En lo que va de los 2000, hemos tenido zar anticorrupción, oficina anticorrupción, plan anticorrupción y ahora Comisión de Alto Nivel Anticorrupción, pero la sensación que hay en el ambiente es que la corrupción goza de muy buena salud.
También en el mismo período hemos tenido contralor sin título universitario pero amigo del presidente, más adelante amigo del siguiente gobierno y ahora coordinador anticorrupción; y en paralelo hubo promesa de nuevo contralor propuesto por la oposición, comisión de notables para decidir el contralor, selección de contralora mentirosa, renuncia del postulante alternativo por no cumplir los requisitos y finalmente nombramiento de un contralor que parece sonámbulo y al que le ponen una Comisión paralela con un coordinador que es el ex contralor apoyado por el primer ministro, pero el hombre sigue persiguiendo alcaldes y presidentes regionales por encargo.
En este panorama caben por cierto el juez anticorrupción Jorge Barreto que no ve asociación delictiva en los actos de León, Químper, Canaán y otros, que no quiere oír los audios donde se complota contra el Estado, que mantiene a Bieto en una falsa “detención domiciliaria” que le permite acudir al hipódromo y al jacuzzi, que ha levantado los impedimentos de salida a Fortunato Canaán que ahora reside cómodamente en Santo Domingo, que quiso liberar a Rómulo y que está preparando la impunidad en el proceso de los petroaudios.
Y los ex procuradores anticorrupción Ugaz y Valdivia, que siempre declaran sobre los delitos de Fujimori y se integran a todo organismo que lleva la palabra “ética”, pero eso no les impide representar a empresas corruptas que se beneficiaron de los contratos irregulares con el poder dictatorial.
La anticorrupción debe ser el concepto más ambiguo de la primera década del nuevo siglo.
¿Qué le debemos a Gerardo Matute de lucha real contra la corrupción durante los gobiernos de Toledo o García, para que hoy sea el coordinador designado, con sueldo y todo, aún antes que la Comisión de Alto Nivel vote su presidente?
Evidentemente nada.
Durante el famoso caso de la Interoceánica, redactó la ley que finalmente excluyó a la Contraloría del control que debía ejercer sobre esta obra, y que lo hubiera obligado a objetar a Odebrecht por tener procesos pendientes con el Estado.
Es decir se dedicó a armar coartadas pilatescas, en vez de cumplir con su responsabilidad. ¿Y cuán importante fue Ugaz para la condena final de Fujimori? Cero sobre cero.
Los casos de allanamiento ilegal de la casa de Montesinos, congresistas tránsfugas, venta de medios de comunicación, sin mencionar los de derechos humanos, no necesitaron ni un línea escrita por el procurador estrella para que el chino terminara condenado.
Tanto es así que él aceptó todos los cargos.
Lo que no existe es el informe claro del robo de las privatizaciones, la compra de armas, la quiebra de bancos, etc., que Ugaz-Valdivia eludieron en todas las formas. Pero si estos son nuestros personajes anticorrupción, pensemos ahora por qué no nos extraña que Keiko vaya tan arriba en las encuestas o que los alcaldes de Lourdes y Castañeda fuguen hacia Kouri.
Es que todo parece lo mismo.