiones petroleras buscaba financiar la campaña electoral de “Tío Jorge” (quien, de acuerdo a la última encuesta de CPI, ya no es mister dos por ciento, sino, apenas, mister uno por ciento).