García cree que el Perú está poblado por vivos y zonzos y que el vivo más eminente es él.
Esta es la clave de su pensamiento (¿?) y de su política.
García encarna, en efecto, lo que en el Perú se llama la viveza criolla sobre la que François Bourricaud (su reivindicado y desaprovechado maestro) escribió agudos apuntes.
La definió como “sabiduría escéptica” que combina la perspicacia y la astucia con la prudencia. Todos sabemos, sin embargo, que esta última es una virtud que no cultiva García.
Perspicacia y astucia, en cambio, le sobran.
Vivo es el que “se las sabe todas”, el agilito, el pendejerete, el que no se deja pisar el poncho, el “men” que se siente perfecto y cree que los demás son “monses” (zonzos).
El criollo vivo es también un sacavueltero de amplio espectro que García personifica a la perfección.
¡Y con qué sabiduría encarna también el criollísimo refrán: “El vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo”!.
Los dos gobiernos de García están llenos de vivezas inolvidables.
Su segundo gobierno, por ejemplo, comenzó con una sacada de vuelta al país: el cambio de programas. “Triunfó” con un programa tibiamente socialdemócrata y gobierna con el modelo neoliberal.
“Triunfó” es un decir porque fue acusado por Lourdes Flores de “haber ganado en mesa”.
La prescindencia del Apra como partido de gobierno, el establecimiento del óbolo voluntario en reemplazo de los impuestos a las ganancias extraordinarias a las mineras, la designación de su propia contraloría en lugar de fortalecer todas las formas y los órganos autónomos de control, la negociación de las cúpulas de los poderes del Estado para ocultar los petroaudios que los comprometen, todos ellos constituyen actos típicos de viveza de García en un país de zonzos.
Una de las últimas vivezas de antología es el nombramiento, por parte del Ejecutivo (esto es, García), de una comisión que investigue los sucesos sangrientos de Bagua.
Para descubrir a los principales responsables del “baguazo” no era necesario desplazarse hasta la selva. Bastaba ir a Palacio. El autor del perro del hortelano, el inspirador de los decretos legislativos 1064 y 1090 sobre la selva, el que incumplió el Convenio 169 de la OIT que obligaba a la consulta a los indígenas en decisiones gubernamentales que afectan sus territorios, el que presionó al Congreso para que no derogara esos dispositivos legales cuestionados, el que ordenó poner orden y acabar con el caos está en Palacio y funge de Presidente de la República.
En el comienzo, en el proceso y en el desenlace del conflicto García es el principal protagonista y responsable.
La ministra que sostuvo falsamente que sin leyes de la selva se ponía en cuestión el TLC con EEUU ha sido premiada ahora con el superministerio del MEF.
Los resultados de la Comisión “investigadora” son los esperados por García, el principal responsable del “baguazo”.
Entre “las cuatro causas de la tragedia” (El Comercio dixit) la Comisión señala el “apresuramiento y falta de tacto de algunos sectores del Ejecutivo al promulgar los decretos legislativos 1064 y 1090 sin tener en cuenta la delicada sensibilidad amazónica”.
¿Qué sectores?, ¿qué ministros?, ¿qué altos funcionarios? ¿y quién fue el promotor de los decretos legislativos?
Una de las perlas de esta Comisión es la tesis según la cual los nacionalistas, la Iglesia y las ONG han distorsionado la agenda de los indígenas.
¿Cuál agenda? ¿su cultura? ¿su propuesta de desarrollo?
¿Y García con su perro del hortelano no distorsiona esa supuesta agenda indígena?
Felizmente la viveza criolla tiene claros límites que provienen de la experiencia y de la conciencia de los supuestos zonzos.
El nivel de aprobación de García es el termómetro con el que ellos miden y sancionan los actos de viveza presidenciales.