Los refuerzos del PNP para el campeonato 2010-11.
Ollanta Humala también decidió lanzarse al ruedo electoral a través del manifiesto ‘¡Por la gran transformación del Perú!’ que se publicó como aviso en este diario el domingo pasado con la firma de 26 profesionales vinculados, en general, a la izquierda peruana.
Aparecen, entre otros, intelectuales (Alberto Adrianzén, Carlos Tapia), ex congresistas (Manuel Dammert, Edmundo Murrugarra), ex colaboradores del gobierno de Alejandro Toledo (Nicolás Lynch, Félix Jiménez, Sinesio López), un ex procurador anticorrupción como Omar Chehade –que también es abogado de Humala– y un empresario como Salomón Lerner Ghitis.
Su paraguas es ‘Ciudadanos por el Cambio’, el cual coincide alrededor de que Humala “representa los ideales de la gran transformación que nuestra patria requiere”. El grupo no parece articulado con la maquinaria del Partido Nacionalista. Al menos, en la presentación no estuvo ningún parlamentario de la olla, y habrá que ver si salen chispas cuando se junten.
Este manifiesto significa la plataforma más clara que se ha presentado hasta el momento para producir un vuelco significativo en la orientación de la economía peruana desde 1990. Seguramente Marco Arana planteará una propuesta que competirá con la de Ollanta Humala en esta perspectiva.
‘Ciudadanos por el Cambio’ propone “un cambio radical” basado en una “economía nacional de mercado abierta al mundo”, un concepto que aún está difuso por lo escueto del manifiesto y que requerirá una explicación para confirmar si –como parece– implica el desmontaje de varias políticas seguidas en las dos décadas post colapso del primer gobierno del presidente Alan García y que, con muchos desafíos pendientes, como la falta de reforma social, de la educación o de la salud, han mejorado la perspectiva económica y la calidad de vida en el Perú.
Mientras se esperan esas precisiones para emitir un juicio sustentado, anoto que el manifiesto plantea que el Perú está en la encrucijada de optar entre “profundizar la democracia (…) secuestrada a favor de unos pocos” o “continuar con la imposición neoliberal”. ¿Creen los firmantes –y Humala– que no se puede promover una economía de mercado –con un rol eficaz del Estado– y defender, simultáneamente, la democracia?
Ese es el error tradicional de algunos sectores de la izquierda peruana que, con una arrogancia sin fundamento que los hace excluyentes y no inclusivos, les impide su modernización como en Chile o España: creer que poseen el monopolio de la defensa de los pobres, de las buenas políticas económicas, de los derechos humanos y, en general, de la decencia y de las causas buenas de la sociedad
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